El mal de altura
Marco Antonio G¨®mez mira a los novillos por encima del hombro, y no porque sea de car¨¢cter altivo, sino porque posee una gran estatura, lo que no deja de ser, en principio, un grave inconveniente. Los novillos parecen gatos a su lado y la composici¨®n resultante suele ser poco lucida si al novillero en cuesti¨®n no le adornan exquisitas condiciones art¨ªsticas, asunto que ayer qued¨® en una inc¨®gnita. Marco Antonio tiene el peligro de sufrir el mal de altura, que no es otro que la frialdad del p¨²blico si no asciende r¨¢pidamente de escalaf¨®n y demuestra su dominio con el toro.
El problema de Francisco Javier es que debut¨® con picadores en agosto de 2002 y estamos en mayo de 2006. H¨¢gase la cuenta y se comprender¨¢ f¨¢cilmente que es mucho, demasiado tiempo, para ejercer como novillero. Y algo m¨¢s preocupante: no se le ve como un torero hecho y con mando en plaza; por el contrario, dio la impresi¨®n de tener poca fibra para acceder a una alternativa que se le presenta como una soluci¨®n urgente.
Guadaira / Francisco Javier, G¨®mez, Blanco
Novillos de Guadaira, bien presentados, blandos, mansos, sosos y nobles. Francisco Javier: tres pinchazos -primer aviso-, cuatro pinchazos -segundo aviso- y el novillo se echa (silencio); bajonazo descarado (pitos). Marco Antonio G¨®mez: estocada baja (ovaci¨®n); pinchazo y estocada baja (silencio). Javier Blanco: pinchazo, estocada baja -aviso- y un descabello (silencio); bajonazo (silencio). Plaza de Las Ventas, 16 de mayo. S¨¦ptima corrida de feria. Casi lleno.
Y Javier Blanco, el debutante, m¨¢s animoso y alegre que sus compa?eros, es puro nervio y aceleraci¨®n. Recibi¨® dos volteretas en su primero y, sin inmutarse, sigui¨® dando capotazos y pases acelerados.
La conclusi¨®n es descorazonadora: siempre se espera encontrar en estos festejos la savia nueva de la juventud, la ilusi¨®n desbordante del que quiere triunfar, el hambre de ¨¦xito, en una palabra. Pero muchos de los j¨®venes toreros de hoy padecen el s¨ªndrome de la comodidad y, por supuesto, no tienen hambre. Bien peinados, bien vestidos, pero sin el apetito necesario para ser figuras. De este modo, el futuro de la fiesta est¨¢ en entredicho si no cambia el estado de ¨¢nimo de los novilleros.
Francisco Javier hizo m¨¦ritos para que le echaran al corral a su primer novillo. No s¨®lo por su p¨¦sima punter¨ªa con los aceros, sino, sobre todo, por su vulgaridad con los enga?os. La faena a ese novillo fue larga, pero careci¨® de mando, le falt¨® vibraci¨®n y careci¨® de esa voluntad ind¨®mita que se les supone a los que empiezan. El novillo no tuvo clase, pero ¨¦l estuvo a la altura de su oponente. Y a la hora de matar, un mitin impropio de un joven, porque hay que dejarse matar, eufem¨ªsticamente, claro, antes de recibir dos avisos en la plaza de Las Ventas. No mejor¨® en el cuarto, soso y descastado como toda la novillada, al que tore¨® de forma insulsa y desangelada y mat¨® de un descarado bajonazo que no tiene perd¨®n de Dios. Ojal¨¢ tenga suerte Francisco Javier, pero deber¨¢ exponer m¨¢s si quiere ser alguien en el dif¨ªcil mundo del toro.
Tiene maneras el sevillano Marco Antonio y mueve los enga?os con soltura. Se luci¨® en lances a la ver¨®nica con las manos bajas y algunos pasajes con la derecha dieron como resultado redondos largos y hondos. Pero no hubo faena conjuntada en ninguno de sus dos novillos, y demostr¨® graves carencias con la muleta en la zurda, despegada la figura siempre y con abuso del pico, lo cual no presagia nada bueno. Ayer sufri¨® el mal de altura, el desaire del p¨²blico, el cansancio general, y debe aprender la dura lecci¨®n para su futuro.
El salmantino Blanco qued¨® magullado en su primero, pero las dos volteretas no minaron su esp¨ªritu alegre. Recibi¨® al sexto con una larga cambiada en el tercio, brind¨® al p¨²blico e inici¨® la faena con un pase cambiado en el centro del ruedo. Derroch¨® voluntad, alarg¨® la faena, pero no consigui¨® emocionar a nadie.
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