Reforma fiscal, ?para qu¨¦, para qui¨¦n?
En Espa?a es necesaria una reforma fiscal. Espa?a es uno de los pa¨ªses de nuestro entorno con m¨¢s diferencias sociales y mayor necesidad de incremento del gasto social. Veinte a?os despu¨¦s de la incorporaci¨®n de Espa?a a la UE seguimos muy lejos de su media en gasto social: m¨¢s de seis puntos de diferencial, mientras la presi¨®n fiscal se aleja de la media en un 6,6%. Pero la menor presi¨®n fiscal no supone mayor alivio para los asalariados: el 90% de los contribuyentes son asalariados y pensionistas. Prueba de ello es la excepcionalidad de ser, probablemente, el ¨²nico pa¨ªs del mundo donde el empresario dice ganar cerca de 6.000 euros menos que su trabajador. Tal diferencia s¨®lo se explica en un modelo que carga la fiscalidad en la renta del trabajo.
Toda reforma fiscal debe tener claro para qu¨¦ y para qui¨¦n es. La reforma necesaria deber¨ªa ser para acercarnos al gasto social europeo y para que tener n¨®mina sea una ventaja. Eso requiere una reforma fiscal integral que abarque todas las figuras tributarias, consiguiendo una mayor participaci¨®n de las rentas de capital.
Pero lo que se ha aprobado obedece a premisas distintas. ?sta ser¨¢ una reforma que recaudar¨¢, como m¨ªnimo, 4.000 millones de euros menos. Y eso se va a hacer en el momento ¨¢lgido del ciclo econ¨®mico, cuando se puede abordar la inversi¨®n que garantice un modelo de crecimiento sostenido en cimientos m¨¢s s¨®lidos que el del ladrillo y el endeudamiento familiar. Y se aborda sin tener presente el mayor reto social, y por tanto de gasto, de las ¨²ltimas d¨¦cadas: el de las pol¨ªticas universales y p¨²blicas para las personas con limitaciones en su autonom¨ªa personal.
En el terreno de lo concreto, la reforma del impuesto de sociedades anuncia una reducci¨®n de cinco puntos. Se ha omitido que los beneficios empresariales en el ¨²ltimo curso han sido espectaculares. El argumento es acercarnos a la media de la UE. Pero la verdad es que el impuesto de sociedades real en Espa?a se sit¨²a en el 24%, por debajo de la UE-15, excepto Irlanda. Ante esta situaci¨®n son dos las preguntas obligadas. La primera de ellas es si el modelo de crecimiento debe basarse en impuestos m¨¢s bajos que los del entorno UE-15, o bien debemos realizar una pol¨ªtica econ¨®mica que garantice un mayor valor a?adido para nuestras empresas. La segunda es: si bajamos el impuesto de sociedades con un crecimiento superior al 3 %, ?tendremos margen para volver a bajarlo si un menor crecimiento as¨ª lo aconseja?
De la respuesta razonable a ambas preguntas se desprende una conclusi¨®n: la medida de la reducci¨®n del impuesto de sociedades obedece m¨¢s a un capricho program¨¢tico que a una l¨ªnea razonable en un empresariado y una econom¨ªa que m¨¢s que bajar impuestos necesita mayor valor a?adido.
En el caso de las rentas de capital, la reforma del IRPF consolida lo peor de la reforma fiscal del PP: que las plusval¨ªas de capital tributen mucho menos que las rentas de trabajo. La izquierda coincidi¨® en la denuncia; el portavoz del PSOE dec¨ªa que "la tributaci¨®n de las plusval¨ªas que ustedes hacen", y que hoy el Gobierno consagra, "es la voladura incontrolada del IRPF". Sin embargo, la propuesta del Gobierno hace que estas rentas s¨®lo pasen a tributar del 15 % al 18% y, adem¨¢s, incluye en esta categor¨ªa las inversiones que se rentabilizan en menos de un a?o. A partir de ahora la simple especulaci¨®n o inversi¨®n a corto plazo tendr¨¢ un premio nada de izquierdas: podr¨¢ tributar mucho menos de lo que tributaba hasta ahora.
La parte positiva de la reforma del IRPF es que las deducciones no ganan progresividad, pero s¨ª recuperan una cierta equidad puesto que se deduce en un mismo tramo para todos. A partir de aqu¨ª, el resto de medidas hacen perder progresividad: se reducen los tramos y las rebajas de impuestos se centran en las rentas m¨¢s altas. Las rentas m¨¢s beneficiadas son las que van de los 42.000 euros a los 52.000 y con una reducci¨®n casi imperceptible, encontramos las rentas medias que van de los 12.000 a los 42.000 euros. Y, adem¨¢s, se mantienen las deducciones en materia de acceso a la vivienda sin discriminar en funci¨®n del precio de la misma o del salario. Conclusi¨®n: se cambia poco y para quienes menos lo necesitan.
Por ¨²ltimo, la llamada fiscalidad verde se aplaza y se desenfoca. Las medidas m¨¢s urgentes se posponen, cuando, nuestro patr¨®n de crecimiento y desarrollo lo que necesita es empezar a internalizar los costes ambientales. Somos el pa¨ªs de la UE que incumple de forma m¨¢s flagrante con Kyoto.
Si la opci¨®n de negociaci¨®n hubiese sido la de izquierdas, la reforma fiscal no hubiese consagrado los paradigmas de las reformas fiscales del PP. Por eso, la opci¨®n es la negociaci¨®n con CiU; y con la misma pol¨ªtica fiscal acabaremos en el momento que dejemos de crecer por encima del 3% con una pol¨ªtica social sin m¨¢rgenes. Por eso, hoy podemos decir, que lo mejor que podr¨ªa pasar es que la reforma se rechazase, y que, tras la implementaci¨®n de una buena pol¨ªtica contra el fraude, el Gobierno hiciese realidad una reforma fiscal desde paradigmas distintos a los del PP. As¨ª, quiz¨¢ de una vez por todas, tengamos un patr¨®n de crecimiento m¨¢s sostenible, m¨¢s duradero y, sobre todo, m¨¢s justo.
Joan Herrera i Torres es portavoz del Grupo Parlamentario de IU-ICV.
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