Otra de inv¨¢lidos
Otra raci¨®n de fiesta adulterada. Otra tarde de inv¨¢lidos, de toros amuermados y tullidos. Otra vez el denigrante espect¨¢culo del toro acostado en la arena en plena faena. Otra vez el enga?o al espectador y el rej¨®n de muerte a esta fiesta.
Otra tarde en la que se nos hurt¨® el tercio de varas. Y lo peor es la pasividad con la que act¨²a la autoridad competente. Dice el art¨ªculo 58 del vigente Reglamento que el presidente, por s¨ª mismo o a instancias de los veterinarios, ordenar¨¢ que se tomen muestras biol¨®gicas de aquellos toros que hayan tenido un comportamiento anormal durante la lidia. Que se sepa, nadie ha hecho uso de esta prerrogativa, aunque habr¨ªa que preguntarle a la autoridad qu¨¦ entiende por "comportamiento normal". O cambiarla por incompetente, que, a la vista de las circunstancias, parecer¨ªa lo m¨¢s acertado.
Ib¨¢n / D¨¢vila, Tejela, Cort¨¦s
Cinco toros de Baltasar Ib¨¢n, el 2? devuelto; desiguales de presentaci¨®n, inv¨¢lidos, sosos y descastados. El sobrero y el 3?, de Ana Mar¨ªa Boh¨®rquez, mansos e inv¨¢lidos. D¨¢vila Miura: pinchazo y media estocada (silencio); dos pinchazos, media -aviso- (silencio). Mat¨ªas Tejela: estocada baja y un descabello (silencio); estocada (ovaci¨®n). Salvador Cort¨¦s: media ca¨ªda -aviso-, dos pinchazos, media baja y un descabello (silencio); tres pinchazos y dos descabellos (silencio). Plaza de las Ventas, 18 de mayo. Novena corrida de feria. Lleno.
Sea como fuere, un d¨ªa y otro se generaliza el toro inv¨¢lido que rueda por los suelos sin causa aparente y nadie parece actuar con la responsabilidad que se le supone.
As¨ª las cosas, surge otra inc¨®gnita: ?qu¨¦ le vieron D¨¢vila y Cort¨¦s a sus primeros toros para brindarlos al p¨²blico? Sorpresa, primero, y asombro, despu¨¦s. De vista, los dos muy cortos. Parec¨ªa que D¨¢vila Miura quer¨ªa romper el maleficio que le persigue en esta plaza. Se fue al centro, con la muleta en la izquierda, pero todo se desvaneci¨® en cuesti¨®n de segundos. Un pase enganchado, otro por arriba, una r¨¢faga de viento, una colada inesperada, y se acab¨®. A partir de ah¨ª, el trasteo fue una sucesi¨®n irregular de pases inconexos. Y no mejor¨® en el cuarto, descompuesto y deslucido, con el que anduvo sin orden ni concierto, como un ne¨®fito sin recursos.
A Tejela le toc¨® en primer lugar el toro que se acost¨® en la arena y hubo que levantarlo mediante el lamentable sistema de tira t¨² del rabo que yo tirar¨¦ del cuerno, y el animal, molesto por toqueteo tan inusual, se levanta muerto de verg¨¹enza. Algo mejor¨® el quinto, que se dej¨® que le pegaran en el caballo y lleg¨® al tercio final con media arrancada. S¨®lo la ilusi¨®n voluntariosa del torero consigui¨® robarle estimables muletazos por ambas manos. Mat¨® Tejela de una estocada en todo lo alto, que fue lo mejor de la tarde.
Ven¨ªa Cort¨¦s a exprimir su ¨²ltima oportunidad y se fue de vac¨ªo. No le acompa?aron los toros, pero tampoco se mostr¨® como un torero suelto, ilusionado y capacitado para romper los inconvenientes de una tarde aciaga. Brind¨® al p¨²blico una faena desigual, la de su primero, mal rematada con el estoque; y quiso torear en serio al toro sexto que era de pega. El resultado fue el sexto tost¨®n de la tarde.
Acab¨® la corrida y nada se sabe de que el presidente, por s¨ª o a instancias de otros, ordenara que se tomaran muestras biol¨®gicas. Para ¨¦l, el de ayer fue un comportamiento normal. ?Qu¨¦ cosas! ?Qu¨¦ pena de fiesta, a la que parecen que han abandonado todos a una suerte que se aventura oscura!
Babelia
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