A un a?o vista
De cara a las pr¨®ximas elecciones municipales y auton¨®micas los movimientos pol¨ªticos en perspectiva electoral han comenzado. Nada de particular tiene el hecho, antes bien, forma parte de la normalidad, y, con todas las reservas que cabe tener en cuenta cuando falta tanto tiempo para el d¨ªa de las elecciones y ni siquiera se sabe cu¨¢l ser¨¢ el n¨²mero de candidaturas relevantes para elegir a un n¨²mero de diputados por determinar, seg¨²n unas reglas electorales que a¨²n est¨¢n por fijarse, comienza a haber en la atm¨®sfera aires de cambio. Sea cual sea el resultado que a la postre salga de las urnas, lo que a estas alturas es evidente es que las elecciones pr¨®ximas van a diferir de las precedentes al menos en un rasgo: el resultado no est¨¢ cantado. Al menos cuatro inc¨®gnitas planean sobre el escenario y su confluencia hace que el resultado sea el de cierta incertidumbre. La primera de esas inc¨®gnitas radica precisamente en si tendremos o no ley electoral para cuando llegue el momento de convocar all¨¢ por los primeros d¨ªas de abril de 2007, aunque s¨®lo sea un texto para salir del paso, esa es cuesti¨®n pendiente de negociaci¨®n, y es cuesti¨®n previa porque, con independencia de cu¨¢l sea el estatuto de la ley electoral de 1987, cosa cualquier cosa menos clara, el hecho es que al menos tres elementos esenciales de lo que el Constitucional denomina la "materia electoral" est¨¢n indiscutiblemente en el aire en estos momentos: tama?o, clave de representaci¨®n y barrera. No sabemos el n¨²mero de diputados (el Estatuto no lo fija), no sabemos c¨®mo se reparten entre las provincias (la cl¨¢usula del m¨ªnimo inicial de 20 por provincia ya no est¨¢ en el Estatuto nuevo), y no sabemos cu¨¢l ser¨¢ el "n¨²mero de votos" que debe operar como barrera electoral. Es de esperar que las inc¨®gnitas se despejen pronto, entre otras razones porque es mejor una mala ley electoral que no tener ninguna, visto lo cual pedir un poco de racionalidad y sentido del Estado a los dos principales partidos no me parece fuera de lugar. Sentado que habr¨¢ una ley electoral, y que ser¨¢ muy parecida a la de 1987 en lo que al fondo toca, salimos de las inc¨®gnitas institucionales para entrar en las pol¨ªticas.
La inc¨®gnita radica en saber si la ventaja del PP ser¨¢ suficiente para conservar la mayor¨ªa absoluta
No es para nadie un secreto que la hip¨®tesis de mayor probabilidad es que el PPCV se alce con la mayor¨ªa relativa electoral, la distancia que le separa del segundo, el PSPV era de inicio tan grande, y el proceso de disminuci¨®n de la ventaja tan lento, que aunque no es imposible (pocas cosas lo son en nuestra pol¨ªtica) il sorpasso no es la hip¨®tesis de mayor probabilidad. Salvo sorprendente sorpresa podemos convenir en que los conservadores recibir¨¢n la "pluralidad mayor" de nuestros abuelos. Lo que ya no est¨¢ tan claro es que esa mayor pluralidad suponga ir m¨¢s all¨¢ del umbral que otorga la mayor¨ªa absoluta, umbral que el mayor tama?o de las Cortes viene a elevar respecto de los precedentes. Que eso es as¨ª lo acreditan los reiterados incidentes de sobreactuaci¨®n de los dirigentes populares y de los escritos de los escribidores afines. Por cierto, que el empe?o en desacreditar al candidato socialista puede devenir, al paso que vamos, en un estupendo recurso de captaci¨®n de voto para Joan Ignasi Pla, aunque s¨®lo sea por el hecho de que minusvalorar al competidor no es un ejercicio de prudencia, precisamente. La inc¨®gnita radica en si la ventaja conservadora va a ser suficiente para que el PP conserve la mayor¨ªa absoluta. En t¨¦rminos generales cabe decir que por encima de un ventaja de diez puntos pocas dudas pueden haber en que el PP repetir¨¢ la absoluta, entre siete puntos y medio y diez de ventaja la cosa va a estar cruda, tanto m¨¢s cruda cuanto menor sea la distancia, por debajo de las siete y media cantar¨¢ triunfo J. I. Pla, sencillamente porque, a diferencia del PPCV, el PSPV tiene socios, y si los necesita los tendr¨¢, puede que no muy entusiastas, pero los tendr¨¢.
La tercera inc¨®gnita radica en si habr¨¢ o no coalici¨®n entre EU y el Bloc. La probabilidad de alternancia es inversamente proporcional a la de la coalici¨®n. Es cierto que una coalici¨®n de ese tipo no llena de alegr¨ªa a los contrayentes, pero tambi¨¦n lo es que pocas cosas hay m¨¢s s¨®lidas que los matrimonios de conveniencia. Y tal vez no est¨¦ de m¨¢s se?alar que la parte razonable de los recelos de EU obedecen a motivos de naturaleza org¨¢nica. No me parece exagerado se?alar aqu¨ª que la afirmaci¨®n seg¨²n la cual una condici¨®n de posibilidad de ese matrimonio es que el primer candidato del Bloc en Castell¨® sea el segundo de la lista coaligada es cualquier cosa menos desencaminada. Otra cosa es la capacidad de arrastre de la coalici¨®n. Si la misma alcanzara a sumar los apoyos de ambos por separado se situar¨ªa en el entorno de 10/11 por ciento de los votos (casi un quince de los que cuentan) y si en esas condiciones pasa de diez esca?os es pr¨¢cticamente segura la alternancia siempre que el PSPV mantuviera sus posiciones. Si la coalici¨®n obtiene menos del ocho es poco menos que seguro que el PP repetir¨¢ la absoluta, a no ser que los socialistas recorten en un a?o al menos cuatro puntos de diferencial.
La cuarta inc¨®gnita pende de una decisi¨®n de pol¨ªtica espa?ola: cu¨¢ndo ser¨¢n las generales. En teor¨ªa el mandato finaliza en marzo de 2008 y las elecciones tocar¨ªan en mayo de ese a?o. En la pr¨¢ctica ninguna Legislatura ha cumplido los 36 meses de per¨ªodos de sesiones (siempre ha habido disoluci¨®n), y la media se sit¨²a en torno a los 29, los 27 meses de sesiones se cumplen en abril, los 29 en junio, los 31 en octubre. Como no creo que haya legislativas despu¨¦s de las catalanas (noviembre de 2007) los precedentes indican que el Presidente tiene dos opciones b¨¢sicas: disolver en agosto para votar en octubre o disolver en marzo para votar en mayo. Vistas as¨ª las cosas, y considerado que el partido del gobierno obtiene sus mejores resultados en legislativas y municipales y los peores en las auton¨®micas la hip¨®tesis de las elecciones coincidentes, que es la m¨¢s favorable a los intereses electorales del PSOE, no me parece precisamente descartable. Y es claro a qu¨¦ candidato a la Presidencia de la Generalitat favorece y a qui¨¦n perjudica la coincidencia. Si el aparato socialista consigue "vender" que las mayores oportunidades para conquistar Baleares, Madrid y la Comunidad Valenciana se hallan en la coincidencia electoral.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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