El gang del pasado
Le¨ªa la novela Entre fantasmas, de Fernando Vallejo, cuando cay¨® en mis manos el Gran Texto. Una tarantela. Dos individuos disfrazados de Patxiku Desvar¨ªo -c¨¦lebre personaje de la comedia del arte vasca- se entrevistaban con un pretexto con el fin de dar forma dialogada al panfleto. Imposible dilucidar cu¨¢ndo habla Patxiku I y cu¨¢ndo lo hace Patxiku II, tarea factible si de verdad se tratara de una entrevista y no de un remedo. Una tarantela, digo, aunque las tarantelas se bailan, no se leen. Una tarantela le¨ªda, o se pone a bailar o resulta un tost¨®n insufrible. La novela de Fernando Vallejo que le¨ªa cuando me lleg¨® el Gran Bodrio tambi¨¦n es una tarantela, mejor dicho, una danza de la Muerte, pero es una tarantela que al ser le¨ªda se pone a bailar: irreverente, mordaz, pol¨ªticamente incorrecta, casi denunciable a veces, est¨¢ atravesada, sin embargo, por una macabra ternura y ayuda a sobrellevar la agon¨ªa del vivir. Y es divertid¨ªsima. Nada similar se podr¨ªa decir del Gran Texto, salvo que se lo atribuyamos realmente a Patxiku Desvar¨ªo y sepamos que acaba de salir de la taberna. Logolalia conceptual. O el tourned¨® de los girondinos: se pone el Conflicto en el burruntzi y se le da vueltas. ?Y tiemble el reino de Francia!
Pero pong¨¢monos serios, si es que se puede. Hay un momento sublime en el Gran Texto. Aqu¨¦l en el que se nos airea como gran logro de la ingente lucha la propuesta de Anoeta. Es decir, sobre poco o m¨¢s o menos, el punto 10 del Pacto de Ajuriaenea. Seg¨²n los del albayalde con boina todos habr¨ªamos aceptado -?por fin, y gracias a su lucha!- lo que aceptamos hace a?os, tantos que ya nos hab¨ªamos olvidado de ello. Estos chicos siempre llegan tarde a todo. Llegan a donde est¨¢bamos despu¨¦s de que los dem¨¢s ya estemos en otro sitio. Su gran empe?o es el de detener el tiempo a tiros, pues saben que de otra forma es imposible hacerlo. Pero la realidad es una finta del tiempo y resulta dif¨ªcil acertar en la diana. Por m¨¢s que se empe?en en lo contrario Patxiku primero y Patxiku segundo, esta tregua es resultado de la constataci¨®n de ese imposible: la desaz¨®n de la fruta. Como tambi¨¦n fue efecto de la debilidad la tregua anterior, por m¨¢s horror que a?adieran para desmentirnos. Que nos declaren sinceramente el saldo, que ellos bien lo conocen. Pero que no nos incluyan en su haber, y como su gran beneficio, el Pacto de Ajuriaenea versi¨®n 2004.
Hay quienes opinan que el Gran Texto significa un paso atr¨¢s respecto a otros pronunciamientos recientes. No veo novedad alguna en ese significar, ya que ETA siempre ha significado un paso atr¨¢s, aunque se haya revestido del atrezzo de la modernidad. Nada m¨¢s adecuado para detener el presente que aparentar apropi¨¢rselo y determinar su regresi¨®n como prueba de su avance, lo que en roman paladino quiere decir que un primate puede ser protagonista de un videojuego. Si la Historia es la memoria del pasado, lo es porque se erige en conciencia de una distancia insalvable. Pero el Conflicto al burruntzi no es la memoria del pasado, es su insuperable eternidad. No puede haber superaci¨®n del Conflicto, porque de ser as¨ª el Tiempo, el incierto presente, se nos escapa y nos quedamos sin tarea, que no es otra que la de apresarlo, de hacerlo mirar hacia atr¨¢s, convertirlo en estatua de sal. De ah¨ª que su desaparici¨®n le ponga a ETA frente a un abismo, y que abisme tambi¨¦n a otros. ?Qu¨¦ ser¨¢ del Conflicto cuando ella desaparezca? ?Podemos abandonar el Conflicto sin abrigar la esperanza de la Parus¨ªa? Ah¨ª tienen la sustancia del Gran Texto y la raz¨®n de sus arrepentimientos.
El mito siempre ha de ser actualizado. Es un relato, s¨ª, pero que se resiste a referirse al pasado. Lo que ocurri¨® ocurre en todo momento y en la parus¨ªa est¨¢ la culminaci¨®n de su trama. As¨ª tambi¨¦n en el Conflicto, que ha de perdurar como presente hasta que se resuelva en su gloria. ?Se garantiza eso sin tiros? ?Y con tiros? Este es el gran dilema del actual momento etarra y esos son los acordes de su tarantela. Uno de los efectos de la tregua actual era que nos est¨¢bamos olvidando de ellos, que la mirada del tiempo estaba dejando de recurrir al reojo. Ante esa evidencia, nos montan un esperpento para torcernos los ojos. ?Que podemos volver!, dicen. S¨ª, claro, pero en cada retorno aparecen m¨¢s desnudos de la farsa. ?No existe el Conflicto, s¨®lo hay un gang!, esa es la gran lecci¨®n. Quiz¨¢ necesiten aprenderla para acogerse al presente y abandonar definitivamente el baile. Son ellos, y no Francia ni Espa?a, quienes tienen ahora una oportunidad.
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