Caravana musical a medio gas
La 'rua' de la Life Parade congrega muy poco p¨²blico en su debut en el F¨®rum
El pasado a?o el desfile B Parade no pudo, por diversas razones, celebrarse en Barcelona y este a?o, transformado en Life Parade, pr¨¢cticamente tampoco. Realizarse s¨ª se realiz¨®, ayer y sin ning¨²n incidente, pero Barcelona no pareci¨® enterarse de ello. La ¨²nica nota destacable del evento, celebrado en el recinto del F¨®rum, fue la ausencia de p¨²blico. Un dato m¨¢s notable a¨²n si se tiene en cuenta que los promotores hab¨ªan anunciado que esperaban reunir a m¨¢s de 100.000 personas bailando al son de la comitivade camiones sonorizados.
La realidad fue otra y por la tarde, durante la hora que dur¨® el desfile, apenas unos centenares de personas se movieron alrededor de los potentes sound systems rodantes. Centenares que se convirtieron en unos pocos miles al llegar el desfile a la explanada del F¨®rum, donde los participantes en la Life Parade coincidieron con gente que curioseaba en las tiendas de una feria de productos naturales que nada ten¨ªan que ver con el desfile, y con la feria que, durante la ma?ana, hab¨ªa organizado actividades de lo m¨¢s diverso: manualidades de todo tipo, estampaci¨®n, publicaciones alternativas y talleres de horticultura, junto a expositores de Amnist¨ªa Internacional y curiosas, por no calificarlas de peligrosas, camisetas con el lema No creo en el virus del sida.
Nada espectacular en la decoraci¨®n, salvo varios cuerpos esculturales
A las 18.30 horas (es decir, con media hora de retraso respecto al horario anunciado), cuando se puso en marcha la comitiva festiva, en la zona de playa del F¨®rum no hab¨ªa nadie esperando el paso de la caravana musical. Algunos curiosos, con pinta de estar por all¨ª paseando casualmente (familias con ni?os peque?os y abuelos), se arremolinaban alrededor de los seis Seat 600 amarillos y de los ocho camiones engalanados como peque?as discotecas m¨®viles. Nada espectacular en las decoraciones excepto algunos cuerpos esculturales, masculinos y femeninos, movi¨¦ndose a ritmos techno, diferentes en cada cami¨®n. En ese momento, media tarde, la claridad del d¨ªa no dejaba que las luces de colores marcaran su ley, como suceder¨ªa despu¨¦s, bien entrada ya la noche.
El camino hasta la explanada se realiz¨® con una cierta rapidez dada la escasez de p¨²blico. En realidad s¨®lo bailaban y parec¨ªan pas¨¢rselo bien los que estaban encima de los camiones. El resto o lo miraba todo con ojos sorprendidos o se aceraba hasta los veh¨ªculos para recoger los calendarios, piruletas, muestras de aceite corporal, abanicos y bebidas tonificantes que desde all¨ª se repart¨ªan.
Una vez en la explanada, los camiones tomaron posesi¨®n del lugar y comenz¨® la verdadera fiesta. A ¨²ltima hora de la tarde, la organizaci¨®n calculaba, de forma un tanto optimista, que hab¨ªa unas 8.000 personas danzando alrededor de los ocho inmensos sound systems.
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