Una peligrosa pol¨ªtica de precios de electricidad
Despu¨¦s de disfrutar durante m¨¢s de una d¨¦cada de un petr¨®leo muy barato, a partir del 1 de mayo de 2003, fecha del final de la guerra de Irak, la cotizaci¨®n del petr¨®leo empieza a subir paulatinamente. En abril de 2006, el precio del barril de brent se sit¨²a por encima de los 70 d¨®lares y se acerca en t¨¦rminos reales a los niveles m¨¢ximos de 1981. En estos tres a?os, la mayor parte de los analistas y las autoridades espa?olas s¨®lo formulan tibias advertencias sobre los riesgos que entra?a un petr¨®leo m¨¢s caro, especialmente para la continuidad de esta larga expansi¨®n econ¨®mica iniciada en 1994.
Diversos acontecimientos acaecidos en abril y mayo de 2006 y la publicaci¨®n del informe de primavera del FMI hacen sonar las alarmas y vuelven a aparecer, ahora s¨ª, los tradicionales an¨¢lisis y recomendaciones de pol¨ªtica econ¨®mica que recuerdan que inflaci¨®n y cambio de los precios relativos son fen¨®menos bien distintos: mientras que la primera es un crecimiento generalizado y sostenido del conjunto de precios de una econom¨ªa, un cambio de precios relativos se registra cuando el precio de un solo bien, o los de un conjunto de ellos m¨¢s o menos homog¨¦neo, aumenta. La crisis energ¨¦tica es un problema de precios relativos (la energ¨ªa se encarece en t¨¦rminos del resto de los bienes) y no de inflaci¨®n, independientemente de que la econom¨ªa espa?ola sufra una, relativamente, alta tasa de inflaci¨®n.
Mientras en 2000 la electricidad producida en Espa?a mediante la utilizaci¨®n de hidrocarburos no lleg¨® al 6%, en 2005 estuvo pr¨®xima al 24%
En 2006 la tarifa el¨¦ctrica prev¨¦ que el precio medio del kW/h sea de 4,235 c¨¦ntimos; si el precio medio registrado supera tal precio, habr¨¢ un nuevo d¨¦ficit
El consumidor no es consciente del encarecimiento de la electricidad, ya que el aumento de precio ser¨¢ pagado por otros consumidores en otro momento
Mientras en el periodo 2000-2005 el PIB espa?ol ha crecido a una tasa media acumulativa del 3,14%, el de electricidad lo ha hecho a una tasa del 4,91%
Como es sabido, la energ¨ªa disponible para el consumo (energ¨ªa final) se presenta fundamentalmente bajo la forma de electricidad y de hidrocarburos; estos ¨²ltimos suelen dividirse, a su vez, en l¨ªquidos (carburantes y combustibles) y gaseosos (gas natural y gases licuados del petr¨®leo). Todas estas formas de energ¨ªa final son el resultado de la transformaci¨®n de las distintas fuentes de energ¨ªa primaria: petr¨®leo, gas natural, nuclear, carb¨®n y renovables -hidr¨¢ulica, e¨®lica, solar, etc¨¦tera-. A pesar del intenso crecimiento del consumo de carburantes, la participaci¨®n de la electricidad en la energ¨ªa final total viene aumentando a?o tras a?o como consecuencia de la creciente electrificaci¨®n de los procesos productivos y del equipamiento dom¨¦stico. En 2005, el 80% de la energ¨ªa primaria -toda menos parte del carb¨®n y las renovables- fue adquirida en el exterior a unos precios estrechamente relacionados con el del crudo petrol¨ªfero; m¨¢s concretamente, en 2005 el 70% de toda la energ¨ªa primaria fue petr¨®leo y gas natural.
Los precios de la energ¨ªa final deben recoger con rapidez los mayores costes de las fuentes de energ¨ªa primaria. Cabe preguntarse si se est¨¢ repercutiendo a la energ¨ªa final consumida en Espa?a el encarecimiento de las energ¨ªas primarias, y m¨¢s concretamente, el encarecimiento del crudo petrol¨ªfero y del gas natural.
En primer lugar, la pr¨¢ctica totalidad del transporte (salvo el ferrocarril) consume energ¨ªa bajo la forma de derivados del petr¨®leo, que no tienen sustitutos. Aunque en algunas actividades productivas (agricultura, pesca, alg¨²n tipo de transporte) a¨²n persisten determinados tratos de favor -que deben ir desapareciendo-, la pol¨ªtica espa?ola de precios de los carburantes es en t¨¦rminos generales correcta, ya que transmite con m¨¢s o menos rapidez a los precios finales las alteraciones de sus costes. En segundo lugar, una parte no despreciable del consumo energ¨¦tico de las familias y otra proporci¨®n considerable del consumo energ¨¦tico industrial se traduce en consumo de gas natural y en consumo de gases licuados del petr¨®leo. El encarecimiento del gas natural y del petr¨®leo tambi¨¦n se est¨¢ repercutiendo con prontitud a los precios finales del gas natural y de los gases licuados del petr¨®leo.
Los precios el¨¦ctricos
Si esto es as¨ª, cabe preguntarse si se repercute a los consumidores de electricidad los mayores costes en los que hay que incurrir para producirla. La respuesta es que, a diferencia de lo que ocurre con los hidrocarburos l¨ªquidos y gaseosos, la pol¨ªtica de los precios el¨¦ctricos no repercute con prontitud las modificaciones de sus costes, lo que debe calificarse de muy preocupante.
Las familias y las empresas acceden al consumo de electricidad contrat¨¢ndola con un comercializador (suministro liberalizado) o contrat¨¢ndola con la compa?¨ªa distribuidora de la zona en la que se encuentre el consumidor (suministro a tarifa o regulado).
En el suministro a tarifa puede distinguirse un precio ex-ante y un precio ex-post de la electricidad (cuya unidad es el kW/h); el primero es el que figura en la tarifa, fijada a principios de cada a?o por el Gobierno, que el consumidor debe pagar cuando la consume. Aproximadamente (datos de 2006) el 28% del precio de la electricidad establecido en la tarifa va destinado a retribuir a las redes de alta tensi¨®n (la transportista REE) y a las redes de media y baja tensi¨®n (compa?¨ªas distribuidoras), otro 28% va destinado a subsidiar las energ¨ªas renovables, a posibilitar que el precio de la electricidad en los dos archipi¨¦lagos y en Ceuta y Melilla sea el mismo que en la Pen¨ªnsula y a otros conceptos de menor cuant¨ªa. Con el restante 44%, los distribuidores compran y pagan la electricidad a los productores (generadores).
El car¨¢cter de estos tres porcentajes es distinto: mientras las magnitudes que recogen los dos primeros son f¨¢cilmente predecibles, el tercero var¨ªa como consecuencia de las oscilaciones del precio del kW/h, que se determina en el mercado el¨¦ctrico en el que los demandantes (distribuidores y comercializadores) compran a los oferentes (generadores) la electricidad que ¨¦stos producen. Los precios determinados en este mercado oscilan en funci¨®n de la demanda (actividad econ¨®mica y temperatura: calefacci¨®n y aire acondicionado) y de que la electricidad se genere con una tecnolog¨ªa u otra, as¨ª como de cu¨¢l sea el precio de los combustibles.
Si cuando finaliza un a?o, el precio medio del kW/h (precio ex-post) establecido en el mercado el¨¦ctrico ha resultado ser superior al precio ex-ante que el Gobierno fij¨® 365 d¨ªas antes, las empresas distribuidoras se encontrar¨¢n con que los ingresos provenientes de las facturas pagadas por los consumidores son insuficientes, apareciendo lo que se ha venido en llamar d¨¦ficit tarifario. En el suministro regulado existe alg¨²n tipo de compromiso que garantiza a las distribuidoras la cobertura de los costes incurridos, evitando as¨ª la aparici¨®n de quiebras empresariales y apagones el¨¦ctricos como los de California en 2001.
En 2000, 2001 y 2002, el precio del suministro el¨¦ctrico establecido en las tarifas que paga cada consumidor result¨® insuficiente para cubrir los costes en que incurrieron las compa?¨ªas distribuidoras de electricidad. El d¨¦ficit tarifario conjunto del trienio fue de m¨¢s de 1.500 millones de euros. En 2003, el Gobierno, al reconocer los errores de previsi¨®n cometidos en las tarifas de 2000, 2001 y 2002, acept¨® que las distribuidoras el¨¦ctricas recuperasen los 1.500 millones.
En 2005 se volvi¨® a incurrir en error de previsi¨®n y, por tanto, tambi¨¦n se registr¨® d¨¦ficit tarifario. Frente a un precio medio (ex-ante) del kW/h de 3,895 c¨¦ntimos de euro previsto en las tarifas, al finalizar el a?o se comprob¨® que el precio (ex-post) realmente registrado en el mercado hab¨ªa sido de 6,575 c¨¦ntimos de euro, casi un 69% superior. Consecuentemente, el d¨¦ficit tarifario generado en 2005 ha sido de 3.800 millones de euros. En 2006, la tarifa el¨¦ctrica prev¨¦ que el precio medio de un kW/h sea de 4,235 c¨¦ntimos de euro; si el precio medio registrado a lo largo del a?o supera tal precio, volver¨¢ a contabilizarse d¨¦ficit tarifario.
?Por qu¨¦ se produce el d¨¦ficit tarifario? La respuesta radica en que a lo largo del a?o el precio del mercado el¨¦ctrico, que supone en torno al citado 44% del precio total del suministro, puede diferir, en mayor o menor medida, del previsto al inicio del a?o. Tal discrepancia es especialmente relevante cuando los costes variables de producci¨®n de la electricidad (los costes de los combustibles) crecen mucho; esto es lo que ocurre en 2005 y en 2006, por la subida de los precios del gas natural y del crudo de petr¨®leo. Este encarecimiento de los hidrocarburos se ve agravado porque la electricidad generada con estos combustibles ha crecido en muy poco tiempo de forma sustancial: mientras en 2000 la electricidad producida en Espa?a mediante la utilizaci¨®n de hidrocarburos no lleg¨® al 6%, en 2005 este porcentaje estuvo pr¨®ximo al 24%; por el contrario, mientras que en 2000 m¨¢s del 46% de la electricidad producida fue de origen hidr¨¢ulico y nuclear, de coste variable muy reducido, este porcentaje desciende en 2005 al 31%.
A la vista de este cambio del denominado mix tecnol¨®gico y del encarecimiento de los hidrocarburos (l¨ªquidos y gaseosos) no puede sorprender que el precio medio ex-post haya crecido de modo tan significativo. Si a ello se une el voluntarismo que ha presidido la fijaci¨®n del precio ex-ante y otros factores menores, est¨¢ explicado el d¨¦ficit tarifario.
El problema del d¨¦ficit tarifario se viene resolviendo mediante dos mecanismos. En primer lugar, a lo largo de los pr¨®ximos a?os, los consumidores, adem¨¢s de pagar la electricidad que consumen en cada momento, pagar¨¢n (ya lo est¨¢n haciendo) un suplemento que corresponde a los d¨¦ficit del pasado; cada d¨¦ficit tarifario se paga en numerosos, y por tanto c¨®modos, plazos: el d¨¦ficit tarifario del trienio 2000-2002 terminar¨¢ de pagarse en 2010 y, por lo tanto, cualquier factura el¨¦ctrica pagada en, por ejemplo, 2006 incluye un suplemento destinado a cubrir el citado d¨¦ficit tarifario. En la jerga de algunos ambientes, este proceso es denominado laminaci¨®n del d¨¦ficit tarifario. En segundo lugar, las distribuidoras el¨¦ctricas reciben desde el primer momento el d¨¦ficit tarifario, ya que inicialmente las generadoras vienen obligadas (por orden ministerial) a financiarlas; posteriormente, las entidades bancarias financian a las generadoras, adelant¨¢ndoles los numerosos pagos aplazados de los consumidores, mediante la titulizaci¨®n de los derechos de cobro de tales suplementos.
En la medida en que se reconoce el d¨¦ficit tarifario y las compa?¨ªas distribuidoras perciben la totalidad de los costes de suministro, parecer¨ªa que los mayores costes derivados de la crisis energ¨¦tica se est¨¢n repercutiendo al precio final de la electricidad. Lo cierto, sin embargo, es que a principio de 2003 la tarifa no subi¨® de manera suficiente para recuperar, instant¨¢nea o cuasi instant¨¢neamente, el d¨¦ficit tarifario del trienio anterior. Del mismo modo, la tarifa el¨¦ctrica de 2006 no s¨®lo no subi¨® lo suficiente para pagar el enorme d¨¦ficit tarifario de 2005, sino que opta por ser optimista sobre la evoluci¨®n del precio del petr¨®leo y anuncia que, cuando se determine qu¨¦ parte del d¨¦ficit tarifario ser¨¢ reconocida, se permitir¨¢ su titulizaci¨®n. El crecimiento de la tarifa en 2006 fue tan exiguo que antes de finalizar febrero el volumen del d¨¦ficit acumulado oblig¨® al Gobierno a promulgar un real decreto ley.
Aparentemente podr¨ªa afirmarse que no hay nada heterodoxo en esta forma de resolver el problema del d¨¦ficit tarifario, ya que, aun cuando lo hacen en dos partes, los consumidores terminan pagando el precio total del suministro: el precio ex-ante lo pagan al contado y la diferencia entre el precio ex-post y el precio ex-ante del kW/h le es financiada a muy largo plazo. Alguien podr¨ªa afirmar que esta financiaci¨®n no tiene nada de especial, ya que frecuentemente los consumidores solicitan, y obtienen, financiaci¨®n cuando van a adquirir cualquier bien de consumo.
Sin embargo, esta conclusi¨®n es err¨®nea, ya que los consumidores, al adoptar sus decisiones (cu¨¢nta electricidad van a consumir) de acuerdo con un precio (ex-ante) que es inferior al que debieran pagar, deciden consumir una cantidad de electricidad que es superior a la eficiente. El consumidor no es consciente del encarecimiento de la electricidad, ya que el aumento de precio ser¨¢ pagado por otros consumidores en otro momento: los consumidores de hoy est¨¢n subsidiados (pagan un precio artificialmente bajo) por futuros consumidores. Se consume la cantidad de electricidad correspondiente al precio ex-ante, cantidad que es superior a la que se consumir¨ªa si se conociese el precio ex-post, que finalmente ingresar¨¢ la distribuidora. Visto de otro modo, los consumidores pagan por la electricidad consumida un precio superior al que determina su funci¨®n de demanda, pudi¨¦ndose afirmar que, sin tener responsabilidad en que esto sea as¨ª, las compa?¨ªas generadoras de electricidad, con este modo de resolver el problema del d¨¦ficit tarifario, obtienen superiores beneficios de los que registrar¨ªan si el d¨¦ficit tarifario fuera abordado de otra forma. Para los iniciados en el instrumental anal¨ªtico usado por los economistas: el punto cuyas coordenadas son la cantidad de electricidad consumida y el precio finalmente percibido por la compa?¨ªa distribuidora queda situado por arriba y a la derecha de la funci¨®n de la demanda agregada de los consumidores el¨¦ctricos, en vez de formar parte de dicha funci¨®n.
Este fen¨®meno debe tener algo que ver con el hecho de que el consumo de energ¨ªa final por unidad de PIB sea en Espa?a el m¨¢s alto de todas las econom¨ªas de la OCDE; otra manifestaci¨®n de esta pol¨ªtica de precios es que, mientras en el periodo 2000-2005, el PIB espa?ol ha crecido a una tasa media acumulativa del 3,14%, el consumo de electricidad en el mismo periodo ha crecido a una tasa media acumulativa del 4,91%.
En condiciones normales, un consumidor que dedica una parte de sus ingresos a la adquisici¨®n de un bien debe cambiar sus planes cuando el precio de este bien var¨ªa; si el precio aumenta, compra menos cantidad del bien. La obtenci¨®n de financiaci¨®n no altera su situaci¨®n (menor cantidad adquirida), puesto que finalmente el consumidor toma en consideraci¨®n el nuevo precio y no olvida que tiene que devolver la financiaci¨®n obtenida. En este caso, la financiaci¨®n es neutra. Sin embargo, cuando es el coste de la electricidad el que sube y se opta por no repercutirlo con rapidez a la tarifa, aplazando su pago en largos periodos, se constata que esta forma de financiaci¨®n no es neutra, porque al ocultar al consumidor la informaci¨®n relevante (precio ex-post muy superior al precio ex-ante) evita que reduzca su consumo de electricidad. Esto es as¨ª porque el consumidor no es consciente de que el precio es otro superior y porque la cantidad financiada (aumento del precio cuyo pago se aplaza) realmente debe ser devuelta por otros (futuros) consumidores.
?Por qu¨¦ los consumidores de carburantes, de gas natural y de gases licuados del petr¨®leo ven evolucionar los precios de estos productos y por qu¨¦ no ocurre lo mismo con los precios de la electricidad?
Las pol¨ªticas que intentan evitar la repercusi¨®n a los consumidores de unos precios energ¨¦ticos superiores ignoran que, en contra de la elevaci¨®n del precio del petr¨®leo, no se puede hacer otra cosa que no sea su aceptaci¨®n. Teniendo en cuenta todo esto, es necesario repercutir los mayores costes de producci¨®n de la electricidad en sus precios: debe permitirse que los consumidores ajusten sus planes de consumo a unos mayores precios. A los que quieren seguir laminando (los d¨¦ficit tarifarios) hay que decirles que esta laminaci¨®n no es una actividad recomendable; quiz¨¢ sea porque la laminaci¨®n es propia de actividades metal¨²rgicas como la siderurgia y el sector del aluminio.
Es prioritario trasladar, en la mayor medida posible y lo m¨¢s r¨¢pidamente que se pueda, la subida del precio del petr¨®leo y del gas natural a los consumidores de electricidad. Nuestro IPC empeorar¨¢ durante unos meses, pero los consumidores espa?oles tomar¨¢n las decisiones correctas de acuerdo con los precios actuales de la energ¨ªa primaria; ahora esto no sucede porque a los consumidores no se les suministra la informaci¨®n necesaria. Las elevaciones de algunos precios no deben ser reprimidas. Por parad¨®jico que pueda parecer, la lucha contra la inflaci¨®n debe aceptar las subidas de precios impuestas por los procesos de reasignaci¨®n de recursos; tales subidas no pueden calificarse de inflacionistas, y todo control que pretenda contenerlas s¨®lo conseguir¨¢ reprimirlas temporalmente. Como afirmaba recientemente un destacado analista, aunque una subida de precios es desagradable, hay que sincerarla, no se puede ocultar. Hay que evitar el clima de que no hay dificultades.
Cuando los precios de determinados bienes experimentan subidas consideradas especialmente indeseables, las autoridades est¨¢n tentadas a establecer controles sobre dichos precios. El aumento del IPC es un indicador de la inflaci¨®n, pero como todos los indicadores, en determinadas circunstancias, no consigue reflejar correctamente el fen¨®meno que pretende medir; no debe confundirse inflaci¨®n con IPC. Los controles de precios pueden reprimir de momento algunas elevaciones de precios, pero pierden toda su virtualidad cuando transcurre cierto periodo de tiempo debido a que no se puede evitar que tales alzas acaben manifest¨¢ndose.
Una matizaci¨®n
Llegados a este punto se puede alegar que en todo lo que antecede se da por v¨¢lido el precio del kW/h determinado en el mercado el¨¦ctrico, cuando son muchos los estudiosos que cuestionan que tal precio sea el que debe retribuir la producci¨®n de electricidad y, especialmente, que deba retribuir toda la electricidad generada. A este respecto, todo lo hasta aqu¨ª se?alado es independiente de la opini¨®n que se tenga sobre el funcionamiento del mercado el¨¦ctrico, y por ello no debe ser ¨®bice para que en breve plazo se acometan las necesarias reformas regulatorias que garanticen que tal mercado sea competitivo, si es que actualmente no lo es. Debe quedar claro que el consumidor debe pagar lo que consume. Dicho de otro modo, si al principio de 2003 se reconoce que las empresas distribuidoras deben recibir en concepto de d¨¦ficit tarifario del trienio anterior 1.500 millones de euros, ¨¦stos deben ser pagados, m¨¢s o menos instant¨¢neamente, por los consumidores. Igualmente, si las pr¨®ximas semanas el Gobierno decide reconocer, total o parcialmente, los 3.800 millones de euros, las tarifas deben elevarse -como mucho en pocas veces- en la cuant¨ªa necesaria para recuperar tal d¨¦ficit tarifario; si, por el contrario, el Gobierno hace compatible tal reconocimiento del d¨¦ficit con una peque?a subida de tarifas el¨¦ctricas, estar¨¢ dando muestras de que va a continuar con esta err¨®nea pol¨ªtica de precios.
Es seguro que el sector el¨¦ctrico tiene muchos problemas planteados y que es conveniente resolverlos en los pr¨®ximos meses. Es posible que el problema de la traslaci¨®n de los mayores costes a los precios finales de la electricidad no sea el problema m¨¢s importante de los que tiene planteados el sector el¨¦ctrico espa?ol; pero es casi seguro que ¨¦ste es un problema importante de la econom¨ªa espa?ola. Lo m¨¢s relevante, sin embargo, es que este problema es f¨¢cil de resolver, aunque las autoridades lo duden y aunque los consumidores y empresas no lo acepten.
Luis Albentosa es consejero de la Comisi¨®n Nacional de Energ¨ªa.
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