Boeing limpia la trastienda
James McNerney se puso al frente de Boeing con un objetivo: dar el carpetazo definitivo a los esc¨¢ndalos y las disfunciones internas que azotan la imagen de la compa?¨ªa desde hace tres a?os. Es el tercer presidente ejecutivo del gigante aeroespacial en esta tumultuosa etapa. Y esta semana, McNerney lograba su primera gran victoria al cerrar un pacto con el Gobierno de EE UU para zanjar, al margen de los tribunales, los casos de espionaje industrial a Lockheed Martin (en el mercado de las lanzaderas) y a Airbus, por el pol¨¦mico contrato de aviones cisterna para la Fuerza A¨¦rea. Boeing acept¨® pagar una multa de 482 millones de euros para cerrar todos estos litigios.
El antiguo consejero delegado de 3M, uno de los ejecutivos m¨¢s solicitados en el universo corporativo, sucedi¨® en el cargo a Harry Stonecipher, despedido en marzo de 2005 como presidente y consejero delegado de Boeing despu¨¦s de que se desvelara que manten¨ªa una relaci¨®n extramatrimonial con una vicepresidente de la compa?¨ªa. Stonecipher sustituy¨®, a su vez, a Phil Condit, que se vio obligado a dimitir 15 meses antes por los continuos esc¨¢ndalos a los que se enfrentaba la compa?¨ªa con el Pent¨¢gono y por la creciente presi¨®n del Congreso de EE UU.
El actual presidente se ha propuesto dar carpetazo a tres a?os de esc¨¢ndalos diversos
La compa?¨ªa aeron¨¢utica pacta con el Gobierno para cerrar un litigio por espionaje industrial
Las disfunciones o violaciones del c¨®digo ¨¦tico afloraron en la divisi¨®n de Sistemas Integrados de Defensa. Es el mayor negocio en el ¨¢mbito del sector militar y espacial del mundo, con una facturaci¨®n que en 2005 lleg¨® a los 30.791 millones de d¨®lares (unos 24.000 millones de euros), seg¨²n los datos de la compa?¨ªa. El segmento de aviones militares y de sistemas de armamento registr¨® unos ingresos ese a?o de 11.444 millones, mientras que las ventas de lanzadores y sistemas orbitales cayeron hasta los 2.741 millones (8%), debido a los recortes que est¨¢ aplicando el Pent¨¢gono a esos contratos.
Para hacer frente a esta nueva realidad, Boeing y Lockheed Martin forjaron el a?o pasado una alianza para monopolizar los contratos de lanzaderas para la NASA y el Departamento de Defensa. La combinaci¨®n de las actividades de producci¨®n, ingenier¨ªa y operaciones de lanzamiento de los dos gigantes de la defensa estadounidense -pendiente a¨²n de aprobaci¨®n- habr¨ªa sido impensable a finales de la d¨¦cada de los noventa. Eran los a?os en los que en Boeing reinaba la filosof¨ªa de "ganar a cualquier coste".
Boeing opt¨® entonces por jugar sucio en los concursos y sus empleados se hicieron con miles documentos confidenciales de Lockheed Martin para alzarse con los contratos, sin que los ejecutivos se molestaran en preguntar de d¨®nde sal¨ªa tanta informaci¨®n. Los informes llegaron bajo el brazo de Kenneth Branch, un antiguo directivo de Lockheed Martin que fue contratado por Boeing en 1997. En la "trama conspirativa", como la defini¨® el Departamento de Justicia en el proceso que lanz¨® en junio de 2003, particip¨® el ingeniero William Erskine.
Los documentos (de m¨¢s de 3.800 p¨¢ginas) rondaron por las manos de docenas de empleados de Boeing durante un par de a?os. Los contratos en juego para las 28 lanzaderas de la Fuerza A¨¦rea se estimaban en 2.000 millones de d¨®lares (unos 1.500 millones de euros). Boeing se hizo con 19 para sus cohetes Delta y Lockheed recibi¨® las restantes. Erskine explic¨® que reclut¨® a Branch porque se comprometi¨® a ayudar a la compa?¨ªa a ganar la mayor parte de los contratos del Pent¨¢gono para sus cohetes Delta. Los dos fueron despedidos en agosto de 1999 y est¨¢n pendientes de ser procesados.
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