Holanda e Hirsi Al¨ª
El caso de Ayaan Hirsi Al¨ª ha puesto de relieve las profundas contradicciones de una sociedad, la holandesa, que ha visto c¨®mo sus acrisolados valores liberales son sometidos a la prueba de fuego de un mill¨®n de inmigrantes musulmanes no siempre dispuestos a la integraci¨®n. La carrera de su m¨¢s famosa diputada y cr¨ªtica radical del islam, nacida en Somalia, acab¨® la semana pasada con su dimisi¨®n y el anuncio de su traslado a EE UU, despu¨¦s de que la estricta ministra de Inmigraci¨®n -Rita Verdonk, de su propio partido liberal- anunciase que le retirar¨ªa la ciudadan¨ªa por haber mentido cuando solicit¨® asilo en 1992. La conmoci¨®n pol¨ªtica ha sido de tal naturaleza que, menos de 24 horas despu¨¦s, el Parlamento ped¨ªa a la ministra que reconsiderara su decisi¨®n. Verdonk, que tiene aspiraciones a la jefatura del Gobierno el a?o pr¨®ximo, ha anunciado que admitir¨¢ inmediatamente una nueva solicitud de ciudadan¨ªa de Hirsi Al¨ª.
El caso Hirsi ya est¨¢ sentenciado. La pol¨ªtica holandesa no ser¨¢ la misma sin la presencia de una mujer que, con su tenacidad, ha puesto a los ciudadanos frente al dilema de decidir si son compatibles determinadas pr¨¢cticas y tradiciones isl¨¢micas con una sociedad abierta. Lo de menos es que Hirsi mintiese cuando pidi¨® asilo pol¨ªtico, como pretendi¨® revelar un documental de la televisi¨®n estatal la semana pasada. Esa mentira era conocida y admitida por la ex diputada p¨²blicamente desde hace cuatro a?os. Aderez¨® su nombre, fecha de nacimiento y procedencia para no ser localizada y librarse de un matrimonio de conveniencia arreglado por su familia en Canad¨¢.
Lo relevante, y la causa de su adi¨®s a Holanda, es la inc¨®moda consistencia con que esta mujer nacida y educada en un islam rigorista y tradicional expone la opresi¨®n sufrida en el seno de una religi¨®n que ella abandon¨® hace cuatro a?os. Entonces comenzaron las amenazas de muerte contra Hirsi, que se multiplicaron tras el asesinato en 2004 por un islamista del cineasta Theo Van Gogh. El desenlace del caso Hirsi ha sumido en un grave dilema a Holanda, que alcanza de hecho a toda Europa, y obliga a combinar el rechazo del fundamentalismo y la correspondiente exigencia respecto a los valores democr¨¢ticos y ciudadanos con el respeto a las creencias de todos.
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