La rotura del brazo de una gr¨²a obliga a desalojar a 40 familias del distrito de Tetu¨¢n
Tras 12 horas de espera, los evacuados vuelven a las casas sobre las que pend¨ªa el aparato
Beatriz se despert¨® a las nueve de la ma?ana al o¨ªr que alguien aporreaba las puertas de su casa. Cuando los bomberos le dijeron que ten¨ªa que abandonar su piso, s¨®lo tuvo tiempo de ponerse una camiseta del rev¨¦s, coger el bolso y salir corriendo. Como ella, 40 familias tuvieron que desalojar ayer tres edificios del distrito de Tetu¨¢n debido a la rotura del cable que sujetaba el brazo de una gr¨²a que pend¨ªa sobre sus viviendas. Los vecinos fueron atendidos por la tarde en un centro social. Al comenzar la noche, despu¨¦s de que la empresa colocara un nuevo tirante de acero, los afectados regresaron a sus casas.
Una llamada de un vecino alert¨® a primera hora de la ma?ana a los servicios de Emergencias Madrid. El comunicante inform¨® de que una gr¨²a, situada en la calle de los Molinos y con un peso aproximado de 3.500 kilos, ten¨ªa una pluma que estaba torcida. Seg¨²n explic¨® un portavoz de Emergencias, el motivo de que el aparato se venciera hacia un lado fue la rotura de uno de los cuatro cables de acero que sujetaban el brazo m¨¢s corto de la gr¨²a. Este brazo, que sirve de contrapeso, por lo que se le llama contrapluma, mide unos diez metros de longitud y soporta unos bloques que sirven de contrapeso al otro brazo, de unos 25 metros.
Para retirar el brazo doblado, fue necesaria la actuaci¨®n de dos camiones gr¨²a que comenzaron a funcionar por la tarde. El peligro de la operaci¨®n, realizada por la empresa constructora de las obras con el asesoramiento t¨¦cnico de los bomberos del Ayuntamiento de Madrid, radicaba en la posibilidad de que estos cuatro bloques -tres de 1.000 kilos y uno de 700 kilos- se cayeran o que el brazo se terminara de romper e impactara sobre alguno de los tres edificios desalojados: el n¨²mero 40 de la calle de Berruguete, el 4 de la calle de Palacios y el 3 de la calle de los Molinos.
Un bombero y un operario de la empresa constructora subieron al brazo contrapluma, donde reemplazaron el tirante de acero da?ado. Posteriormente, giraron 180 grados el brazo corto o antepluma, que cargaba los 3.700 kilos de contrapeso, hacia la calle de Berruguete, donde le esperaba otra gr¨²a para descargar los contrapesos.
Una vez finalizada esta operaci¨®n, a las nueve de la noche, los vecinos pudieron regresar a sus viviendas. En ese momento, todav¨ªa faltaba reemplazar la estructura da?ada por una nueva, pero, seg¨²n la explicaci¨®n que dio a este peri¨®dico Emergencias, esta operaci¨®n ya no revest¨ªa peligro, por lo que se pod¨ªa hacer con los inquilinos de las casas afectadas dentro.
Larga espera en la calle
Por la ma?ana, dos decenas de vecinos comentaban su situaci¨®n en la calle mientras esperaban que alguien les ofreciera soluciones o, al menos, les dijera d¨®nde iban a pasar las pr¨®ximas horas. "Sal¨ª de casa antes de las nueve de la ma?ana y me enter¨¦ por una vecina de que hab¨ªan desalojado a mi hijo", contaba Ascensi¨®n. "Al pobre s¨®lo le dio tiempo a coger el tel¨¦fono m¨®vil", se lamentaba. "Y encima, el director del colegio no se crey¨® la historia y no dejaba salir a mi hijo de clase", agregaba angustiada Ascensi¨®n.
"Lo peor..., no quiero ni pensarlo", dec¨ªa Ana, la hija de Ascensi¨®n. El suceso coincidi¨® con el d¨ªa en que los dos colegios cercanos de salesianos celebran el d¨ªa de su patrona, la Virgen Mar¨ªa Auxiliadora, y la sacan en procesi¨®n por las calles del barrio de Berruguete (cercano a la zona de Estrecho). "Por lo menos, si no tenemos casa, podremos entretenernos viendo pasar la procesi¨®n", se conformaba Ana, que no pudo acudir a su trabajo de profesora de educaci¨®n infantil a causa del incidente.
Beatriz vive en el cuarto y ¨²ltimo piso del n¨²mero 4 de la calle de Palacios, situado justo debajo de donde pende el brazo defectuoso. Estaba en la cama cuando los bomberos "aporrearon" la puerta porque ayer era su d¨ªa libre de su trabajo como enfermera. A pesar de que se tomaba la cosa con humor -"f¨ªjate qu¨¦ tonter¨ªa, lo ¨²nico que he cogido han sido el bolso y las llaves, cuando no s¨¦ si voy a poder volver a entrar en mi casa"-, tambi¨¦n mostraba su preocupaci¨®n por la posibilidad de que la gr¨²a se viniera abajo y que perdiera "todos los recuerdos de 28 a?os de vida". Beatriz se quejaba de que la empresa constructora llevaba tres a?os para realizar la obra -"parece que est¨¦n construyendo el monasterio de El Escorial"- y de los ruidos que tiene que soportar las ma?anas de los d¨ªas que ha trabajado por la noche.
Su vecina M¨®nica -tambi¨¦n del cuarto piso y tambi¨¦n enfermera- no acudi¨® a su trabajo porque quer¨ªa saber qu¨¦ pasaba con su vivienda. "Lo que m¨¢s me molesta es que nadie nos d¨¦ ninguna informaci¨®n; ni siquiera nos podemos ir a comer tranquilamente", se quejaba antes de que los servicios del Samur Social llevaran a los vecinos al centro c¨ªvico de La Remonta, situado en la plaza del mismo nombre.
All¨ª, una treintena de personas recibieron bocadillos y bebidas y, sobre todo, un lugar donde pasar las horas. La presencia de los evacuados gener¨® momentos de incertidumbre entre los jubilados que llegaban al centro c¨ªvico para recibir su clase de baile de sal¨®n de todos los mi¨¦rcoles. Una residente en la calle de Palacios protestaba por que los quisieran echar de la sala donde estaban. "Con todo lo que estamos pasando durante el d¨ªa de hoy...", se lamentaba.
Los responsables del centro encontraron una soluci¨®n: los desalojados inaugurar¨ªan una sala reci¨¦n construida en el primer piso, y los jubilados podr¨ªan bailar alegremente en la planta baja, donde suelen hacerlo. "La verdad es que nos han tratado fenomenal, incluso nos han subido todo el catering que sobraba", comentaba Carmen, muy agradecida con los miembros del Samur Social.
Finalmente, las 40 familias regresaron a sus casas a las nueve de la noche. Una de las evacuadas, Carmen, confesaba sentirse "rendida" tras m¨¢s de 14 horas fuera de casa: "Sal¨ª a trabajar de madrugada y cuando ten¨ªa que volver, a las diez de la ma?ana, ya no me dejaron entrar". "Pero bueno, al final s¨®lo ha sido un susto", dec¨ªa ya tranquila desde su sal¨®n.
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