Revisando a Charles Bukowski
?Qui¨¦n debe leer hoy a Charles Bukowski, aquel continuador, pero cargando mucho m¨¢s las tintas, de la literatura de Henry Miller, aquel irreverente, borracho y pendenciero escritor que hizo de su vida materia prima para su obra? Un autor que gust¨® de mezclarse con chulos, fracasados y prostitutas, y que, al menos en el cine, hab¨ªa tenido ya una magn¨ªfica revisi¨®n de la mano de otro iconoclasta como ¨¦l, el italiano Marco Ferreri, en Ordinaria locura (1981), en la que Ben Gazzara recreaba a un escritor muy parecido a Bukowski, por lo menos tanto como un sorprendentemente maduro Matt Dillon se le aparece aqu¨ª.
El preguntarse qui¨¦n lee hoy a Bukowski no es una pregunta ret¨®rica, sino, al menos para este cronista, una verdadera inc¨®gnita: su mundo poco tiene que ver con el de quienes, en presente (Chuck Palahniuk, por poner s¨®lo un ejemplo), se preocupan por retratar, como ¨¦l, hace algunas pocas d¨¦cadas, a seres an¨®nimos expulsados del sue?o americano, a perdedores de todo tipo y pelaje. Sus h¨¦roes, y m¨¢s que nadie el ubicuo escritor que siempre termina siendo su ¨¢lter ego, ese hombre que jam¨¢s pierde de vista que es, ante todo, un escritor, est¨¢n cargados de vida, de deseo, de urgencias. Pero es el mundo en que habitan el que ha cambiado, y tal ver por eso, el noruego Bent Hamer opta en este sobrio buceo a las profundidades del americano, por una ubicaci¨®n temporal de las peripecias bukowskianas en tono neutro: podr¨ªa ser hoy, aunque nos suene a algo de otro tiempo.
FACT?TUM
Direcci¨®n: Bent Hamer. Int¨¦rpretes: Matt Dillon, Lili Taylor, Marisa Tomei, Fisher Stevens, Didier Flamand. G¨¦nero: drama, Noruega/EE.UU., 2005. Duraci¨®n: 94 minutos.
Pero las pulsiones siguen ah¨ª, siguen siendo las mismas de siempre: la sospecha de que la vida pasa y que hay que apurar el c¨¢liz de los deseos (el fumar, claro; pero tambi¨¦n el follar, el beber, el enredarse en un bar de mala muerte en la vida de otros; de otras, mayormente); de que la redenci¨®n s¨®lo est¨¢ en el arte, m¨¢s precisamente, en la literatura; de que hay que asumir el coste de las acciones que uno emprende; de que a pesar de que el mundo en que sus personajes habitan no parece precisamente un jard¨ªn de rosas, nada hay m¨¢s alienante para el protagonista, el tozudo aspirante a ser editado Hans Chinaski (Dillon), que el trabajo remunerado; que nada lo aparta m¨¢s de su destino, en suma, que la gris parodia de vida en que vive la mayor parte de sus contempor¨¢neos.
Hamer filma las andanzas de Chinaski, su siniestra historia de amor con Jan (una reencontrada Lili Taylor, tan bien como en ella es norma), sus encuentros con seres indefinibles (como el que interpreta, muy bien tambi¨¦n, Marisa Tomei), con simpat¨ªa hacia el personaje, pero sin olvidarse de se?alar sus contradicciones. Es por tanto una pel¨ªcula honesta y limpia, un poco acad¨¦mica para contar historias tan tortuosas, es cierto, pero no menos efectiva. Y sirve no s¨®lo como lecci¨®n de vida sino como puerta de acceso hacia el universo Bukowski para toda una generaci¨®n que seguramente desconoce por completo las andanzas de sus derrotados, y sin embargo tan v¨ªvidos personajes.
![Matt Dillon, de pie, en un fotograma de <i>Fact¨®tum.</i>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/URHPPA7AJAPKD3FBNIQBRJDNKU.jpg?auth=fe82f942475ad7937b4d32ee792ff43d187051e1c39488c5297117d6f4bafd00&width=414)
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