El libro que me desasosiega
Leo un reportaje en EL PA?S sobre el ¨¦xito fulgurante del libro La catedral del Mar, de Ildefonso Falcones. Se trata de una novela sobre la construcci¨®n de Santa Maria del Mar, que se ha convertido en un fen¨®meno de ventas. Me entretengo en el reportaje porque siempre que un libro se vende me entra una gran excitaci¨®n (que s¨®lo se ver¨ªa superada en el caso de que el libro fuese m¨ªo). Pero el caso es que hay una frase en el texto que me llama la atenci¨®n: "La novela fue rechazada por varias editoriales hasta que Falcones la puso en manos de una agente que la vendi¨® a Grijalbo".
No es la primera vez que leo que una novela de ¨¦xito fue rechazada por muchas editoriales. Remarcarlo es como demostrar que los que seleccionan los manuscritos no siempre son gente inteligente y preparada o con olfato. El calvario que sufri¨® el ahora famoso escritor da cierto consuelo a los autores noveles o no noveles que tambi¨¦n reciben noes de las editoriales. Pero que un editor rechace un futuro best seller no siempre significa que ese editor sea idiota. Al contrario. Puede significar lo contrario. Puede darse el caso de un editor que rechace una novela simplemente porque le parece mala o porque no encaja con su l¨ªnea editorial. Y puede que la rechace a pesar de intuir que esa novela se vender¨¢ como un bocadillo de morcilla en la puerta de El Bulli. Si todos los editores se rigiesen s¨®lo por criterios comerciales, este mes s¨®lo se contratar¨ªan novelas hist¨®ricas que llevasen por t¨ªtulo El c¨®digo deontol¨®gico, El c¨®digo civil o El c¨®digo de barras.
Del mismo modo, un editor puede decidir contratar una novela a pesar de intuir que no se va a vender. Naturalmente, el deber de todo editor es tratar de vender lo que publica. Y de venderlo mucho. Yo no me f¨ªo de los que dicen que prefieren no vender libros, porque los libros que gustan a la mayor¨ªa son malos. Eso s¨®lo significa una cosa. Que su editorial es una tapadera y, en realidad, ejerce la prostituci¨®n de alto standing en el cuartito donde guarda los ejemplares para guillotinar. Y tampoco me f¨ªo de los escritores que aseguran tener "vocaci¨®n de minoritarios". Se puede tener vocaci¨®n de bueno, pero de minoritario, ?por qu¨¦? Es como tener vocaci¨®n de gustar sexualmente a pocos hombres, pero a muchos no.
As¨ª que, por suerte, como editar libros es distinto de hacer un cat¨¢logo, el editor Jaume Vallcorba, por ejemplo, decidi¨® publicar El libro del desasosiego, de Pessoa. Lo hizo porque le gustaba, pero, como ya supondr¨¢n, no esperaba que los herederos del autor -as¨ª como los herederos de sus heter¨®nimos- se forrasen con la operaci¨®n. Pero el caso es que el libro se convirti¨® en un best seller. Los lectores, siempre tan raros, decidieron comprarlo en masa. Y eso que Pessoa no firm¨® por Sant Jordi, ni sale en la tele (por causas forenses).
Y eso s¨ª. Espero que, despu¨¦s de esto, nadie crea que afirmo que no hay editores idiotas. Los hay, tranquil¨ªcense. Yo conozco a uno que confunde a Tom Wolfe con Tob¨ªas Wolfe. A golpe de talonario compra novelas todav¨ªa sin escribir y siempre que almuerza con los autores para ofrecerles un premio literario (de estos que tanta sorpresa causan al que lo gana) paga la cuenta sin rechistar. Quiero decir que, en algunas editoriales, el que lee los manuscritos seguro que los rechaza s¨®lo porque la portada no es en color.
moliner.empar@gmail.com
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