Aclarar las cosas

La Uni¨®n Europea y Rusia son plenamente conscientes de que su interdependencia es grande, y seguir¨¢ aumentando por inc¨®modas que ambas partes se puedan sentir en ocasiones en esta relaci¨®n. La clave de ¨¦sta, que todos quieren menos tormentosa de lo que se prev¨¦, est¨¢, por supuesto, en la energ¨ªa. La cumbre del pasado jueves en Sochi, a orillas del mar Negro, que reuni¨® al presidente Vlad¨ªmir Putin con el presidente de la Comisi¨®n, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, el canciller austriaco, Wolfgang Sch¨¹ssel, y el jefe de la PESC, Javier Solana, ten¨ªa como principal objetivo limar unas suspicacias que se dispararon cuando toda Europa se vio afectada por una operaci¨®n de castigo de Rusia contra Ucrania, a la que recort¨® el suministro de gas a principios de enero. Rusia demostr¨® su disposici¨®n a utilizar su enorme riqueza energ¨¦tica como arma pol¨ªtica contra vecinos d¨ªscolos. Como es l¨®gico, aquello caus¨® inmensa ansiedad en una Centroeuropa con experiencias terribles bajo una Uni¨®n Sovi¨¦tica con la que Putin se declara cada vez m¨¢s identificado.

Las suspicacias no han desaparecido, pero s¨ª se han podido aclarar cosas. Rusia quiere diversificar su agenda de compradores e inversores en el sector y la UE busca mayor diversidad en sus suministros. Es cierto que China no es a¨²n alternativa a la UE como cliente de Rusia, pero tambi¨¦n que Pek¨ªn no pide ni reprocidad en materia de acceso a mercados, ni transparencia, ni mucho menos respeto a los derechos humanos. En 2007 hay que renovar un tratado de cooperaci¨®n de 1997, cuando Europa se promet¨ªa una Rusia deseosa de integrarse en su sistema democr¨¢tico y econ¨®mico. Hoy en la UE ya nadie habla de eso, sino solamente de garant¨ªas de suministros energ¨¦ticos. Las cosas claras.