Toro manso busca dehesa

Todos los toros no sirven para rejoneo. Mejor dicho, hay ganader¨ªas que no sirven ni para el rejoneo. Por ejemplo, de la Flores Tassara, a la que hay que borrar de la lista porque sus toros se cargaron el festejo de ayer de principio a fin. No es imaginable una mayor dosis de mansedumbre y ausencia de casta. Toros inv¨¢lidos, amuermados, desentendidos por completo de las monturas, parados como marmolillos, y buscando permanentemente las tablas. Instalados en ese terreno miraban con atenci¨®n a los tendidos tratando de encontrar all¨ª el verdor de la dehesa. Y no entend¨ªan c¨®mo s¨®lo hab¨ªa cabezas y abanicos en movimiento. Aunque un toro sea un manso de libro, tambi¨¦n debe tener su corazoncito, y ¨¦stos de ayer se sent¨ªan solos y acobardados, y alguno, como el primero, berreaba lastimeramente en petici¨®n de socorro para su vuelta al campo.
Flores Tassara / Fernandes, Cartagena, Ventura
Toros despuntados para rejoneo de Flores Tassara, bien presentados, muy mansos y descastados. Rui Fernandes: rej¨®n trasero (silencio); dos pinchazos, rej¨®n en lo alto (aviso) y un descabello (silencio). Andy Cartagena: pinchazo y rej¨®n trasero y bajo (palmas); rej¨®n bajo (oreja y dos vueltas). Diego Ventura: rej¨®n bajo y un descabello (oreja); rej¨®n trasero y tres descabellos (ovaci¨®n). Plaza de Las Ventas, 27 de mayo. 18? corrida de feria. Lleno.
Pero, claro, el cometido de los toros bravos es otro, y ah¨ª el fracaso ganadero fue espectacular hasta el punto de convertir un festejo colorista en un espect¨¢culo plomizo.
A pesar de todo, Diego Ventura triunf¨® porque demostr¨® una ilusi¨®n desbordante, vivi¨® la lidia de cada toro con aut¨¦ntica pasi¨®n, y posee una magn¨ªfica cuadra de caballos. Conect¨® con rapidez con los tendidos, que le acompa?aron constantemente con las palmas y disfrutaron con intensidad de la emoci¨®n que el rejoneador pon¨ªa en cada una de las suertes. Templ¨® muy bien a dos bandas, fall¨® algunas veces con las banderillas, pero prevaleci¨® siempre su dominio de las monturas y la espectacularidad de su rejoneo. No pudo abrir la puerta grande porque fall¨® con el descabello en el ¨²ltimo toro de la tarde; de no haber sido as¨ª, le hubieran solicitado con fuerza las dos orejas. Fue una aut¨¦ntica pena que los descastados toros de Flores Tassara emborronaran el festejo. Ya se sabe: no sirven ni para rejoneo.
El portugu¨¦s Rui Fernandes se llev¨® la peor parte del insufrible encierro. Si su primero fue un toro rajado e inv¨¢lido -el que berreaba-, el segundo se quedaba plantado en la arena, ajeno por completo a las llamadas del caballero. Fernandes lleg¨® a desesperarse cuando intentaba una y otra vez colocar una rosa y, al final, se vio obligado a desistir. A decir verdad, tampoco el rejoneador demostr¨® dominio de los caballos ni recursos a la hora de la reuni¨®n ni de clavar rejones y banderillas. En definitiva, muy mal, aburrid¨ªsimo el torero portugu¨¦s, perseguido, eso s¨ª, por la mala suerte.
Cartagena cort¨® una oreja en su segundo, le pidieron con fuerza la segunda y el presidente, muy acertadamente, no la concedi¨® y se gan¨® una injusta bronca. Incluso el trofeo conseguido fue un regalo de un p¨²blico generoso. Cartagena no estuvo, ni mucho menos, a la altura de actuaciones precedentes suyas en esta plaza. Fall¨® y coloc¨® mal banderillas en su primero, muy rajado, y abus¨® de las carreras en el quinto. En la lidia de este toro forz¨® un giro del caballo en las tablas y caballo y caballero se dieron de bruces en el suelo, cuando el toro, afortunadamente, no estaba en su jurisdicci¨®n. En un quiebro posterior, se equivoc¨® y a punto estuvo de tener un percance. En resumen, toreo acelerado y f¨¢cil rejoneo, pero cuajado de imprecisiones que, en verdad, poco importan al p¨²blico asistente.

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