Una mujer en el Consejo de Estado
Catedr¨¢tica, acad¨¦mica de Historia y de Ingenier¨ªa, autora de una veintena de libros y ¨²nica mujer en el Consejo de Estado, la ge¨®grafa Josefina G¨®mez Mendoza es un torbellino intelectual y una cient¨ªfica que va marcando pautas. La geograf¨ªa es su pasi¨®n y su mirada al mundo
?Puede la geograf¨ªa levantar pasiones? Tal parece escuchando a Josefina G¨®mez Mendoza, que ha hecho de la geograf¨ªa su mundo, y de la mirada de ge¨®grafa, una especie de gafas a trav¨¦s de las que ve y explica ese mundo, una realidad de historia, paisajes y territorios que todo lo abarcan y de los que habla con un entusiasmo s¨®lo rebajado por ligeros toques de humor y pragmatismo. Un sentido del humor que propicia las risas y que, unido al dinamismo y naturalidad que despliega, provoca una inmediata reflexi¨®n: las fotos no hacen justicia a G¨®mez Mendoza. Porque en presencia, lejos del aspecto en exceso serio y recatado que suele ofrecer en ellas, parece mucho m¨¢s juvenil, divertida y cercana.
"Algo no funciona en la ordenaci¨®n del territorio. Hay que revisarlo. Marbella no puede tapar todos los desaguisados"
"A mi padre le hubiera encantado verme en el Consejo de Estado, pero, como jurista, le parecer¨ªa chocante"
"En la reforma del Prado, lo que me preocupa es que afecte al bulevar m¨¢s monumental e identitario de Madrid"
Catedr¨¢tica de Geograf¨ªa, segunda rectora de universidad en Espa?a, acad¨¦mica de Historia y de Ingenier¨ªa, consejera del Consejo de Estado, Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, doctora honoris causa por la Universidad Carlos III de Madrid, miembro de varias sociedades cient¨ªficas europeas y americanas, m¨¢s de una veintena de libros publicados y un mont¨®n de destacados honores y premios. No es f¨¢cil tener un curr¨ªculo tan apabullante en Espa?a, menos cuando se es mujer y se tienen 63 a?os. Los tiempos no han corrido a favor de las mujeres, ni de la ciencia.
Viuda, dos hijos y un nieto, Josefina G¨®mez Mendoza, hija del catedr¨¢tico de Derecho Procesal Emilio G¨®mez Orbaneja, no puede disimular sus or¨ªgenes de ni?a de familia ilustrada, republicana y liberal. Cosmopolita, emprendedora y con muchas horas de mundo a sus espaldas, a su ganada fama de torbellino intelectual se une la de saber aglutinar a gente valiosa a su alrededor. Equipos de trabajo punteros en el estudio de la identificaci¨®n de los paisajes de Espa?a y sus aspectos territoriales, ambientales, socioecon¨®micos y culturales.
En la enorme librer¨ªa que recorre el sal¨®n de su casa, discretamente situada pero visible, sorprende la foto dedicada de un impresionante Paul Newman cuarent¨®n. "Tengo que confesar que me lo cruc¨¦ en el puente de Basilea. Me avis¨® mi marido y le ped¨ª una foto. Es una pasi¨®n? Y no ha envejecido mal, mejor que Robert Redford". Un t¨¢ndem que habla por s¨ª solo: libros y belleza cinematogr¨¢fica.
Hace unas semanas, EL PA?S public¨®, en la secci¨®n Gente, una peque?a rese?a de su entrada en la Academia de Ingenier¨ªa, lo que provoc¨® una carta suya al director que, aparte de iron¨ªa, denotaba malestar por el lugar en que la hab¨ªan situado, al lado de los protagonistas de la prensa rosa?
No era enfado. Pas¨® que estaba en un congreso y una amiga me envi¨® un mensaje por el m¨®vil: "P¨¢gina 57, estoy furiosa". Le contest¨¦: "?P¨¢gina 57, de qu¨¦?", y ella me aclar¨®: "De EL PA?S, sales en Gente. ?Quieres que escriba?, porque esto es un tema de mujeres?". Yo lo ve¨ªa m¨¢s por el tratamiento que se da a la ciencia, porque con los honoris causa llueve sobre mojado. Me parece que la Universidad deber¨ªa tener un poquito m¨¢s de cuidado con los nombramientos. Hab¨ªa reflexionado sobre los ¨²ltimos honoris causa: el qu¨ªmico Seraf¨ªn Fraga, el fil¨®sofo Fernando Savater y el cantante Joan Manuel Serrat, y el espacio que los medios de comunicaci¨®n hab¨ªan dedicado a los catedr¨¢ticos y al cantante -al primero, nada; al segundo, unas l¨ªneas, y al tercero, varias p¨¢ginas-. Soy una entusiasta de Serrat, y nadie me parece que tiene m¨¢s m¨¦rito para ser reconocido por la Universidad, pero quiz¨¢ no como honoris causa. Y eso es lo que quer¨ªa transmitir. Hab¨ªa esa doble lectura. Porque citaban a las tres acad¨¦micas de Ingenier¨ªa, y al lado mencionaban las noches locas de Elvis Presley y lo enamoradiza que era la ministra de Cultura de Finlandia? Fue una amalgama entre divertida y preocupada. Y una cuesti¨®n de fondo sobre no tergiversar los temas importantes, sobre preguntarse en qu¨¦ mundo vivimos tan curioso, peculiar y dif¨ªcil de entender a la postre.
Usted misma, adem¨¢s de ser 'honoris causa', posee un curr¨ªculo excepcional para una cient¨ªfica espa?ola. No tiene que haber sido f¨¢cil, ?c¨®mo se las ha arreglado?
No lo he vivido mal, pero s¨ª con mucho trabajo y esfuerzo. Siempre recuerdo lo que, cuando era rectora de la Universidad Aut¨®noma, me dijo un d¨ªa mi hija, que era muy ni?a: "Ya s¨¦ lo que no quiero ser de mayor: rectora". Para m¨ª fue una revelaci¨®n. No era s¨®lo la mirada de la ni?ez, sino la mirada negativa hacia lo que yo transmit¨ªa: estr¨¦s, esfuerzo o quejas.
?No era consciente de ser una excepci¨®n a la regla?
No soy muy aficionada a tomarme demasiado en serio. He hecho cosas, pero creo que el ser ge¨®grafa y bastante cumplidora me ha llevado a hacer los deberes, y como la geograf¨ªa, que es poco visible, est¨¢ en puntos de encuentros diversos como la ingenier¨ªa, las humanidades y las ciencias, he tenido alguna responsabilidad p¨²blica. En el Consejo de Estado, por ejemplo, estoy como ex rectora. Lo he vivido fundamentalmente con tes¨®n y esfuerzo, y con pasi¨®n. Me gusta mucho hacer lo que hago, actividades distintas, aunque a veces es un poco, no s¨¦ si cruel, pero s¨ª exigente, y hay que sacrificar cosas.
En 1984 fue la segunda rectora en Espa?a, de la Aut¨®noma de Madrid, y dur¨® poco m¨¢s de un a?o. Tengo entendido que dimiti¨® porque el claustro se le puso en contra. ?C¨®mo lo vivi¨®?
Yo fui la rectora, la cara visible, pero era un proyecto de grupo, del equipo del rector anterior, Julio Gonz¨¢lez Campos. ?l abandon¨® tras la muerte repentina de su mujer, y en aquel momento, un grupo de personas que estaban en su proyecto, despu¨¦s de discutirlo, establecieron el relevo a trav¨¦s de m¨ª. Nosotros nos hab¨ªamos comprometido a hacer el proyecto de estatutos y que el claustro lo fuera viendo, un poco, salvando las distancias, como el actual Estatuto catal¨¢n? Y, en resumen, hubo tales cambios que los redactores no pod¨ªamos asumirlo como tal. Finalmente ganamos en la votaci¨®n, pero se desencaden¨® una din¨¢mica muy compleja. Y se me plante¨® un problema moral, no pod¨ªa estar en desacuerdo conmigo misma y dimit¨ª, aunque todo el mundo dec¨ªa que ten¨ªa que quedarme. En aquellos momentos lo viv¨ª mal.
?Como una derrota?
Lo viv¨ª con cierto dolor, como un fracaso. En aquel momento fue duro, mi marido me dec¨ªa: "No me gusta que salgas de perdedora". Pero creo que finalmente fue bueno para m¨ª, lo digo con absoluta convicci¨®n. Con cierta perspectiva vital fue como una liberaci¨®n, porque si he podido hacer curr¨ªculo, ha sido porque me fui de rectora. Con todo el respeto y devoci¨®n, creo que consume much¨ªsimo tiempo. A posteriori he pensado que quiz¨¢ influy¨® el hecho de que fuera mujer, pero entonces no lo pens¨¦.
Los que la conocen coinciden en se?alar su excelente formaci¨®n, fruto de una familia laica, ilustrada y republicana.
Lo que me dice es cierto en la medida en que era la normalidad de los hechos. En mi familia nunca se concibi¨® que las cuatro hermanas no estudi¨¢ramos ni trabaj¨¢ramos, y todas tenemos una formaci¨®n com¨²n, la del Liceo Franc¨¦s, biling¨¹e, muy buena entonces, aunque muy sesgada hacia Francia? Mi madre y mis t¨ªas hab¨ªan estudiado en Valladolid en los a?os veinte, eran licenciadas, y aunque luego mi madre no trabaj¨®, no pod¨ªa ni concebir que nosotras no fu¨¦ramos a hacerlo.
Un padre como el suyo, conocido catedr¨¢tico de Derecho Procesal, muy conectado con los intelectuales del 27, amigo de Guill¨¦n y Salinas, supongo que imprime car¨¢cter?
S¨ª, realmente supone mucho. Primero supone los libros, que estaban all¨ª, en casa, y yo sigo marcada por esa disponibilidad de libros. Y cuando digo libros digo cultura, conocimiento. Y es verdad que en mi casa entraban Guill¨¦n, Melchor Fern¨¢ndez Almagro o Garc¨ªa Valdeavellano, era lo normal. ?l era muy amigo de Jorge Guill¨¦n y siempre hab¨ªa esa referencia a los intelectuales del 27. Todos los de mi familia debemos mucho a mis padres, a la formaci¨®n que nos dieron. Yo le preguntaba mucho a mi padre: "?C¨®mo aguantasteis la posguerra? ?C¨®mo unos liberales republicanos como vosotros pudisteis aguantarla?". ?l siempre me dec¨ªa que pensaban que la dictadura se iba a terminar con la guerra mundial, que estaban convencidos de que el final de Hitler iba a suponer el final de Franco, y que cuando se termin¨® la guerra mundial estaban m¨¢s acostumbrados? Era un comentario bastante desolador.
En la posguerra era una ni?a. ?C¨®mo recuerda aquellos a?os duros y grises?
Mi padre se sinti¨® bastante abrumado, no dir¨ªa que amargado, pero abrumado. Le depuraron, le apartaron de la c¨¢tedra de Valladolid y se encontr¨® en los primeros a?os cuarenta con cuatro hijas que ten¨ªa que sacar adelante. Yo siempre le dec¨ªa: "Soy la cuarta hija, ni me mirar¨ªas a la cara?". Y ¨¦l me contaba que tuvo que escribir en una revista de se?oras para ganar alg¨²n dinero. Luego le repusieron en la c¨¢tedra en Salamanca, despu¨¦s de nuevo en Valladolid, y finalmente acab¨® en la Universidad Aut¨®noma de Madrid. En los primeros a?os iba y ven¨ªa a Salamanca, y yo recuerdo de la primera infancia que tra¨ªa lomos de Salamanca. Y tambi¨¦n, que pasamos dificultades como todo el mundo, las cartillas de racionamiento y el haber ido con mi madre a buscar az¨²car, pero no pasamos hambre. A mis padres les cogi¨® la guerra en la Universidad de Santander -a mi padre no le gustaba nada llamarla Men¨¦ndez Pelayo, bajo ning¨²n concepto-, siendo secretario de la universidad Pedro Salinas, y mi padre y Antonio Rubio Sacrist¨¢n, secretarios adjuntos.
Con frecuencia cita a su padre, en los actos p¨²blicos y en su conversaci¨®n. Se ve que le dej¨® una gran huella.
Era una persona muy viva, muy protagonista, hablaba mucho, pero era muy sensato en todos sus juicios. A los hermanos todav¨ªa nos llama la atenci¨®n cu¨¢nto le recordamos y nos preguntamos "?qu¨¦ dir¨ªa pap¨¢ de esto?", lo que demuestra cu¨¢nto nos ha marcado como punto de referencia.
?Y qu¨¦ hubiera dicho de haberla visto en el Consejo de Estado?
Como jurista, no s¨¦ si no le hubiera parecido chocante, a ¨¦l que hab¨ªa sido durante la Rep¨²blica secretario del Tribunal de Garant¨ªas Constitucionales. Le hubiera encantado, pero le habr¨ªa parecido chocante.
Por cierto, cuando la eligieron consejera, en 2004, era la ¨²nica mujer y dijo p¨²blicamente que esperaba que fuera una situaci¨®n an¨®mala y coyuntural.
Y sigo si¨¦ndolo. Hay bastantes letradas, pero consejeras, s¨®lo yo entre 28 consejeros.
?Y qu¨¦ hace una ge¨®grafa en tal alto ¨®rgano donde predominan los juristas?
El Consejo de Estado tiene los consejeros permanentes, los natos en funci¨®n del cargo que ocupan, y los electivos. Este Gobierno propuso consejeros electivos, entre los que me cuento. Y ese asombro suyo lo tuve yo tambi¨¦n cuando me llam¨® la vicepresidenta del Gobierno. En ese momento le dije: "?No querr¨¢ hablar con mi hermana, la mercantilista?" [Mar¨ªa G¨®mez Mendoza fue consejera auton¨®mica de Madrid con Joaqu¨ªn Leguina]. Se ri¨® y me contest¨®: "La ex rectora eres t¨², ?verdad??". Por el Consejo pasa todo lo que el Gobierno quiere mandar a consulta, y de esos temas hay muchos que tienen que ver con mi profesi¨®n, con el territorio y su ordenaci¨®n, el medio ambiente y la conservaci¨®n de la naturaleza.
?No resulta muy fatigoso ir siempre de pionera por la vida?
La verdad es que me aburre bastante ir de pionera. Desde luego, el presidente del Consejo est¨¢ en la idea de que hay que renovarlo y habr¨ªa que comenzar por los consejeros electivos y los natos, hace falta que entren mujeres. Por ejemplo, ha sido muy interesante la discusi¨®n sobre el informe de la reforma constitucional en lo relativo a la sucesi¨®n de la Corona y la primac¨ªa del var¨®n sobre la mujer. Todos los votos al conjunto de la reforma fueron afirmativos, excepto el de Aznar. Y tengo que decir que es uno de los sitios m¨¢s gratos e interesantes en los que he trabajado, por la inteligencia que hay. La altura de los debates es considerable, y eso es muy gratificante cuando he tenido que estar en tantos sitios donde me he aburrido.
Tiene fama de ser combativa, eficaz y magn¨ªfica organizadora. Alguien me ha dicho que atrae gente a su alrededor, como un "sol de una constelaci¨®n".
Ja, ja. Es verdad que soy muy combativa y emprendedora, y creo mucho en el trabajo y en el grupo, pero soy muy desordenada. Casi todo lo que he hecho, en la Aut¨®noma, en la geograf¨ªa, lo he hecho en grupo, no me veo delimitada a mi persona. Lo importante es trabajar con gente con la que encuentras cierta complicidad intelectual y personal y cierta lealtad. Y a partir de ah¨ª me suelo re¨ªr mucho con la gente y las cosas, y cuando te r¨ªes, las cosas funcionan.
?Se considera una persona de izquierdas?
S¨ª, me considero b¨¢sicamente de izquierdas independiente, aunque en mi juventud estuve, como tanta gente, en el entorno del Partido Comunista, y luego, m¨¢s cercana al PSOE.
Ha escrito sobre los viajes de Humboldt y ha viajado mucho por motivos profesionales. ?Qu¨¦ es para usted el viaje?
Me gusta much¨ªsimo viajar, pero me gusta viajar para mirar en el sentido pleno. Como la mayor¨ªa de los ge¨®grafos, no puedo desvincular el viaje de mi trabajo. Casi todos los congresos de geograf¨ªa tienen un d¨ªa en el que sales al campo a hacer un recorrido, exploras una zona y adem¨¢s te la explican, y eso es un privilegio de nuestra profesi¨®n que da significado a lo que est¨¢s viendo. En ese sentido no lo puedo desvincular. Nosotros intentamos educar la mirada para ver lo que pasa, no es lo mismo caminar por un sitio que por otro. Hay un dicho que se repite mucho en mi profesi¨®n: "?En qu¨¦ se reconocen los ge¨®grafos? En que son los que van m¨¢s excitados en el autob¨²s". Porque, vayan por donde vayan, siempre van inquietos y tratando de sacar la foto, tanto en una monta?a como en una zona de vivienda marginal. Tenemos la mirada alerta. En ese sentido lo disfrutamos mucho.
?Qu¨¦ viaje o paisaje recuerda cuando cierra los ojos y sue?a con perderse?
He disfrutado mucho con los paisajes patag¨®nicos y tambi¨¦n con la Puna. La Patagonia es maravillosa. Son viajes que he hecho con compa?eros y han sido muy gozosos, pero tampoco hay que hacer de menos a Europa. Ahora, con la Sociedad Geogr¨¢fica, he descubierto Oriente Medio, Siria, L¨ªbano, Libia, y ha sido algo fastuoso. Pero para escribir el atlas de los paisajes de Espa?a hicimos much¨ªsimos viajes, recorrimos toda Espa?a y fue un esfuerzo inconmensurable, pero tambi¨¦n una suerte enorme, porque tenemos la imagen de Espa?a en el cambio de milenio.
Habr¨¢n podido contemplar el destrozo de paisajes y territorios, y no s¨®lo de las costas. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando con los ge¨®grafos, anta?o tan cercanos al poder con la cartograf¨ªa y las exploraciones, y hoy tan desaparecidos?
Quiz¨¢ no hemos sabido hacernos o¨ªr lo suficiente, sobre todo en cuanto a paisajes rurales que son un patrimonio de primera envergadura, una construcci¨®n y utilizaci¨®n de los recursos y del propio territorio que refleja la sabidur¨ªa de much¨ªsimas generaciones y que en nuestro pa¨ªs son tan diversos, de los paisajes mediterr¨¢neos a los atl¨¢nticos o andaluces. Y lo primero es hacerlos visibles, mostrar sus valores, su posibilidad de evoluci¨®n. No se trata de fosilizarlos, de convertirlos en museos. La pol¨ªtica de conservaci¨®n de la naturaleza pura y dura, de decir aqu¨ª declaro un parque nacional, es decir, un santuario, no puede ser la que se aplique a todo el territorio. Pero tienen un valor cultural y patrimonial que los ge¨®grafos deber¨ªamos ser capaces de transmitir. Contra eso pueden estar los derechos de la propiedad privada, que no tendr¨ªan que ser incompatibles con una ocupaci¨®n del suelo m¨¢s atenta a sus valores culturales, m¨¢s respetuosa. Ha prevalecido un urbanismo especulativo antes de una ordenaci¨®n de recursos m¨¢s respetuosa.
Y no se puede decir que no haya leyes que lo impidan, sino que no se aplican. La especulaci¨®n salvaje encuentra v¨ªa libre en Ayuntamientos y autonom¨ªas, y luego nos rompemos las vestiduras cuando estalla un 'Marbella'.
Creo que tenemos una cierta responsabilidad ciudadana, ser¨¢ que todos llevamos un especulador dentro? Est¨¢ claro que, desde el punto de vista de la ordenaci¨®n del territorio, los mecanismos puestos en marcha no han funcionado correctamente hasta ahora. No cabe que la comunidad andaluza fuera la primera en proclamar y establecer su cat¨¢logo de parques naturales y que luego en uno de los primeros, el Cabo de Gata, se construya ese hotel que todos hemos visto. Algo no ha funcionado. Y eso es lo que todo el mundo tiene que revisar, no vaya a ser que el caso Marbella tape todos los desaguisados. No todo es Marbella, como es obvio, pero todo no deja de ser Marbella? No puede ser que Marbella sirva como excusa.
?Estamos a tiempo de salvar parte del territorio, o ya es demasiado tarde?
Pienso que estamos a tiempo, queda mucho territorio, pero queda todo muy contaminado.
?Y qu¨¦ podemos hacer?
Algunas contaminaciones paisaj¨ªsticas no son tan graves; otras, como Marina d'Or, son lo que son? Pero creo que estamos a tiempo de establecer procesos m¨¢s sensatos y respetuosos, que no supongan detener la actividad, pero s¨ª que sean las grandes actuaciones urban¨ªsticas las acotadas, y que el resto lo podamos manejar de una forma m¨¢s sostenible. Me da mucho miedo el falso lenguaje que lo invade todo y que bajo la etiqueta de sostenibilidad se est¨¦n haciendo las operaciones de m¨¢xima insostenibilidad. Hay cosas que son sobrecogedoras. Los grandes desastres habr¨ªa que declararlos desastres consumados y acotarlos para que no se extiendan. Hoy me han dicho que en Antequera est¨¢n proyectados ocho campos de golf y un aeropuerto? Tenemos que calmarnos un poco, hay que llamar sostenible a lo que es sostenible, y no manipular las palabras.
Como buena conocedora de la historia y el paisaje de Madrid, ?qu¨¦ opina del pol¨¦mico proyecto de reforma del paseo del Prado?
Siempre me he manifestado en contra de que a principios del siglo XXI siga primando en la ciudad un urbanismo obsoleto y supeditado a la circulaci¨®n rodada, que es algo que se remonta a la segunda mitad del siglo XIX. Deber¨ªamos volver al urbanismo de residir, del pasear, ya que iremos necesariamente hacia modelos de transporte p¨²blico. En la reforma del Prado lo que me preocupa de la intervenci¨®n no es especialmente la actitud respecto al coche -la intenci¨®n reductora del tr¨¢fico existe, aunque, a mi juicio, ignora los efectos colaterales en otras calles de gran valor, como Alfonso XII-, sino m¨¢s bien el que afecte al bulevar m¨¢s monumental e identitario de Madrid, un sal¨®n de ¨¢rboles en la acertada definici¨®n de Gald¨®s, sin garantizar la continuidad de paseo peatonal en la plataforma que plantea por el lado del Museo del Prado, y en cambio creando esa v¨ªa de circulaci¨®n rodada, o mejor de congesti¨®n, por el oeste, por el lado del Banco de Espa?a y del Thyssen.
?Piensa que la contestaci¨®n ciudadana y la ampliaci¨®n del periodo de alegaciones cambiar¨¢n algo las cosas?
Si se abre un nuevo plazo de alegaciones, bienvenido sea. La tramitaci¨®n de este proyecto ha sido, creo yo, m¨¢s transparente que el de la M-30, pero en espacio tan sensible, espacio de la memoria y cumbre del urbanismo arbolado, casi el ¨²ltimo que existe, toda precauci¨®n es poca. En patrimonios arbolados tan sobresalientes como ¨¦ste, los mecanismos de informaci¨®n p¨²blica vigentes muestran todas sus limitaciones. En todo caso, yo en esto me atendr¨ªa a lo que dec¨ªa el ingeniero Fern¨¢ndez-Casado: en paisajes sobresalientes, cuantas menos ideas se quieran introducir, mejor.
En alguna ocasi¨®n ha escrito que la geograf¨ªa "no es demasiado estimada en la comunidad cient¨ªfica, se relaciona mal consigo misma y con los dem¨¢s, es poco le¨ªda y reacciona con lentitud a los grandes cambios". Parece demoledor?
Eso lo escrib¨ª hace unos a?os y la situaci¨®n es ahora diferente, los instrumentos han cambiado, y la disponibilidad cartogr¨¢fica, la informaci¨®n, pueden ayudar mucho m¨¢s a la planificaci¨®n y al diagn¨®stico. Y se han creado unas sensibilidades corporativas y profesionales mucho m¨¢s acordes con los tiempos presentes. Los grandes temas territoriales y ambientales, el agua, el paisaje, la conservaci¨®n de la naturaleza en sus diversas formas, el territorio y los espacios periurbanos son los temas que m¨¢s se trabajan en nuestro pa¨ªs.
?Las autonom¨ªas, con sus distintas leyes, no dificultan la ordenaci¨®n del territorio?
Yo creo que no, que el territorio se debe administrar lo m¨¢s cerca posible del ciudadano. Lo que pasa es que si hay alg¨²n desm¨¢n, la Administraci¨®n del Estado no tiene posibilidad de intervenir, excepto cesando a una corporaci¨®n entera, como en Marbella. Pero hay perfiles auton¨®micos muy distintos.
?Y no es inquietante que al final los que acaben ordenando el territorio sean los Ayuntamientos, que no tienen otra fuente de financiaci¨®n que la construcci¨®n?
Quiz¨¢ ah¨ª est¨¢ el dilema, pero la ordenaci¨®n del territorio tiene que ser cercana al ciudadano en autonom¨ªas y Ayuntamientos. Otra cosa es que en un ciclo econ¨®mico tan bonancible como el nuestro las cosas se hayan desmadrado, por eso el seguimiento de las leyes es tan importante, porque puede haber efectos no deseados, incluso nocivos, y algo de eso ha pasado en la ordenaci¨®n del territorio. Nunca ha habido tanto aparato legal y nunca m¨¢s situaciones de crisis que atajar.
Antes citaba los sistemas de informaci¨®n geogr¨¢fica, es ya impresionante lo que cualquier ciudadano puede ver en Internet con Google Earth, da miedo pensar en el alcance que puede tener el Sistema de Informaci¨®n Geogr¨¢fica (SIG), en lo que pueden contemplar los servicios de inteligencia de cualquier pa¨ªs poderoso?
Sin duda da un poquito de miedo, es como el Gran Hermano, los sat¨¦lites film¨¢ndonos a todos? Pero desde el punto de vista geogr¨¢fico, yo creo que es algo que cambiar¨¢ la esencia misma de la geograf¨ªa. No s¨®lo est¨¢ la posibilidad de visualizar y cartografiar, sino de mezclar capas, de interactuar en ese momento e intervenir en el proceso cartogr¨¢fico. Est¨¢ todo por ver, va a una velocidad enorme y convendr¨ªa reflexionar mucho sobre esa disponibilidad fotogr¨¢fica y cartogr¨¢fica de todos los ciudadanos dentro de lo que representa Internet. Es una capacidad tremenda, pero habr¨ªa que saber manejarla.
Usted ha estudiado la geograf¨ªa del inconsciente colectivo, la identificaci¨®n del territorio como naci¨®n, un tema muy actual por la cuesti¨®n de los nacionalismos emergentes en Espa?a y en Europa.
Se ha hablado mucho de cu¨¢nto se ha utilizado la historia para construir el Estado-naci¨®n, y menos de la geograf¨ªa, pero igual que ha habido pol¨ªticas de la historia, ha habido pol¨ªticas de la geograf¨ªa en las que el territorio estaba subyacente. En ese sentido hay un profesor de la Carlos III, que fue alumno m¨ªo, que ha estudiado la construcci¨®n del mapa auton¨®mico espa?ol y hasta qu¨¦ punto, m¨¢s all¨¢ de las nacionalidades o identidades hist¨®ricas, en la medida que se crean territorios y unidades administrativas van fabricando todo, los s¨ªmbolos, los mapas, las banderas, los himnos, toda una simbolog¨ªa de im¨¢genes que se quiere transmitir con relaci¨®n al territorio. Hay una cierta construcci¨®n de entidades territoriales, una geograf¨ªa de los territorios, y se utiliza como tal. Y es impresionante c¨®mo las comunidades aut¨®nomas que hacen leyes en cuyos pre¨¢mbulos se quieren describir a s¨ª mismas, se presentan todas en t¨¦rminos geogr¨¢ficos y siempre como que lo tienen todo. Castilla y Le¨®n dice que es "la m¨¢s grande y la m¨¢s variada", y La Rioja, "la m¨¢s peque?a, pero que tiene de todo". Hay una visi¨®n de interpretaci¨®n y construcci¨®n de im¨¢genes identitarias en t¨¦rminos territoriales. En estos momentos, Espa?a est¨¢ siendo un laboratorio en ese sentido. Mientras el final del siglo XIX y el principio del XX fue el Estado-naci¨®n, ahora son las organizaciones supraestatales tipo Uni¨®n Europea y las subestatales tipo comunidades aut¨®nomas las que tienen protagonismo. Se da esa paradoja, que la globalizaci¨®n es compatible con el aumento de lo local. Hay quien habla incluso de glocalizaci¨®n para mostrar que es global y local.
Hablando de identidades territoriales, los alumnos aprenden ahora en el bachillerato la geograf¨ªa de su autonom¨ªa, sus r¨ªos y monta?as, pero acaban con un desconocimiento total del conjunto geogr¨¢fico de Espa?a.
La Asociaci¨®n de Ge¨®grafos Espa?oles hizo un estudio sobre los libros de texto y hab¨ªa cosas absurdas que lindaban con lo disparatado, como es dar lo propio en 300 p¨¢ginas y el resto en cuatro? La geograf¨ªa espa?ola hab¨ªa construido bien lo que llamaba la geograf¨ªa regional; quiz¨¢ ese nombre puede molestar ahora, pero en el plan de estudios se daba la geograf¨ªa general de Espa?a y la regional, y en mi universidad lo seguimos haciendo as¨ª y es muy bueno.
La Universidad est¨¢ muy presente en su vida. ?C¨®mo afronta estos a?os de plena madurez cercanos a la jubilaci¨®n?
Los profesores universitarios nos tenemos que jubilar a los 70 a?os para que nuestra jubilaci¨®n sea viable, as¨ª que todav¨ªa me quedan unos cuantos a?os de actividad? Desde el punto de vista laboral lo vivo bien, con m¨¢s curiosidades que nunca y, al mismo tiempo, con m¨¢s miedos personales que nunca. Si echo una mirada atr¨¢s, de lo mejor que me ha pasado son los amigos y compa?eros, tengo grand¨ªsimos amigos que me aportan mucho, y buenos compa?eros que intelectual y afectivamente funcionamos bastante a la par. Por supuesto, est¨¢n mis hijos, pero al pasar los a?os, los miedos personales van en aumento. La verdad, esto de envejecer es una faena.
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