M¨¢s all¨¢ de la reconstrucci¨®n
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ENVIADO ESPECIAL
Los Balcanes han sido una bomba de relojer¨ªa para Europa en el siglo XX. Algunos de los conflictos m¨¢s cruentos han empezado all¨ª. En Sarajevo, una inscripci¨®n en un puente recuerda el asesinato del archiduque de Austria, Francisco Jos¨¦, que desencaden¨® la Primera Guerra Mundial. En otro puente se recuerda a la primera v¨ªctima de la reciente guerra de los Balcanes, una joven.
Pese a esta memoria del horror, en Sarajevo quedan pocos recuerdos visuales de la pasada guerra. La herida, como afirm¨® Clos, est¨¢ "cicatrizando" y la reconstrucci¨®n de la ciudad tras el asedio serbio parece una realidad. Salvo por los agujeros hechos por la metralla, que a¨²n pueden verse en algunos edificios, y por el aspecto triste, desangelado y oscuro que ofrecen algunas zonas, nada har¨ªa pensar que hace 10 a?os la ciudad sufr¨ªa una guerra despiadada. Las obras que se est¨¢n ejecutando en muchas calles o el aspecto vital (casi tur¨ªstico) del barrio turco, con sus mezquitas iluminadas y sus rincones comerciales, apoyan tal hip¨®tesis.
Sin embargo, hay algo que no funciona y que no tiene nada que ver con la salud de los edificios ni con la transformaci¨®n urban¨ªstica. La reconstrucci¨®n avanza en Sarajevo. Pero la vida social y el tejido econ¨®mico a¨²n no se han repuesto de tres a?os de bombas.
El dato del paro en Sarajevo pone los pelos de punta. En una ciudad de medio mill¨®n de almas, la tasa de desempleo afecta a casi el 50% de la poblaci¨®n activa. Las ayudas sociales, la econom¨ªa sumergida y el env¨ªo de divisas por parte de los bosnios del extranjero palian esta situaci¨®n. "La gente se pasa tres horas en una cafeter¨ªa tomando algo, porque no tiene nada m¨¢s que hacer", sostiene uno de los cooperantes m¨¢s veteranos, Alonso Barranco.
Y como no hay trabajo, los j¨®venes se van. A Alemania, a Estados Unidos, adonde tienen a alg¨²n familiar que en su d¨ªa huy¨® en busca de una vida m¨¢s digna.
Tampoco este desasosiego se puede entrever. Las chicas bosnias visten modernas, a la manera occidental: tejanos y una camiseta. Como cualquier otra chica que pasee por Barcelona en un d¨ªa de calor.
"Es un pa¨ªs que antes vend¨ªa muebles y ahora vende madera", dice Francesc Freixa, director de cooperaci¨®n internacional del consistorio barcelon¨¦s, para sintetizar el estado en que se encuentra la econom¨ªa de Sarajevo.
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