Un estudio propone medidas para reducir la pesca accidental de tortugas marinas en el Mediterr¨¢neo
Anzuelos y palangres matan muchos ejemplares de especies en peligro de extinci¨®n
Nacer acorazada parece una ventaja para escapar a los predadores de los mares, pero a las tortugas marinas no las salva de dos poderosos enemigos: la contaminaci¨®n y la pesca. Lo advierte as¨ª el informe Las tortugas marinas en el Mediterr¨¢neo. Amenazas y soluciones para la supervivencia de la organizaci¨®n internacional Oceana con el apoyo de la Obra Social de Caja Madrid. Presentado hace unas semanas en Valencia, el estudio analiza los peligros a los que se enfrentan las tortugas marinas y propone medidas para reducir las capturas accidentales por redes y anzuelos.
El comercio y explotaci¨®n de las tortugas marinas -tres especies est¨¢n en peligro de extinci¨®n- est¨¢n prohibidos por la Uni¨®n Europea y tratados internacionales.
En la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica no hay playas de puesta de estos animales, pero se encuentran a gusto en las aguas del Mediterr¨¢neo, especialmente las tortugas bobas, que acuden por centenares de miles a las costas de Alicante, Murcia y Almer¨ªa en los meses de verano. Pueden alcanzar casi un metro ochenta de longitud y un peso de 200 kilos. Como indica el estudio de Oceana, son "grandes migradoras", aunque no hay estimaciones precisas sobre la poblaci¨®n total, explica Xavier Pastor, director de la organizaci¨®n para Europa. Las investigaciones de Oceana, que son preliminares, revelan la importancia del peligro que supone para la supervivencia de las tortugas la captura accidental de la actividad pesquera. El impacto de la pesca de arrastre de fondo se considera bajo, pero no as¨ª el de las redes de deriva y fijas. El arte de pesca con mayores capturas involuntarias es el palangre de superficie, en el que caen, solo en la flota espa?ola (entre 70 y 80 embarcaciones), unas 20.000 tortugas cada a?o, una cifra que ha llegado a alcanzar los 35.000 ejemplares. Pastor explica que en el seguimiento de 100 animales recogidos tras morder anzuelos, a los que se protegi¨® en una piscina salada y se hicieron radiograf¨ªas para ver su evoluci¨®n, muri¨® el 30%. El resto "enquistaba el anzuelo, lo expulsaba o se disolv¨ªa en el est¨®mago", a?ade Pastor.
Para estudiar de cerca el problema, y dentro de un trabajo m¨¢s amplio dirigido por el Instituto Espa?ol de Oceanograf¨ªa, miembros de Oceana han navegado durante dos meses en dos barcos palangreros. Este tipo de pesca consiste en "una l¨ªnea madre" se?alizada por boyas y se divide en tramos de los que penden sedales con anzuelos, que se sumergen a una profundidad de 15 a 25 metros. "En total, una vez calado, el arte puede superar los 60 kil¨®metros de longitud y tener m¨¢s de 2.000 anzuelos", explica el estudio. Su objetivo es el pez espada, y con algunos cambios el at¨²n rojo o bonito del norte. Sin embargo, sus cebos atraen a otras especies, como tiburones y tortugas, e incluso cet¨¢ceos. "Desafortunadamente para las tortugas, sus ¨¢reas de concentraci¨®n y mayor presencia" en el Mediterr¨¢neo se solapan con "la de mayor esfuerzo pesquero", de ah¨ª los altos ¨ªndices de capturas accidentales.
Otro factor "de gran importancia" para evitar capturas indeseadas es la profundidad a la que son calados los anzuelos. Las tortugas prefieren las aguas superficiales y los datos provisionales indican que a mayor profundidad del anzuelo, menos capturas, tambi¨¦n de peces espada juveniles.
Con toda esta informaci¨®n, la organizaci¨®n propone modificaciones en la pesca para mayor protecci¨®n de las tortugas: mayor profundidad de los anzuelos, limitaciones al horario de pesca, zonas y ¨¦pocas de veda en los momentos de mayor concentraci¨®n, el uso de anzuelos circulares y cebos menos atractivos al paladar. Todo ello, sin olvidar que si bien el palangre arroja los mayores apresamientos, otras artes de pesca causan mayor mortalidad.
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