La libertad de la mujer madura
A punto de cumplir los sesenta, la actriz brit¨¢nica de pel¨ªculas m¨ªticas como 'Portero de noche' ha regresado al cine con todos los honores. Protagoniza la ¨²ltima obra de Julio Medem, y en 'Hacia el Sur', de Laurent Cantet, da vida a una mujer madura que compra el amor de los hombres
Ha sido para m¨¢s de una generaci¨®n, es decir, para quienes crecieron con los filmes brit¨¢nicos del free cinema o con las cine-¨®peras pol¨ªticas de Luchino Visconti -The damned (La ca¨ªda de los dioses)-, las pel¨ªculas-esc¨¢ndalo de Liliana Cavani -Portero de noche-, los momentos m¨¢s cin¨¦filos de Woody Allen -Recuerdos de una estrella- o el primer gran homenaje al cine negro -Adi¨®s, mu?eca-, la encarnaci¨®n de una mujer libre, capaz de embarcarse en todas las aventuras y admitir como reales todos los deseos, incluidos los m¨¢s turbios. Charlotte Rampling se asom¨® al cine por primera vez, en 1964, con The knack, de Richard Lester. Hija de militar -"mi padre era un hombre liberal, pero de principios. Te daba un marco muy amplio, pero ten¨ªas que respetarlo"-, empez¨® trabajando como maniqu¨ª y estudiando teatro, "sin pensar nunca que el cine pod¨ªa convertirse en un oficio". Cuarenta a?os m¨¢s tarde tiene una filmograf¨ªa extra?a y enigm¨¢tica que s¨®lo ella puede explicar, en la que se alternan las obras maestras y los dislates, las grandes producciones y las obras casi experimentales. Desde el a?o 2000, cuando se estrenaron Signs and wonders, de Jonathan Nossiter, y Bajo la arena, de Fran?ois Ozon, su carrera parece haber tomado otro rumbo, adaptado a una actriz madura que busca papeles acordes a su edad. Ahora se estrena en Espa?a Vers le Sud (Hacia el Sur), de Laurent Cantet. Y quedan en espera Remake, de Antoine de Caunes, y Ca¨®tica Ana, de Julio Medem, su primera producci¨®n espa?ola.
"Cuando acepto encarnar a un personaje, busco en mi vida para encontrar puntos de contacto. A veces es doloroso"
"Durante mis a?os de depresi¨®n rechac¨¦ proyectos, pero no ten¨ªa ganas de hacer nada. Era como estar muerta en vida"
"Ser mayor tiene algo magn¨ªfico, que es el haber vivido cosas por las que otros, m¨¢s j¨®venes, a¨²n no han pasado"
"Mientras rod¨¢bamos Ca¨®tica Ana se produjo el anuncio de la tregua por parte de ETA. Eso cre¨® un clima muy especial, todos est¨¢bamos muy pendientes de lo que suced¨ªa fuera del plat¨®. La pol¨ªtica me interesa, entre otras cosas porque desde hace algunos a?os vivo con alguien que, aunque es un industrial, tiene que ver con el mundo pol¨ªtico. Cuando lo ves desde dentro, cuando comprendes para qu¨¦ sirve el poder, todo eso te aparece bajo otra luz. Es m¨¢s complejo y rico de lo que nos cuentan los medios de comunicaci¨®n", resume.
?Qu¨¦ la convenci¨® a la hora de embarcarse en 'Ca¨®tica Ana'?
La historia. Se trata de un gui¨®n que te lleva a un mundo po¨¦tico, casi surrealista, en el que la reencarnaci¨®n juega un papel importante y de una gran fuerza simb¨®lica. Y Medem es un poeta. No es alguien que mire el mundo con los mismos ojos que los dem¨¢s. Me envi¨® sus pel¨ªculas anteriores y me pareci¨® que hab¨ªa en ellas cosas extraordinarias, en todos los sentidos de la palabra.
'Hacia el Sur' no trata precisamente de la reencarnaci¨®n, pero s¨ª de la posibilidad de vivir otra vez.
Para m¨ª era una pel¨ªcula dif¨ªcil, personalmente dif¨ªcil. Dud¨¦ antes de aceptar hacerla porque el gui¨®n me pareci¨® muy bueno, y el cine de Cantet corresponde a lo que yo quiero hacer ahora, pero no sab¨ªa si quer¨ªa ser Ellen, mi personaje de Hacia el Sur. Es una historia de mujeres que, durante sus vacaciones, compran hombres.
Si los protagonistas fuesen hombres, ser¨ªa una banal y m¨¢s o menos pat¨¦tica historia de turismo sexual?
En efecto, pero el hecho de que sean mujeres no permite contar eso como una mera inversi¨®n de papeles. Tradicionalmente, el hombre es capaz de separar el sexo del amor. Para la mujer no hay sexo sin ternura, sin juego, sin deseo, sin miradas? el sexo es una de las formas que puede adoptar el amor, pero no es la ¨²nica y dif¨ªcilmente puede presentarse as¨ª, por separado. Ya s¨¦ que, tal y como evoluciona el mundo, eso hoy ya se da, que hay mujeres que se comportan como hombres, que buscan sexo por el sexo. Tengo mis dudas sobre el hecho de que eso represente una victoria o una liberaci¨®n. La mujer toma la iniciativa y busca al hombre. Va a los bares y elige. Es tan depredadora como ¨¦l. No tiene por qu¨¦ ser sumisa, excepto si elige ser sumisa. Va ligado al hecho de tener trabajo, independencia econ¨®mica, al menor peso de la religi¨®n. Todo eso forma parte de una conquista de la libertad, y quiz¨¢ sea una fase por la que hay que pasar, pero dudo mucho de que la mujer tenga necesidad biol¨®gica de ese comportamiento de depredadora. Hay ah¨ª una confusi¨®n de g¨¦neros.
No lo dice poni¨¦ndose trascendente. R¨ªe pero est¨¢ claro que el compartir la misma miseria moral y afectiva, hombres y mujeres, no lo estima un avance del feminismo. Pero no es tajante porque admite lo que hay de irreductiblemente humano e incomprensible en cada comportamiento. Y tambi¨¦n porque ella, durante casi diez a?os, vivi¨® sumida en la depresi¨®n, sin aceptar el tiempo que pasa, el descubrir que la vejez y la muerte no son el decorado de nuestra vida, sino su argumento.
?El director Laurent Cantet le propuso directamente el papel de Ellen?
S¨ª. Y eso me desestabiliz¨® porque, cuando le¨ª el gui¨®n, me result¨® imposible sentir alguna simpat¨ªa por el personaje. Cuando piensan en ti para un papel as¨ª, eso te inquieta porque significa que alguien ha visto que esa es una de tus facetas, que t¨² transmites eso. O que puedes transmitirlo. Pero es verdad que en el gui¨®n inicial Ellen era m¨¢s cruel y c¨ªnica que tal y como qued¨® en el gui¨®n definitivo. Necesitaba llevarla a un terreno en que pudiera comprenderla. Cuando acepto encarnar a otra persona busco en mi propia vida para encontrar puntos de contacto. Investigo, me sumerjo en lo que he sentido, en lo que me ha pasado, en lo que he visto o me han contado. No siempre es f¨¢cil. A veces es doloroso. Ellen se protege detr¨¢s de una capa de cinismo. Dice no sentir problemas de celos, responder s¨®lo al deseo sexual. Organiza todo el peque?o mundo del hotel, de las clientas y sus servidores; aparenta controlarlo todo, pero acaba descubriendo que los sentimientos tambi¨¦n la atrapan. Y duele.
La acci¨®n transcurre en Hait¨ª, a principios de los setenta, pero ha sido rodada en Santo Domingo. ?Alrededor del equipo de rodaje hab¨ªa mujeres con un comportamiento parecido al de Ellen, Brenda (Karen Young) o Sue (Louise Portal), modelos en los que inspirarse?
S¨ª, claro. Pero aunque tambi¨¦n hable de ello, del turismo sexual femenino, ese no es el tema central de Hacia el Sur, que se focaliza sobre todo en la dificultad de tener relaciones de ternura, de poder expresar el deseo, sobre todo a partir de una cierta edad. Normalmente, en la pantalla, cuando las mujeres manifiestan su deseo, o bien son j¨®venes o liberadas o aparecen como ninf¨®manas. La tendencia dominante es la misoginia y la vulgaridad. En Hacia el Sur, las tres protagonistas aparecen precisamente como personas vulnerables porque manifiestan el deseo.
Ellen frena las manifestaciones directas de sexualidad de su compa?ero?
Laurent Cantet quer¨ªa que las relaciones entre las mujeres y los hombres que ellas alquilan adoptasen otras formas que las del mero acto sexual; sin negar ¨¦ste, claro. Por eso Ellen pide que la peinen, prefiere poner crema a que se la pongan, el intercambio de miradas, el embarcarse en ritos casi infantiles, como entre una madre y su hijo. Son formas de contacto humano a las que esas mujeres, por razones diversas, no pueden acceder en su pa¨ªs, en su ciudad.
Ellen no quiere ir nunca a la ciudad, no quiere salir de su para¨ªso artificial.
?No quiere ning¨²n contacto con otra realidad que la que ella se fabrica durante sus meses de vacaciones! Al final no puede mantener intacto, incontaminado, su mundo y llega el drama. La verdad es que al equipo, en otros t¨¦rminos, nos pasaba algo parecido, pues lo que vemos -los bungal¨®s, el restaurante, las instalaciones playeras- fue construido especialmente para la pel¨ªcula, pero hubo que reconstruirlo en varias oportunidades, pues rod¨¢bamos en ¨¦poca de lluvias y cada tarde el decorado corr¨ªa el riesgo de ser destruido por la meteorolog¨ªa, la realidad.
Hacia el Sur es una pel¨ªcula basada en la obra literaria de Dany de Laferri¨¨re, un escritor de Hait¨ª que lleva muchos a?os exiliado para poder hablar de esa realidad que desagrada a las autoridades. El gui¨®n ha sido construido a partir de algunos relatos contenidos en el volumen titulado La chair du ma?tre y, sobre todo, a partir de unos mon¨®logos femeninos con una gran carga de verdad. Laurent Cantet ha querido que las tres mujeres protagonistas tuviesen ese momento de sinceridad ante la c¨¢mara; que expusiesen ante ella, sin maquillaje, la fractura que las lleva a Hait¨ª.
El mon¨®logo de Brenda explicando el c¨®mo ha sentido su primer orgasmo una vez cumplidos los cuarenta es extraordinario, dice Charlotte Rampling. S¨®lo con palabras, con un rostro y una interpretaci¨®n justa, sin m¨²sica ni efectos, sin vulgaridad, sin necesidad de representar nada, se puede hacer pasar una emoci¨®n incre¨ªble.
La pel¨ªcula respeta los diferentes puntos de vista?
En efecto, esa es una de sus grandes virtudes. Las tres mujeres occidentales se ven confrontadas a los puntos de vista de sus amantes de alquiler -Logba (M¨¦nothy C¨¦sar)- o al del propietario del hotel. La miseria juega un papel muy distinto para unos y otros, as¨ª como el contexto pol¨ªtico. Tambi¨¦n la mezcla de tres idiomas -el ingl¨¦s, el franc¨¦s y el criollo- sirve para explicar la coexistencia de universos paralelos, para mostrar otra forma de manifestarse del poder o de la resistencia al mismo. Lo que para ellas es un para¨ªso, para ellos puede ser una c¨¢rcel. Ellas acuden con la intenci¨®n de olvidar su tristeza y soledad, acuden para vivir a otro ritmo, para escapar a las exigencias de su vida cotidiana, que pueden ser laborales, sociales o familiares. En medio de ese paisaje de carta postal procuran curarse de las heridas de la vida.
De esas heridas, Charlotte Rampling se ha cuidado con la ayuda de un psicoterapeuta, m¨¢s lento pero m¨¢s eficaz que las consabidas intervenciones de cirug¨ªa est¨¦tica. Bromea diciendo que "tengo un rostro que absorbe bien la vejez, de la misma manera que otros rostros atraen la luz", y se refiere a sus p¨¢rpados que varias personas han querido modificar: "Es mi mirada y basta". Vive entre Par¨ªs y Londres, lamenta que el cine de hoy sea menos arriesgado que el de las d¨¦cadas de los sesenta y setenta, pero ella es capaz tomar riesgos, como empezar el rodaje de Bajo la arena sin que el gui¨®n estuviese acabado y con la producci¨®n reposando en el buen resultado de unos primeros veinte minutos que sirvieron para encontrar inversores suplementarios.
?El psicoan¨¢lisis le ha servido para su trabajo de int¨¦rprete?
No me psicoanalic¨¦, o, mejor dicho, empec¨¦ un an¨¢lisis, pero muy pronto lo dej¨¦. Exig¨ªa demasiado tiempo y, sobre todo, requer¨ªa un tipo de compromisos a los que no pod¨ªa someterme por mi tipo de vida. No pod¨ªa comprometerme a estar cada semana, el mismo d¨ªa y a la misma hora, en situaci¨®n de tenderme en un div¨¢n para lanzarme a un trabajo de introspecci¨®n que pienso que me habr¨ªa sido ¨²til, pero me era imposible. Busqu¨¦ un tipo de terapia m¨¢s adecuada a ella. Sin duda, durante mis a?os de depresi¨®n rechac¨¦ proyectos que deb¨ªan ser atractivos, pero entonces no ten¨ªa ganas de hacer nada porque todo, la menor cosa, requer¨ªa un gran esfuerzo, ya fuese el ir de compras o el lavarse los dientes. Es como si estuviese muerta en vida. Respecto a si me ha ayudado profesionalmente, al margen de que me sirviera para salir del pozo de la depresi¨®n, no lo he utilizado para comprender mejor los personajes, sino para aceptarme a m¨ª misma y para comprender que en m¨ª est¨¢ el potencial de los personajes. Usted tambi¨¦n tiene esa potencia, pero lo expresa a trav¨¦s de la palabra, a trav¨¦s de la palabra escrita, y yo lo manifiesto con mi cuerpo y mis gestos.
?Qu¨¦ tipo de indicaciones de direcci¨®n le son ¨²tiles?
Lo importante no es eso, sino saber en cada caso lo que el director desea. ?l es el ¨²nico que tiene la pel¨ªcula, toda la pel¨ªcula, en la cabeza. No todos los directores saben pedir lo que quieren, no saben verbalizarlo. Los hay que s¨ª, que lo expresan con facilidad y exactitud; otros que esperan que t¨² les ofrezcas lo que ellos buscan. No hay un m¨¦todo bueno. Por ejemplo, cuando trabaj¨¦ con Nagisa Oshima en Max mi amor (1986), ¨¦l no dec¨ªa nada, apenas hablaba. Quer¨ªa saber hasta d¨®nde ¨¦ramos capaces de llegar. Antes de empezar, lo ¨²nico que s¨ª qued¨® claro es que no habr¨ªa actos sexuales con el chimpanc¨¦. Oshima acept¨®. A Woody Allen tampoco le gusta tener que ir dando ¨®rdenes a los actores. En cambio, Luchino Visconti quer¨ªa otra cosa; te tomaba como una debutante, te mimaba, te guiaba, se preocupaba de tus trajes, del peinado, de la manera de andar. Con ¨¦l viv¨ªas una experiencia pigmalionesca. Como actriz debo ser un instrumento a la disposici¨®n del m¨²sico y he de ser capaz de ofrecer una gama de sonido amplia y variada. Yo no tengo por qu¨¦ elegir el tono, es cosa suya.
En 1975 usted rod¨®, a las ¨®rdenes de Dirk Richards, la estupenda 'Adios mu?eca'. Es su ¨²nica experiencia en Hollywood. ?Por qu¨¦?
Sencillamente, porque nadie me propuso otro gui¨®n tan bueno como el de Richards. Todo lo que me llegaba eran historias policiacas en las que yo hac¨ªa de seductora, siempre igual, o comedias imb¨¦ciles. No hab¨ªa ah¨ª nada de tentador. Cuando he rodado en Estados Unidos lo he hecho, sobre todo, en Nueva York, con Allen o Lumet, pero eso es igual que hacer una pel¨ªcula europea. En la de Richards ten¨ªa un papel que era muy parecido a los de Laureen Bacall en las adaptaciones de Chandler. Como entre ella y yo, desde un punto de vista f¨ªsico, hay varios puntos de contacto, me lo pas¨¦ muy bien tom¨¢ndola como modelo y procurando modular las variaciones. Adem¨¢s, con Richards pude trabajar con Robert Mitchum y Lumet me permiti¨® encontrarme con Paul Newman. Son placeres que no se rechazan.
Visconti, Cavan, Oshima? todos esos grandes nombres del cine eran o son de personas mayores que usted, a las que encontr¨® cuando ellos ten¨ªan mucha experiencia y usted muy poca. Ahora parece elegir cineastas bastante m¨¢s j¨®venes que usted, como Ozon o Cantet.
Soy por fin una adulta, pero con la suerte de seguir interesando a personas que tienen muchos menos a?os que yo. Supongo que a ellos les interesa lo que yo puedo ofrecerles, lo que he vivido. Ser mayor tiene algo magn¨ªfico, que es el haber vivido cosas, situaciones y hechos por los que otros, m¨¢s j¨®venes, a¨²n no han pasado. Y es maravilloso tambi¨¦n ver c¨®mo lo que ellos viven es distinto porque la ¨¦poca es otra y eso le da una nueva dimensi¨®n. Me gusta trabajar con equipos en que hay gente de todas las edades. Pienso que es bueno para mantenerse vivo y despierto, para seguir aprendiendo y ense?ando. Envejecer rodeado de los mismos, todos a la vez, no me parece una buena idea.
?En alg¨²n momento pens¨® en abandonar el cine?
Al principio pensaba que podr¨ªa dejarlo en cualquier momento. Me gustaba andar metido en ello porque permit¨ªa participar de grandes pol¨¦micas, sentirte protagonista de lo que hoy llamamos "debates de sociedad". Una pel¨ªcula como Portero de noche provoc¨® un enorme esc¨¢ndalo porque hablaba de amores sadomasoquistas y, adem¨¢s, le daba un contenido pol¨ªtico a la relaci¨®n?
Cuando rueda, ?se da cuenta de cu¨¢ndo una toma es buena o de cu¨¢ndo su interpretaci¨®n puede sonar falsa?
Creo que s¨ª, y entonces no tengo el menor reparo en pedir una toma suplementaria. Es algo que se siente, que no siempre se puede explicar y un sentimiento que no siempre es compartido por el director.
El teatro la ha tentado muy tarde.
De joven los ensayos me aburr¨ªan soberanamente. Luego me daba miedo subir al escenario, tener que asumir el ser capaz de hacer lo mismo cada d¨ªa durante varias semanas o meses sin olvidarte nunca del texto. No di el paso hasta 2003, y fue porque me sent¨ª rodeada de gente muy competente -Bernard Giraudeau como compa?ero de reparto, Bernard Murat como director- y porque Eric-Emmanuel Schmitt me dijo que hab¨ªa escrito Petits crimes conjugaux especialmente para m¨ª. Hab¨ªa hecho televisi¨®n en directo, en Inglaterra, en los sesenta, pero el escenario es otra cosa. Ahora no descarto en absoluto volver a hacer teatro.
?En qu¨¦ momento comprendi¨® que el de actriz iba a ser su futuro?
Cuando debut¨¦ con Lester, y, luego, con Boulting o Narizzano, los amigos me dec¨ªan que ten¨ªa una gran fotogenia. Es extra?o, pero esa admiraci¨®n por la belleza fotogr¨¢fica te a¨ªsla, pues se da una suerte de admiraci¨®n injusta que hace que los dem¨¢s consideren que es imposible que esa belleza f¨ªsica no vaya acompa?ada de una belleza intelectual o de alma. O al rev¨¦s: ?por el mero hecho de salir bien en las im¨¢genes, piensan que no puedes ser inteligente! Pero entonces hac¨ªa cine de manera provisional, como un oficio que no te exig¨ªa demasiado y te permit¨ªa ganarte un dinero mientras esperabas encontrar tu verdadero camino. Con Visconti, por primera vez, tuve que ser alguien que yo no era, tanto por el tipo de comportamiento como por la edad. Lo acept¨¦ con total inconsciencia, puede que porque en aquel momento no sab¨ªa ni tan s¨®lo qui¨¦n era Visconti y no me impresionaba especialmente que me hubiese escogido. Y quiz¨¢ deba decir que fue Patrice Ch¨¦reau, al proponerme La chair de l'orchid¨¦e en 1974 -porque el a?o anterior me hab¨ªa visto en Portero de noche- quien me hizo comprender que las pel¨ªculas y los papeles se encadenan, se suceden, adquieren otro sentido cuando son vistos como un conjunto. Ese d¨ªa te das cuenta de que lo que hab¨ªa empezado como un juego se hab¨ªa convertido en un oficio.
La pel¨ªcula "Hacia el Sur" se estrena el pr¨®ximo fin de semana en los cines de toda Espa?a.
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