Despu¨¦s del Estado de la Naci¨®n
La reforma del estatuto de autonom¨ªa para Andaluc¨ªa ha encontrado su lugar en el debate sobre el Estado de la Naci¨®n, aunque no al mismo nivel que la reforma del estatuto de Catalu?a. Tanto en el discurso del presidente del Gobierno como en el del l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n ambas reformas han sido presentadas como los modelos de lo que debe ser y de lo que no debe ser la estructura del Estado. Para el presidente del Gobierno, la reforma de ambos estatutos supone el reconocimiento normativo de la pluralidad de Espa?a adecuado a los veinticinco a?os de ejercicio real y efectivo del derecho a la autonom¨ªa. Para el presidente del Partido Popular, supone justamente lo contrario, la ruptura del modelo expresivo de la compatibilidad de la unidad espa?ola con el reconocimiento del derecho a la autonom¨ªa trabajosamente construido durante estos ¨²ltimos 25 a?os.
Parlamentariamente, el enfrentamiento entre ambas posiciones hab¨ªa quedado resuelto en estos ¨²ltimos meses. La reforma estatutaria catalana ha superado su tramitaci¨®n en las Cortes Generales y ya s¨®lo queda su aprobaci¨®n en refer¨¦ndum el pr¨®ximo 18 de junio. La reforma estatutaria andaluza, aunque apenas se ha iniciado su tramitaci¨®n parlamentaria en las Cortes, se puede anticipar que recorrer¨¢ todo el camino sin grandes sobresaltos y que en el oto?o habr¨¢ quedado listo el texto para ser sometido a refer¨¦ndum.
Esto estaba decidido antes de la celebraci¨®n del debate sobre el Estado de la Naci¨®n. Lo que este debate, posiblemente, ha a?adido es la conversi¨®n de la mayor¨ªa parlamentaria de estos ¨²ltimos meses en mayor¨ªa ciudadana. Las reformas estatutarias catalana y andaluza han tenido mayor¨ªas parlamentarias, en los Parlamentos auton¨®micos y en las Cortes Generales, pero no estaba claro que hubiera una mayor¨ªa ciudadana de alcance general, esto es, en el conjunto del Estado, a favor de las mismas. Pod¨ªa haber una mayor¨ªa ciudadana en las comunidades afectadas, pero no en el conjunto del Estado.
Esto ¨²ltimo es lo que, posiblemente, ha conseguido el fracaso de Mariano Rajoy en el debate sobre el Estado de la Naci¨®n. El pasado martes quebr¨® de manera definitiva e irreversible el discurso que ven¨ªa repitiendo machaconamente el PP acerca de la ruptura de la unidad de Espa?a. Lo que tuvo de p¨®lvora seca ese discurso inmediatamente despu¨¦s de la aprobaci¨®n de la reforma del Estatuto por el Parlamento de Catalu?a se ha convertido en p¨®lvora mojada en el transcurso de estos meses. El martes se puso de manifiesto de manera inequ¨ªvoca en el Pleno del Congreso de los Diputados. La ruptura de la unidad de Espa?a como consecuencia de las reformas estatutarias no se lo cree ya nada m¨¢s que el n¨²cleo duro e intransigente del PP, expresi¨®n de una parte de la sociedad espa?ola que existe, pero que, afortunadamente, es muy minoritaria.
Para la reforma catalana lo ocurrido este martes no significa nada, ya que el PP no tiene posibilidad de corregir su trayectoria, pero para la reforma andaluza s¨ª puede tener mucho significado. Continuar con el mismo discurso no puede conducir nada m¨¢s que al suicidio. Entre otras cosas, porque el Estatuto de Catalu?a reformado ser¨¢ ratificado como Ley Org¨¢nica por las Cortes generales y ser¨¢ publicado en el BOE, incorpor¨¢ndose de esta manera al "bloque de la constitucionalidad" y los ciudadanos comprobaremos que ni se rompe Espa?a ni avanzamos hacia la balcanizaci¨®n del pa¨ªs. ?Podr¨¢ el PP en esas circunstancias seguir manteniendo el mismo discurso respecto de la reforma estatutaria andaluza? A veces los partidos pierden el instinto de conservaci¨®n. No es frecuente que ocurra, pero a veces sucede. Cuanto m¨¢s joven es un partido, m¨¢s f¨¢cil es que pueda sucumbir al v¨¦rtigo del suicidio. Y el PP es un partido muy joven resultante de la refundaci¨®n de otro partido muy joven que hab¨ªa recogida la herencia de otra partido tambi¨¦n muy joven (UCD), que se suicid¨® en Andaluc¨ªa el 28-F de 1980. En los pr¨®ximos meses vamos a tener ocasi¨®n de comprobarlo.
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