La buena voz
Una delicada filigrana construida alrededor de un pu?ado de viejas im¨¢genes de un poeta, dandi y boxeador, el ubicuo Arthur Cravan, sirvi¨® para la presentaci¨®n en sociedad, hace unos a?os, de Isaki Lacuesta, aventajado disc¨ªpulo del cineasta Joaqu¨ªn Jord¨¢, menos interesado que su maestro por lo social, aunque dotado de un aliento po¨¦tico hondo, de naturaleza m¨¢s compleja. Ahora, bastante m¨¢s tarde de lo que hubiera sido sensato, vuelve nuestro hombre con una propuesta del todo diferente: incardinada en la actualidad, en escenarios que no son los habituales en su vida y protagonizada por seres an¨®nimos que salen con sus nombres y rasgos muy propios.
Un trasunto entre documental observacional y reconstrucci¨®n, tal vez; pero en el fondo, poco importa. Porque lo que conmueve de La leyenda del tiempo pasa por encima de categorizaciones gen¨¦ricas y adornos del analista cinematogr¨¢fico, para conectar sencillamente con la vida.
LA LEYENDA DEL TIEMPO
Direcci¨®n: Isaki Lacuesta. Int¨¦rpretes: Israel G¨®mez, Saray Pinto, Francisco Jos¨¦ G¨®mez, Makiko Matsamura, Soichi Yukimune. G¨¦nero: documental ficcionalizado. Espa?a, 2005. Duraci¨®n: 109 minutos.
Hay una idea espl¨¦ndida que campa por encima de las, por otra parte, bell¨ªsimas im¨¢genes del filme de Isaki Lacuesta: la desconfianza ante las grandes historias, ante los grandes relatos, y la apuesta por una cotidianidad abordada directamente. As¨ª, la pel¨ªcula se divide por su misma mitad en dos historias, la que protagonizan, entre otros, Israel y la chica que le gusta, Saray; y la que tiene como eje a Makiko, la japonesa obsesionada por cantar como Camar¨®n.
El perno sobre el que ambas historias confluyen parece ser otro personaje, Soichi, un viejo pescador tambi¨¦n japon¨¦s varado, desde tiempo inmemorial, en la misma isla de San Fernando, la de Camar¨®n, que el resto de los personajes. Pero esa confluencia es equ¨ªvoca: en realidad, Isra y Makiko son los dos polos de un mismo eje, que los vincula con sentimientos complejos, con anhelos imposibles. Porque, en el fondo, ninguno de los dos est¨¢ a gusto dentro de su piel.
Historia de un chico que sabe cantar, pero no puede, y de una chica que ans¨ªa hacerlo, pero no sabe, La leyenda del tiempo es una bella f¨¢bula que se va desgranando lentamente ante nuestros ojos. Tiene la levedad del discurrir del tiempo, pero tambi¨¦n la profundidad de la belleza, de la complejidad que se agazapa tras lo simple, presidida por esa relaci¨®n tan peculiar de ambos con sus progenitores. Y tiene alg¨²n momento que se encuentra entre lo m¨¢s emocionante que este cronista ha visto en mucho tiempo: la secuencia de la declaraci¨®n amorosa de Isra o ese plano final de las nubes, que se deshilachan como las vidas que se nos cuentan. Otros cineastas tardan toda una vida en saber hacer cosas as¨ª; Isaki Lacuesta lo hace en su segunda pel¨ªcula, y eso parece, sencillamente, un milagro.
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