Hor¨®scopo
Empiezo los peri¨®dicos por el final y desde ah¨ª avanzo trabajosamente (cada d¨ªa m¨¢s) hacia la primera p¨¢gina. He llegado a esta situaci¨®n inversa poco a poco, casi sin darme cuenta, lo que no deja de asombrarme. ?Qu¨¦ ha provocado este distanciamiento progresivo entre mis intereses y los de los editores? A veces, estoy haraganeando en el hor¨®scopo y me ataca un sentimiento de culpa. Dios m¨ªo, me digo, si hubiera hecho el camino correcto, ahora estar¨ªa en el editorial. El problema es que no he dado todav¨ªa con un editorial que me explicara mejor que el hor¨®scopo por qu¨¦ el precio de la vivienda, un ejemplo al alcance de todos, es completamente irreal. Vivimos con la idea de que la realidad est¨¢ dirigida por el discurso sesudo de los editoriales, pero el mundo parece construido por el loco que escribe los Ecos de Sociedad, o las necrol¨®gicas.
Ah¨ª tienen los casos de Afinsa y F¨®rum, perfectamente incompatibles con el tono intelectual de la parte de delante de la prensa, aunque muy explicables desde las historietas delirantes de la parte de atr¨¢s. A ning¨²n lector atento de anuncios por palabras puede extra?arle que ocurran tales disparates. Lo raro, cr¨¦anme, es que no haya m¨¢s Afinsas. Uno, que no es analista financiero ni nada semejante, ha comprobado que la realidad, tal como la conocemos, no es el producto de un c¨¢lculo, sino de una alucinaci¨®n. A ver, si no, c¨®mo le explicar¨ªamos a un marciano que, habiendo en Espa?a tres millones de viviendas vac¨ªas, contin¨²en por las nubes. Est¨¢n por las nubes porque vivimos dentro de un sue?o especulador. Cada vez que despertamos de ese sue?o, la realidad hace un reajuste, para cuadrar los n¨²meros. ?Qu¨¦ diferencia hay entre comprar un sello a un euro y venderlo a mil, y comprar un piso a cien y venderlo a cien mil? Ma?ana mismo, en fin, podr¨ªa ocurrirle al mercado inmobiliario lo que le ha ocurrido al de los sellos.
La realidad, cuando despierta, ataca, como el le¨®n, al ciervo m¨¢s d¨¦bil de la manada. Ah¨ª est¨¢n Marbella, Gescartera, Afinsa, F¨®rum... ?Por d¨®nde embestir¨¢ la pr¨®xima vez que suene el despertador? ?Por las hipotecas? ?Por los planes de pensiones? Si de verdad quiere usted saberlo, lea los anuncios por palabras. Y las necrol¨®gicas.
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