Una figura inabarcable
Deja centenares de canciones que han sido versionadas en otras voces y estilosEl origen es humilde, sencillo, blanco, azul y verde. Las paredes encaladas de una casa del sur, el mar Atl¨¢ntico de la costa gaditana, Andaluc¨ªa en el aire y, por a?adidura, unos padres de amor y arte: ¨¦l, un zapatero cantar¨ªn admirador del flamenco m¨¢s gitano; ella, una madre enamorada de la copla. Un contexto aparentemente id¨ªlico, sobre todo porque Roc¨ªo as¨ª lo ha ensalzado. Alegr¨ªa, canciones y mucho amor, aunque no sea dif¨ªcil imaginar que nada era f¨¢cil en aquellos a?os. Y m¨¢s cuando su padre fallece joven, siendo ella todav¨ªa adolescente. Pero las bases ya est¨¢n puestas: una herencia gen¨¦tica que se ha demostrado m¨¢s que valiosa y a la que hay que a?adir una traspasada capacidad de lucha y una tenacidad que, junto a sus incuestionables facultades vocales, la habilitan desde el mismo inicio para principiar la, en aquellos tiempos, epopeya de una carrera art¨ªstica. Primero, a trav¨¦s de a?ejos concursos radiof¨®nicos, y poco despu¨¦s, haciendo el camino hasta la capital con sus fr¨ªos y sus zozobras.
Deja centenares de canciones que han sido versionadas en otras voces y estilos
Supuso el relevo en un g¨¦nero que con ella evolucionar¨ªa hacia formas nuevas
Mirados de forma objetiva y salvando las peculiaridades de cada cual, los inicios de Roc¨ªo Jurado podr¨ªan, en su dureza, asimilarse a los de otras tantas artistas de su tiempo. Su radical diferencia estribar¨ªa en la dimensi¨®n que su figura fue cobrando de forma constante, incesante, sin apenas un pinchazo, hasta adquirir una extensi¨®n inabarcable que, m¨¢s all¨¢ de lo art¨ªstico y a la vez debido a ello, se puebla de las pasiones y de las fidelidades de una legi¨®n de seguidores que la han encumbrado a una categor¨ªa casi divina, aunque una deidad cercana y mortal: la vecina que ha triunfado y a la que, lejos de envidiarla, se le desea siempre lo mejor. S¨®lo as¨ª se explica que la Jurado sea hija predilecta de su Chipiona natal, de su provincia, de Andaluc¨ªa, y que tengan calles y plazas con su nombre no s¨¦ cu¨¢ntos lugares. Pero en el origen est¨¢n los concursos, los tablaos; luego, sin decaimientos, las grabaciones, el cine, una popularidad desbordante hasta para ella.
El cante flamenco y la copla, como la doble e indeleble huella de los progenitores, marcan por igual su arranque. Lo mismo ganaba un concurso para noveles (Radio Nacional en Sevilla, 1961) que el de fandangos de Huelva en el Certamen Internacional de Jerez un a?o despu¨¦s. En tiempos a¨²n de hegemon¨ªa de La Ni?a de los Peines, era ella La Ni?a de los Premios. Luego, ya en Madrid, el ejercicio diario de unos tablaos que eran se?eros: El Duende, de Pastora Imperio, y Los Canasteros, de Manolo Caracol. Un periodo que se muestra cuantitativamente corto, pues ella ya estaba llamada a formar parte de las m¨¢s importantes compa?¨ªas de la ¨¦poca, e incluso hab¨ªa rodado su primera pel¨ªcula con Manolo Escobar. Con el tiempo, el cante flamenco estar¨ªa destinado a ocupar un espacio peque?o, pero fiel, en su repertorio: una patria a la que poder regresar. Y aunque siempre siguiera presente en sus actuaciones y, de tanto en tanto, en sus discos -incluso lleg¨® a grabar una antolog¨ªa de estilos-, se puede decir que los amantes del flamenco de la Jurado -muy propenso a los cantes libres y con cierta tendencia a la desmesura- han sido los mismos que la adoraban en todas sus otras facetas art¨ªsticas.
Y la copla. A la Piquer no le hizo ninguna gracia aquella jovencita que fue a cantarle un par de sus canciones. Aunque las figuras no siempre tienen el don de la generosidad para con los principiantes -m¨¢s o menos lo mismo le pas¨® a Camar¨®n con Caracol-, algo debi¨® de inquietar a la entonces diva para ser tan dura con la joven Roc¨ªo, quien, con el tiempo, tendr¨ªa mil y una ocasiones de resarcirse y, ya en la cumbre, permitirse grabar el cancionero de Rafael de Le¨®n con el t¨ªtulo de Canciones de Espa?a. Primero, el popular, en 1981, y siete a?os despu¨¦s, uno de temas in¨¦ditos exclusivamente compuestos para ella por el maestro antes de fallecer. Aunque -como apunt¨® Juan Jos¨¦ T¨¦llez- en la primera de esas grabaciones perdiese la oportunidad de hacer las versiones originales y no las censuradas. Ya se sabe: el famoso cambio de manceb¨ªa por celos¨ªa, por poner un ejemplo. Tambi¨¦n en el reino coplero, Roc¨ªo complet¨® el Olimpo vivo que constituy¨® el espect¨¢culo Azabache, realizado con motivo de la Expo de Sevilla y en el que ella comparti¨® escenario con Imperio Argentina, Nati Mistral, Juana Reina y Mar¨ªa Vidal. Pero, sobre todo, nadie puede poner en duda que la Jurado supuso el relevo de calidad y de personalidad en un g¨¦nero que con ella evolucionar¨ªa hacia formas nuevas de manera paralela a las de su vestuario, abandonando los volantes y los lunares para enfundarse en el glamour de los trajes de noche. Es la Roc¨ªo se?ora y reina, triunfadora aqu¨ª y lejos de nuestras fronteras, con un pu?ado de canciones que le abrieron las puertas de todo el mundo latinoamericano. La Roc¨ªo popular¨ªsima m¨¢s all¨¢ de sus canciones, modelo e icono del fervor popular en cada una de las etapas de su vida. Pero ¨¦sa es otra historia.
El cine supone, en ocasiones, un paso obligado para artistas de una categor¨ªa como la suya. Roc¨ªo se estren¨® muy pronto, en 1962, con Los guerrilleros, y sus apariciones siguieron la ruta del cine espa?ol de esos a?os, protagonizando papeles variopintos en pel¨ªculas como Proceso a una estrella, Una chica casi decente o La querida. Lejos de los clich¨¦s del cine comercial que por entonces se hac¨ªa, a la Jurado la reclam¨® Carlos Saura para una versi¨®n de El amor brujo, y Josefina Molina, para otra de La Lola se va a los puertos. El director aragon¨¦s tambi¨¦n contar¨ªa con ella para su producci¨®n Sevillanas.
Ya en su obra discogr¨¢fica, Roc¨ªo Jurado deja impresos, en 35 a?os de grabaciones, m¨¢s de 40 discos de larga duraci¨®n, habi¨¦ndose editado una docena de recopilatorios. En ellos se puede decir que la cantante toca todos los palos. Hay bandas sonoras de sus pel¨ªculas -como la referida de Josefina Molina, en la que interpreta el Himno de Andaluc¨ªa, o la de Saura- y hasta una obra de car¨¢cter conceptual, aquel Ven y s¨ªgueme, que realizara junto a Manolo Sanl¨²car y Juan Pe?a, El Lebrijano. Pero, sin duda, lo que domina estas grabaciones son las composiciones de los autores m¨¢s destacados de su tiempo. Sobre todos ellos, Manuel Alejandro, pero tambi¨¦n Paco Cepero, Armenteros y Herreros, Juan Pardo, Jos¨¦ Luis Perales... Centenares de canciones que, en muchos casos, han sido versionadas en otras voces y estilos, y gozan de una popularidad y trascendencia que rebasa a la ingente legi¨®n de fieles seguidores. Porque, aun sin ser uno de sus incondicionales, qu¨¦ hijo de vecino no es capaz de entonar al menos media docena de ellas, o qui¨¦n no suscribe alguna de sus letras: Si amanece, Lo siento, mi amor, Como yo te amo, Se nos rompi¨® el amor, Como una ola...
El amor como tema recurrente en tantas y tantas canciones, que muchos han podido hacer propias unas cuantas, incluso las de carga transgresora: Se?ora o Lo sabemos los tres tocan ya asuntos de amor a tres bandas. Y si no es el caso, siempre queda el com¨²n regreso a la arcadia perdida de la infancia con la delicadeza de aquel Qu¨¦ no dar¨ªa yo. Y eso que esta relaci¨®n, al fin y al cabo, no deja de ser uno de los m¨²ltiples cancioneros particulares que, entre ese oc¨¦ano de temas que se han llenado de pasi¨®n y de arrebato en su voz, cualquiera se ha podido confeccionar a la medida de sus gustos y de sus peripecias vitales. Porque, sin ser la autora de sus canciones, Roc¨ªo se ha hecho acreedora, con sus interpretaciones, del privilegio de transportar sentimientos y pasiones que son universales.
Y para peripecias ah¨ª quedan las suyas, que han llegado a ser, porque ella as¨ª lo ha querido, tan de su p¨²blico como las mismas canciones, estableci¨¦ndose entre vida y obra una simbiosis que cuenta con no pocos elementos comunes. Mujer de bandera, esposa y madre, casada doblemente con boxeador y torero, la cantante ha sido s¨ªmbolo de toda una ¨¦poca. Frente a esos avatares vitales, su dimensi¨®n art¨ªstica es la que perdurar¨¢ con el paso del tiempo.
Ferm¨ªn Lobat¨®n es cr¨ªtico de flamenco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.