Burning transforma Joy Eslava
La legendaria banda madrile?a graba en la discoteca un disco en directo en formato ac¨²stico
Por una noche, la del pasado jueves, la elegante sala Joy Eslava, en el coraz¨®n de la capital, abandon¨® sus buenas maneras para trocarse en garito de rock and roll, con todas las connotaciones canallas y barriobajeras posibles que eso conlleva. Burning, el legendario grupo de rock formado en La Elipa en la primavera de 1974, muchos a?os antes de la movida, tuvo la culpa de ese cambio de apariencia. Las melenas, la camiseta negra bien sudada, las gafas oscuras, los tejanos y las zapatillas eran la indumentaria de la mayor¨ªa del p¨²blico, tan alejadas de los modelitos que suelen verse por ah¨ª otras noches.
Los instrumentos el¨¦ctricos dieron paso a los de madera, pues Burning grababa en directo y en formato ac¨²stico, un compacto y DVD, en el que repasaba lo m¨¢s granado de su repertorio. Burning transform¨® la sala por una noche en una abrasiva caldera de rock and roll donde, al comp¨¢s de canciones como No es extra?o, Es especial, Mueve tus caderas, Como un hurac¨¢n, Jim Dinamita, Mi¨¦ntelas, Una noche sin ti, ?Qu¨¦ hace una chica como t¨²...?, cientos de almas vibraron y se emocionaron. Se confirmaba, al ver a sus seguidores -algunos, muy j¨®venes- tan atentos y ensimismados con el carism¨¢tico Johnny Cifuentes, compositor, pianista, cantante, l¨ªder de la banda y ¨²nico superviviente de sus primeros tiempos, aquello de que no hay mayor espect¨¢culo que un concierto de rock and roll hecho con pasi¨®n.
A Johnny, acaso el ¨²ltimo rom¨¢ntico del rock espa?ol, le queda pasi¨®n para rato, a pesar de la edad (bien entrados los cincuenta) y tanta experiencia acumulada. Menos ruidosos, pero con m¨¢s matices y sutilezas, los Burning repasaron sus canciones m¨¢s bonitas, tray¨¦ndose de Castell¨®n a un cuarteto de cuerda (viola, dos violines y un violonchelo) e invitando varias veces al escenario al armonicista ?aco Go?i y a otros insignes artistas como Quique Gonz¨¢lez y Pereza, con los que interpret¨®, respectivamente, Esto es un atraco y Mueve tus caderas.
Se hart¨® Johnny, con sus eternas gafas oscuras, tan chuleta y macarra, de piropear a Madrid y a su gente, de recordar el Cocodrilo, el bareto rockero que durante a?os regent¨® en El Bat¨¢n junto al desaparecido Pepe Risi, compa?ero de faenas musicales y vitales. Cuando cant¨® Las chicas del Drugstore, Johnny habl¨® del Madrid de los setenta, mientras que otras veces lo hizo de Chueca, Vallecas, La Elipa y tantas calles que protagonizan sus canciones. Con un emocionante Sweet Virginia, de los Rolling Stones ("nuestros pap¨¢s", dijo) entr¨® en la tanda de despedida, que termin¨®, tras Una noche sin ti, con un p¨²blico enardecido al que le cost¨® aceptar que los Burning, despu¨¦s de una noche de rock madrile?o de pura cepa, no volvieran a salir al escenario.
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