El esp¨ªa de la Rep¨²blica
El general que captur¨® a El Chacal y persigui¨® a criminales serbios fue el hombre elegido para investigar a pol¨ªticos e industriales en Francia por una falsa denuncia de corrupci¨®n
Un problema cl¨¢sico de los servicios de espionaje, el de su control democr¨¢tico, emerge con toda crudeza a cuenta del general retirado Philippe Rondot, de 69 a?os, la figura clave en las investigaciones realizadas irregularmente durante 2004 a industriales, personas de los servicios secretos y dirigentes pol¨ªticos de Francia como Nicolas Sarkozy, el n¨²mero dos del Gobierno de Par¨ªs. Esas indagaciones se abrieron por confidencias de Jean-Louis Gergorin, vicepresidente del grupo industrial EADS (hasta su destituci¨®n hace dos semanas), que crey¨® encontrar en el banco luxemburgu¨¦s Clearstream el secreto de fondos ilegales manejados por todas esas personas. La denuncia se ha demostrado falsa.
"Sin Estados Unidos, Rondot no habr¨ªa llegado hasta Carlos en Sud¨¢n", afirma su abogada
El agente especial dej¨® huellas que se?alan a Chirac y a Villepin como las personas que le controlaban
Un ex alto cargo de EADS pas¨® a Rondot y a un juez listas de cuentas bancarias que resultaron falsas
El caso se lleva por delante una conducta tenida por intachable, la del general Rondot, invocado por expertos del pa¨ªs vecino como "el maestro del espionaje". El 22 de mayo pasado se le vio en p¨²blico por primera vez. Alto, delgado, enfundado en un chaquet¨®n civil de aire vagamente militar; caminando con paso firme aunque con un ligero temblor de manos; sin decir palabra a los micr¨®fonos que se le tend¨ªan en el pase¨ªllo hasta el juzgado encargado de hacer luz sobre el montaje del caso Clearstream.
Hab¨ªa atravesado 30 a?os entre las sombras sin que llegara a publicarse de ¨¦l m¨¢s que una a?eja foto de identidad, en blanco y negro. La oficina de Rondot era conocida como "la de secretos perdidos" en el Ministerio de Defensa. Funcionarios de ese departamento no recuerdan ni una simple copa de despedida cuando el general se retir¨®, en diciembre pasado, sobrepasando en ocho a?os la edad a la que lo hacen sus pares. "Me lo cruzaba casi todos los d¨ªas, su despacho estaba encima del m¨ªo", comenta Philippe Le Corre, asesor de prensa de Mich¨¨le Alliot-Marie, la ministra de Defensa, que declina explicarse o precisar cualquier otro punto del embrollo.
Los que conocen el pasado de este general de tres estrellas descartan que se trate de un 007, pero tampoco le ven como un esp¨ªa a lo John Le Carr¨¦. Paracaidista en su juventud, en 1965 entr¨® en los servicios especiales, que son hoy los servicios secretos ( Direcci¨®n General del Servicio Exterior, DGSE). Tras una etapa como analista de Exteriores -en la que conoci¨® a Dominique de Villepin, entonces joven diplom¨¢tico- pas¨® por el Contraespionaje (DST) antes de convertirse en el consejero de informaci¨®n y operaciones especiales de la Defensa.
Toda la imaginer¨ªa del espionaje no basta para el recuento de su palmar¨¦s, en el que se acumulan el arresto de Carlos, El Chacal -el m¨¢s c¨¦lebre terrorista internacional antes de Osama Bin Laden-, la b¨²squeda de jefes de Al Qaeda o la protecci¨®n de su pa¨ªs frente al terrorismo generado por el conflicto de Oriente Pr¨®ximo, para lo cual negoci¨® con Ab¨² Nidal. Particip¨® en operaciones de rescate de rehenes en L¨ªbano, Libia e Irak. En los ¨²ltimos a?os se ocup¨® de criminales de guerra serbios: ha dejado inconclusa la detenci¨®n-entrega de Ratko Mladic, a quien el Tribunal Penal Internacional reclama por cooperaci¨®n en la matanza de 8.000 personas en Sbrenica, durante el verano de 1995.
La tormenta sobre el "maestro de esp¨ªas" desata, en cambio, las lenguas de los que se consideran perjudicados por aqu¨¦l. Como la de Isabelle Coutant-Peyre, abogada de Carlos, El Chacal, que califica de "secuestro" el arresto de este ¨²ltimo en Sud¨¢n, en 1994. "El papel del general Rondot ha sido sobrevalorado", afirma. "No habr¨ªa llegado a Carlos sin las amenazas de Estados Unidos a Sud¨¢n para atacar a este pa¨ªs". Ella concede la realidad de un largo forcejeo entre Rondot y Carlos sobre los ardientes suelos de L¨ªbano o Siria y dice que Carlos hab¨ªa ordenado a los suyos que no atacaran f¨ªsicamente a Rondot, "s¨®lo que le mantuvieran vigilado". A Carlos "siempre le pareci¨® un tipo poco recomendable, que trabajaba con los norteamericanos".
Por el contrario, otras personas explican el arresto de El Chacal como el resultado de veinte a?os de tenacidad. Rondot localiz¨® a Carlos en Jart¨²n, la capital de Sud¨¢n, y le fotografi¨®. Con esa prueba, le dejaron hacer. El Chacal fue sacado del hospital en el que se le hab¨ªa practicado una peque?a intervenci¨®n y, fuertemente anestesiado, depositado en un avi¨®n que se lo llev¨® inmediatamente a Par¨ªs.
A partir de 1997, Rondot fue nombrado "consejero de informaci¨®n y operaciones especiales" de la Defensa en el Gobierno de Lionel Jospin, que dirig¨ªa el poder ejecutivo en cohabitaci¨®n forzada con el presidente de la Rep¨²blica, Jacques Chirac. De esa inc¨®moda situaci¨®n surgi¨® un encargo directo del jefe del Estado al general Rondot: averiguar si eran ciertas las denuncias de "maquinaci¨®n" en el seno del servicio secreto, preparada por un equipo de agentes para "cuestionar al presidente" por una cuenta bancaria atribuida a Chirac en un banco japon¨¦s.
La cuenta se alimentaba "por la transferencia regular de una suma muy importante, cuyo monto preciso no tengo en la cabeza, procedente de una fundaci¨®n cultural en la que el se?or Chirac era miembro del Consejo de Administraci¨®n", seg¨²n explicaciones recientes del propio Rondot a un juez. En aquel momento faltaban tres meses para la elecci¨®n en que Chirac se jugaba el segundo mandato presidencial. "Mi conclusi¨®n, tras las verificaciones internas que hice en la DGSE, es que ese asunto era bastante confuso y que hab¨ªa un fondo de verdad" (esto es, la investigaci¨®n en Jap¨®n se hab¨ªa llevado a cabo). La izquierda perdi¨® el poder y el jefe del servicio secreto fue destituido; el general Rondot continu¨® con el gobierno de derechas.
Medios de comunicaci¨®n franceses apuntan la cifra de 300 millones de francos (45,7 millones de euros) como monto del dinero acumulado en la citada cuenta japonesa. El entorno de Chirac lo desmiente, reconociendo la existencia de un presupuesto mucho menor de la Asociaci¨®n Japonesa de las Artes para cubrir los gastos (viajes, etc¨¦tera) de participaci¨®n del jefe del Estado como jurado de un premio.
Rondot no ha aclarado m¨¢s sobre el fondo de ese asunto; la consecuencia es que se gan¨® la confianza del presidente de la Rep¨²blica. Lo cual ayuda a comprender por qu¨¦ le pidieron a ¨¦l que se metiera en el caso Clearstream. Este nombre responde al de un establecimiento bancario que salda movimientos entre cuentas de muchas entidades; en definitiva, una caja de compensaci¨®n instalada en el peque?o Estado luxemburgu¨¦s.
En 2001 ya se hab¨ªa publicado un libro en Francia que se?alaba a Clearstream como la mayor lavadora mundial de dinero sucio. En un contexto de rumores en los medios pol¨ªticos y period¨ªsticos de Francia sobre lo que pod¨ªa haber de cierto en ello, a mediados de marzo de 2003 se produjo un hecho luctuoso en el grupo EADS (due?o de Airbus al 80% y fabricante de sat¨¦lites, del Eurocopter y de sistemas de armas): su fundador, el emblem¨¢tico empresario Jean-Luc Lagard¨¨re, contrajo una rara enfermedad cerebral que le mat¨® en cuesti¨®n de d¨ªas.
El entonces vicepresidente de EADS y encargado de estrategia del grupo, Jean-Louis Gergorin, sospech¨® que su jefe hab¨ªa sido asesinado. Los que conocen a Gergorin, 60 a?os en la actualidad, dicen que tambi¨¦n ejerc¨ªa de vig¨ªa de asuntos delicados para los Lagard¨¨re, que poseen un 15% del monstruo industrial. Y EADS lo es: el mayor de Europa en el sector aeron¨¢utico, adem¨¢s de fabricante de armas y de equipamiento aeroespacial. Re¨²ne a empresas de varios pa¨ªses pero en realidad est¨¢ dominado desde Par¨ªs, gracias a la potencia combinada del paquete accionarial de los Lagard¨¨re y de otro 15% en poder del Estado franc¨¦s (la SEPI espa?ola no pasa del 5,5% pese a algunos intentos de ganar peso).
La muerte del patr¨®n pod¨ªa alterar el esquema de poder interno en el conglomerado industrial. El vicepresidente, Gergorin, encarg¨® an¨¢lisis biol¨®gicos para esclarecer esa muerte e intent¨® averiguar si se hab¨ªan producido compraventas de acciones en los ¨²ltimos meses. Con ayuda de Imad Lahoud, un empleado del departamento cient¨ªfico de la empresa y colaborador temporal del servicio secreto franc¨¦s, el alto cargo de EADS obtuvo un listado de transacciones extra¨ªdo de Clearstream.
Luego metieron en danza al general Rondot, a quien le contaron que varios hombres de negocios alimentaban una cuenta a nombre de un directivo de Airbus, desde la cual se habr¨ªan hecho transferencias masivas entre 1999 y 2004 a agentes de los servicios de inteligencia, as¨ª como a industriales y pol¨ªticos franceses. Los fondos cuestionados pod¨ªan proceder de una controvertida venta de seis fragatas a Taiwan, que habr¨ªa generado enormes comisiones ilegales. El hombre de EADS puso sobreaviso tambi¨¦n al entonces ministro de Exteriores, Dominique de Villepin, quien pidi¨® al general Rondot que se ocupara de las verificaciones -pese a no depender de su departamento, sino de Defensa- a principios de 2004.
Ocho meses m¨¢s tarde, el general Rondot y el Servicio de Contraespionaje llegaron a la conclusi¨®n de que los listados de cuentas a nombre de todas esas personas hab¨ªan sido falsificados. Tiempo de sobra para que en la bolsa de los rumores cotizaran al alza unas listas que engordaron hasta tener 895 cuentas "sospechosas". Nicolas Sarkozy, n¨²mero dos del Gobierno, aparec¨ªa como supuesto titular de una de ellas en la Banca Popolare di Sondrio; el socialista Dominique Strauss-Kahn, de otra en el Russian Commercial Bank de Chipre; al republicano Jean-Pierre Chev¨¨nement se la adjudicaba una tercera....
De todos ellos, Sarkozy fue el que reaccion¨® con mayor energ¨ªa, olfateando el peligro que pod¨ªa implicar para su futuro en plena carrera por la sucesi¨®n de Chirac. El activismo de Sarkozy ha logrado convertir "una maquinaci¨®n dirigida contra muchos" en "un caso que este ministro ha tenido la habilidad de presentar a la opini¨®n p¨²blica como si hubiera sido fabricado ex profeso contra ¨¦l", explica un intelectual y observador experimentado de las conspiraciones que se suceden en la capital de la Rep¨²blica francesa.
El ministro del Interior se ha personado como acusador particular en las diligencias judiciales abiertas para encontrar al autor de la intoxicaci¨®n. Del sumario se han filtrado numerosos documentos incautados en la casa del general Rondot y en el Ministerio de Defensa, que se han esparcido a partir de su publicaci¨®n en Le Point y Le Monde. De esas filtraciones se deduce que el general Rondot desconfi¨® pronto de la seriedad de las sospechas y fue consciente del problema que su intervenci¨®n provocaba en el Gobierno.
En notas fechadas entre el 21 y el 28 de enero de 2004 (a las pocas semanas de que Villepin le pidiera su intervenci¨®n), el militar volcaba su desasosiego: "?Hablarle al MD (ministra de Defensa)? El PR (presidente de la Rep¨²blica) quer¨ªa un trato directo con D de V" (Dominique de Villepin, ministro de Exteriores). D¨ªas m¨¢s tarde, otra nota muestra la c¨®lera de la ministra de Defensa al saber que ha sido puenteada: "MAM (Mich¨¨le Alliot-Marie) se ha tomado muy a mal la decisi¨®n de PR (presidente de la Rep¨²blica) de que yo trate directamente esta operaci¨®n sin rendirle cuentas".
Entre abril y julio de 2004, el general ya no se dedic¨® tanto a llevar las iniciativas paralelas, como a "seguir" el curso de otras investigaciones sobre el mismo caso Clearstream: las que acababa de emprender Renaud van Ruymbeke, prestigioso juez anti-corrupci¨®n. La persona que puso en marcha al juez fue, otra vez, el entonces vicepresidente del grupo EADS, Jean-Louis Gergorin. Denunciante y magistrado celebraron una reuni¨®n de madrugada en el domicilio de un abogado, tomando las precauciones propias de una pel¨ªcula de esp¨ªas. Los tres alegaban razones para tanto secreto: el juez conduc¨ªa un sumario sobre comisiones ilegales por la venta de fragatas a Taiw¨¢n, que estaba paralizado por falta de pruebas y le interesaba una persona que dec¨ªa estar en condiciones de aport¨¢rselas; el abogado ten¨ªa entre sus clientes a la viuda de un capit¨¢n taiwan¨¦s muerto en extra?as circunstancias en 1993, relacionado con las compras de la Armada taiwanesa; y Gergorin, el vicepresidente de EADS, aseguraba tener miedo por su vida, m¨¢xime despu¨¦s de la muerte de Jean-Luc Lagard¨¨re... Pero un juez no es un agente secreto: para actuar necesita ajustarse a un determinado procedimiento y Gergorin no quer¨ªa declarar formalmente. El juez termin¨® aceptando que le enviara las denuncias de forma an¨®nima.
As¨ª fue como llegaron a los ojos del magistrados unos listados de cuentas del banco Clearstream, cuya falsificaci¨®n ignoraba. Tampoco fue advertido de que el general Rondot llevaba meses sobre el mismo asunto. Al entrar el juez en juego, el general Rondot se retir¨® a un segundo plano, pero su misi¨®n no hab¨ªa terminado. El 19 de julio anot¨®: "Dejar hacer al juez y prever sus investigaciones". El 27 de julio consign¨® que hab¨ªa informado a De Villepin de que "los servicios" ve¨ªan aquellas listas de cuentas como "un montaje". Hasta el 19 de octubre no redact¨® el informe final diciendo que se hab¨ªa sentido "instrumentalizado"; que manten¨ªa "las m¨¢s grandes reservas" en cuanto a la realidad de lo denunciado; y que tiraba la toalla.
Los que conocen a Rondot aseguran que practica la religi¨®n del secreto. Entonces, ?por qu¨¦ dej¨® tantas huellas escritas de lo que hac¨ªa o dejaba de hacer? St¨¦phane Denis, periodista de Le Figaro, pariente del militar y su portavoz oficioso, no ha aceptado contactos con este peri¨®dico. Bajo promesa de anonimato, una persona del Departamento de Defensa lo explica as¨ª: "El general entr¨® en esos asuntos (el caso Clearstream) porque recibi¨® informaciones que apuntaban a una vasta operaci¨®n de corrupci¨®n y desestabilizaci¨®n, a partir del mundo de la industria de armamentos. Se trata de un terreno peligroso, en el que se han producido muertes no esclarecidas. El general dejaba trazas para proteger su vida o bien para demostrar, llegado el caso, que se met¨ªa ah¨ª porque se lo ordenaban".
El agente especial pensaba dejar los documentos al Archivo Hist¨®rico del Ej¨¦rcito. Tarde o temprano se habr¨ªan conocido; pero dentro de unos a?os ya no habr¨ªan sido ¨²tiles para las luchas por la sucesi¨®n de Chirac que se libran en la derecha.
Lo peor de este caso es el descr¨¦dito que proyecta sobre un pa¨ªs que ya dimiti¨® el a?o pasado del liderazgo de Europa. "Como se ha demostrado, el caso Clearstream nunca existi¨®", corrobora Edwy Plenel, ex director de la redacci¨®n de Le Monde, que sostuvo desde el principio la falsedad del caso y cuyo nombre, curiosamente, fue agregado a la lista falsificada. "Lo que s¨ª hay es el caso Francia y esto s¨ª es consistente. Es el caso de un pa¨ªs en que gentes aparentemente responsables llegaron a juzgar cre¨ªbles una manipulaci¨®n grosera, un conjunto de sospechas sin pruebas, dignas de novelas de las que se compran en las estaciones para pasar el rato. Un fantasma fue tomado en serio en 2004 por personas tan responsables como un distinguido ministro de Asuntos Exteriores (Dominique de Villepin) o un ¨ªntegro juez de instrucci¨®n (Van Ruymbeke)".
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