Portador de esencias

Alg¨²n d¨ªa, alguien levantar¨¢ un monumento a Jerry Gonz¨¢lez, el trompetista nacido en Nueva York y residente en Madrid, sublime portador de esencias jazz¨ªsticas e int¨¦rprete, muchas veces, genial. Un tipo sui generis. En el tiempo que lleva habitando entre nosotros, ha terminado por convertirse en faro y gu¨ªa de jazzistas y flamencos, indistintamente.

Jerry ha grabado mucho para otros y muy poco para s¨ª mismo, de ah¨ª la expectaci¨®n levantada ante el anuncio de un nuevo disco latino-jazz¨ªstico en Big Band, el cual vino a presentarse en concierto el lunes, en un local madrile?o poco acostumbrado a estos menesteres; con ello que el sonido no fue todo lo fino que la ocasi¨®n y el o¨ªdo del cronista hubieran precisado, una l¨¢stima.

Arreglos

Siendo m¨²sico acostumbrado a explayarse sine limitum, no pareci¨® que tuviera el menor problema en ajustarse al gui¨®n dictado por los arreglos espl¨¦ndidos, hasta donde pudo apreciarse, de Miguel Blanco. Incluso atado en corto, Gonz¨¢lez responde como lo que es: un creador en el m¨¢s noble sentido de la palabra.

Y no es que tocara mucho -de hecho, pas¨® m¨¢s tiempo detr¨¢s de las congas que soplando la trompeta o el fiscorno-, pero lo que toc¨® son¨® a pura gloria. Especialmente en dos piezas, un arreglo en clave tropical de El mirar de la maja, de Granados, y la versi¨®n a tempo medio de Goodbye pork pie hat, de Mingus.

Semejante pureza en su expresi¨®n, la emoci¨®n desnuda y sin artificios brotando de cada una de las notas que brotaban de su instrumento musical... imposible no conmoverse ante el espect¨¢culo de un improvisador de ley en su noche m¨¢s inspirada. La Big Band, una maravilla, nada que pueda extra?ar teniendo en cuenta quienes la integraban: Javier Colina, Dani Garc¨ªa, Bob Sands...