Estatuto catal¨¢n

La Generalitat no podr¨¢ seguir fomentando la participaci¨®n al voto en el refer¨¦ndum sobre el Estatuto catal¨¢n del pr¨®ximo d¨ªa 18 y deber¨¢ limitarse a informar sobre los datos t¨¦cnicos de la votaci¨®n, seg¨²n lo acordado ayer por el Tribunal Supremo. El auto, adoptado con el voto discrepante de dos de los cinco magistrados de la sala, se ampara en el art¨ªculo 23 de la Constituci¨®n, seg¨²n el cual el derecho de participaci¨®n pol¨ªtica "requiere la neutralidad de los poderes p¨²blicos". A buen seguro no satisfar¨¢ a quienes consideran un contrasentido prohibir el despliegue institucional a favor de la participaci¨®n ciudadana y tendr¨¢ consecuencias en ocasiones futuras.

En general, la campa?a est¨¢ discurriendo sin grandes tensiones. Sin embargo, resultan condenables los gestos de intolerancia de grup¨²sculos de nacionalistas radicales, as¨ª como los esl¨®ganes partidistas contrarios a la ¨¦tica como el del PSC contra el PP o los excesos verbales de algunos l¨ªderes populares, como el de Esperanza Aguirre alertando irresponsablemente del peligro de un "totalitarismo" nacionalista-socialista. Resulta tambi¨¦n vergonzosa la agresi¨®n al dirigente de la plataforma Ciutadans de Catalunya, Arcadi Espada, el lunes cuando se dispon¨ªa en Girona a intervenir en un acto. Espada, cuyo movimiento antinacionalista propugna el no, fue insultado con gritos de "fascista" y zarandeado por una veintena de extremistas. Ya en diciembre, el dramaturgo Albert Boadella, otro integrante de la plataforma, tuvo que soportar parecidos improperios, y el l¨ªder del PP catal¨¢n, Josep Piqu¨¦, se vio interrumpido en un mitin la semana pasada por otros intolerantes. Los partidos democr¨¢ticos tienen su cuota de responsabilidad para acabar con tales desmanes. Esas actitudes exigen un rechazo sin tibieza por parte de todos, algo que hasta ahora no se ha visto. Sin contar con que el tremendismo verbal de unos y la frivolidad de la publicidad de otros es combustible que enciende los extremismos.