2010: odisea en el espacio de educaci¨®n superior
Cuando el viaje es complicado y las peripecias de la aventura pueden ser complejas, m¨¢s vale pertrecharse adecuadamente. Lo que resulta m¨¢s sorprendente es encontrar a quienes en esto del espacio europeo de educaci¨®n superior no dudan. Es m¨¢s, est¨¢n abiertamente a favor o declaradamente en contra, como si se tratara de una afici¨®n o toma deportiva de partido. Airean sus banderas, sus esl¨®ganes, sus consignas y se enfrentan al rival con la decisi¨®n de un contrincante. Por supuesto, nada que objetar a las manifestaciones, a los manifestantes y a los manifiestos. Al contrario, hemos de agradecer que propicien el necesario debate. Ahora bien, considero que en este asunto, como en tantos otros, falta reflexi¨®n, falta pensamiento. Puede que haya incluso discusi¨®n, pero no hay controversia. Todo se ha poblado de presupuestos que han adquirido el car¨¢cter de posiciones. Y las de los adversarios son, adem¨¢s, altamente peligrosas. Los cautos, no sin cierta sensatez, avisan. Peligros, peligros, todo son peligros que, por una u otra raz¨®n, nos inmovilizan. Los t¨ªtulos van a pasar a un espacio de compraventa, se va a producir la mercantilizaci¨®n de los estudios a favor de los m¨¢s acaudalados, la p¨¦rdida del verdadero conocimiento, el triunfo de las posiciones m¨¢s radicales del neoliberalismo, el puro adiestramiento en habilidades... para, en definitiva, traicionar los valores universitarios. Bolonia ser¨¢ en tal caso una cat¨¢strofe anunciada, la de un mundo que no cree en la educaci¨®n ni en la cultura sino que se ha constituido en un puro mercado con unos interesantes y mal llamados clientes, los estudiantes o, si se prefiere, a¨²n m¨¢s conservadoramente, sus familias.
Sin embargo, otros consideran que estamos no s¨®lo ante una oportunidad, una ocasi¨®n, una propicia coyuntura, sino ante una necesidad. La homologaci¨®n de los t¨ªtulos, el reconocimiento de las profesiones, la movilidad de los estudiantes y profesores, la respuesta a las demandas y requerimientos sociales, la elaboraci¨®n de otros planes de estudio, la transformaci¨®n de las formas de ense?ar y de aprender, la capacitaci¨®n profesional, la vinculaci¨®n con los objetivos y tareas de los emprendedores y las administraciones, el desarrollo de la formaci¨®n vinculada al ejercicio de la actividad, la mejora de la inserci¨®n laboral de los licenciados... confirmar¨ªa que, razonablemente, s¨®lo se puede ser firme partidario del espacio europeo de educaci¨®n superior. Ventajas, ventajas, todo son ventajas.
Se airean los estandartes. Bolonia s¨ª, Bolonia no. Pero es tan indiscriminada la mezcla que cabe la sospecha de que ni las cualidades que se conceden al proceso s¨®lo puedan responder al mismo, ni sus defectos cabe atribuirlos sin m¨¢s a ese desaf¨ªo. Resulta extraordinariamente importante, pero de por s¨ª no da para tanto. Con el llamado proceso de Bolonia o sin ¨¦l, la idea de universidad se encuentra en todo el mundo en un momento radical de an¨¢lisis y de transformaci¨®n. Quien no lo comprenda, pronto comprobar¨¢ los efectos y lo notar¨¢ negativamente. Todos los foros y estudios, todas las tareas y empe?os ser¨¢n pocos. Valorar, evaluar, acreditar, formar, dar cuenta p¨²blica son caminos imprescindibles para mejorar. La universidad y la sociedad de la que forma parte dispone del conocimiento suficiente para la tarea, aunque requiere otros recursos. Estamos en ello. Estemos m¨¢s. Y mejor. No es esa, sin m¨¢s, la cuesti¨®n.
Se trata de dar efectivo contenido y concepto a cada labor, a cada palabra. Y de hacerlo con los estudiantes, cuya voz y cuya posici¨®n resultan imprescindibles. Por ejemplo, la movilidad, por supuesto de todos los sectores de la comunidad, resulta profundamente universitaria. Pero ?cu¨¢les son sus posibilidades y sus l¨ªmites? Se requiere que sea compatible con la igualdad de oportunidades, con planes de formaci¨®n adecuados, con una pol¨ªtica eficiente y suficiente de becas, con un buen conocimiento de idiomas, con planes de reinserci¨®n y rejuvenecimiento del profesorado, con la comprensi¨®n de un nuevo modelo al respecto, con un expreso reconocimiento de los estudios... y m¨¢s y m¨¢s asuntos. Por ejemplo, la formaci¨®n en capacidades no ha de ignorar que s¨®lo tienen valor vertebradas en el espec¨ªfico conocimiento de las disciplinas, en el cuidado por su alcance y sentido, por su singularidad, y no es cuesti¨®n de un mero acopio de habilidades. Ahora bien, tampoco basta tener buena informaci¨®n para estar bien e integralmente formado. Asimismo, por ejemplo, no hemos de confundir la necesaria respuesta a las demandas sociales y a su capacidad de generaci¨®n y de creaci¨®n con la mera rendici¨®n a las peticiones del mercado. Tampoco parece deseable que la universidad sepa ya de antemano y mejor todo cuanto cabe hacer, esto es, que pierda la capacidad de aprender y de escuchar a otras instancias. Ello no es nunca incompatible con el esp¨ªritu cr¨ªtico o innovador. Al contrario. Resulta especialmente claro en el caso de la investigaci¨®n, gran desaf¨ªo de la Europa de las universidades, la Europa de 2010. Se precisa una apuesta m¨¢s decidida por ella y no s¨®lo en nuestro pa¨ªs. Y no bastar¨¢ con la imprescindible financiaci¨®n. Es necesario todo un cambio de cultura, nuevos procesos de organizaci¨®n y de gesti¨®n de las universidades, con una espec¨ªfica capacitaci¨®n del personal de administraci¨®n y servicios y dem¨¢s personal t¨¦cnico y una mayor articulaci¨®n de las administraciones, los emprendedores y la universidad, que tambi¨¦n es y desea serlo a¨²n m¨¢s. Para empezar, porque se requieren m¨¢s investigadores e investigadoras y toda una vertebrada estructura capaz de competir y de arriesgar. Sin esa cultura compartida, no habr¨¢ efectiva inversi¨®n de toda la sociedad.
La odisea es de nuevo una dif¨ªcil aventura. Y ha de ampliar sus propios l¨ªmites, incluso a otros espacios de educaci¨®n, articul¨¢ndolos con la ense?anza en todos los niveles y extendi¨¦ndola a otros pueblos y pa¨ªses. Iberoam¨¦rica y el Caribe son ya una prioridad, pero no ha de olvidarse el dif¨ªcil camino de Asia o de ?frica. El espacio europeo no ha de ser una coartada para cerrarse y plegarse sobre s¨ª. Es una gran posibilidad para competir con solidaridad y con las propias se?as de identidad, con la singular diferencia. No para uniformar la educaci¨®n superior, sino para hacerla homologable, compatible, esto es abierta.
Ciertamente deseamos una efectiva transformaci¨®n de las universidades. Dejemos de lamentarnos o de airear pomposas euforias por este nuevo espacio, en ocasiones proclamadas por quienes s¨®lo parecen ver en ¨¦l una ocasi¨®n m¨¢s para reclamar recursos. Caminemos por las mejores posibilidades eludiendo lo indeseable y los cantos de sirena de los que esgrimen estandartes y banderas. Necesitamos otro espacio y las universidades venimos haciendo un enorme esfuerzo al respecto. No tenemos prisa, pero s¨ª urgencia. Basta de titubeos. Pensemos y hagamos juntos.
?ngel Gabilondo es rector de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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