La instrumentalizaci¨®n de la familia
El signo m¨¢s importante de la modernidad, del cambio del Antiguo R¨¦gimen al sistema democr¨¢tico, es que la familia deja de ser la primera unidad social y pasa a serlo el individuo. La unidad de decisi¨®n electoral es la persona y, sobre todo, la persona individual es la protagonista de la vida jur¨ªdica, de los contratos, de los acuerdos. Ello es perfectamente compatible con que en el mundo capitalista la unidad principal sea la empresa, la corporaci¨®n mercantil pero hasta esta ha tenido que recabar de la legislaci¨®n el reconocimiento de la ficci¨®n persona jur¨ªdica como fuente de imputabilidad.
Instituciones importantes como el matrimonio incluyen su condici¨®n contractual, su subordinaci¨®n a la voluntad individual, al prever su disoluci¨®n, algo que tambi¨¦n negaba el Antiguo R¨¦gimen y que sigue negando ese invento eclesi¨¢stico, el matrimonio can¨®nico, al imponer que la instituci¨®n est¨¢ por encima de las personas.
Esto no quiere decir que la familia no tenga importancia o reconocimiento social pero, de un tiempo a esta parte, se est¨¢n creando instancias y levantando voces en defensa de la familia con la excusa de que la instituci¨®n est¨¢ amenazada de muerte por las nuevas costumbres, por las nuevas pol¨ªticas, algo que no tiene el menor fundamento sociol¨®gico. Nunca como hasta ahora ha habido lazos m¨¢s fuertes entre generaciones, los padres protegen a sus hijos de las carencias en materia de vivienda y empleo teni¨¦ndolos en casa hasta cada vez m¨¢s mayores, los abuelos hacen de canguros de sus nietos ante la doble militancia laboral de la pareja y los hijos, y sobre todo las hijas, cuidan de sus padres ancianos con notorio sacrificio personal. En suma la familia es la principal defensa de las personas contra las durezas de un sistema econ¨®mico cuyos l¨ªderes se llenan la boca elogiando a la instituci¨®n pero apenas toman medidas para proteger la natalidad, la maternidad y la ancianidad. De hecho, el sistema utiliza a la familia como alternativa barata a su inacci¨®n pol¨ªtica y sus dudosas prioridades fiscales. En ese sentido Francia sigue siendo ejemplar. Francia es el lugar de nacimiento de la soberan¨ªa del individuo, el lugar donde el s¨²bdito se transform¨® en ciudadano y hoy es el ¨²nico pa¨ªs europeo cuya fertilidad nativa crece debido a la protecci¨®n oficial al embarazo y sus consecuencias. Espa?a es de los pa¨ªses europeos m¨¢s retrasados en apoyo a la familia, basta citar que tenemos el mayor d¨¦ficit en plazas p¨²blicas para residencias de mayores.
En realidad cuando los partidos o movimientos conservadores, y en especial la Iglesia cat¨®lica, hablan de defender a la familia lo que de verdad piden es la vuelta al patriarcado, es decir, a un modelo de familia en la que el padre tomaba las decisiones en nombre de todos y sin contar con ellos y era el participe en su nombre de una red org¨¢nica de poder sustituida por la democracia tras la Revoluci¨®n francesa. Solo en los ¨¢mbitos mafiosos persiste el dominio eminente del padrone en base unas estructuras de lealtad incondicional que reproducen el modelo predemocr¨¢tico. Y cuando instituciones religiosas, como el Opus Dei, dicen de s¨ª mismas que son una familia, en el fondo reconocen que tienen una estructura mafiosa, sectaria.
En los ¨²ltimos tiempos estamos asistiendo a una politizaci¨®n de la familia, tratando de utilizar esas nostalgias para frenar los progresos de la libertad individual y los derechos humanos en la profundizaci¨®n de la democracia.
Su primer cap¨ªtulo naci¨® en Am¨¦rica Latina, y concretamente en Brasil donde un abogado de la extrema derecha cat¨®lica, Plinio Correa de Oliveira, y un sacerdote jesuita, Walter Marieux, director del secretariado internacional de las Congregaciones Marianas, fundaron el movimiento Tradici¨®n, Familia y Propiedad en 1960. El movimiento se extendi¨® a Argentina y otros pa¨ªses latinos y en 1990 estaba presente en 22 pa¨ªses, siendo su principal ¨®rgano de difusi¨®n la revista Catolicismo. El movimiento trata de implantar un modelo de democracia org¨¢nica, con un jefe militar a ser posible. La versi¨®n chilena, Patria, Familia, Propiedad, prosper¨® mucho bajo Pinochet y entre sus miembros destac¨® el fundador de la colonia Dignidad, tristemente famosa por la violaci¨®n de derechos humanos que ocurr¨ªa en su interior y cuyo fundador est¨¢ hoy procesado.
La doctrina pro familia se incorpor¨® a los programas electorales del partido republicano estadounidense desde Reagan en su af¨¢n de reclutar el voto del neoconservadurismo cristiano y se ha convertido en el epicentro del prop¨®sito de los actuales l¨ªderes de la Iglesia cat¨®lica por recuperar la confesionalidad del Estado desde que el papa polaco inici¨® el desmantelamiento de los postulados del Concilio Vaticano II. De hecho, el nuevo Papa viene a Valencia a un Congreso sobre la familia, organizado por grupos que buscan no tanto promover pol¨ªticas de apoyo econ¨®mico a la familia como hacer pol¨ªtica conservadora. Es lo que hace el presidente Bush cuando exalta a la familia, aunque la suya no sea especialmente ejemplar, mientras trata de privatizar la Seguridad social y disminuir sus prestaciones en beneficio de otras prioridades fiscales m¨¢s belicosas. De hecho, la pol¨ªtica conservadora pro familia se convierte en aliada de lo que pretende atacar, el individualismo feroz cuyos vicios proclama. Porque lo pro familia es, sobre todo, pro mi familia, un instinto de reducir mi solidaridad al grupo m¨¢s ¨ªntimo, lo cual debilita obviamente nuestra preocupaci¨®n por lo com¨²n, por lo de todos, la naturaleza claramente social de la condici¨®n humana.
Al final los movimientos pro familia ven como su principal cometido apear a los partidos progresistas del poder pol¨ªtico como lleva intentado la Iglesia cat¨®lica desde que fund¨® la democracia cristiana en Italia. Y es que los l¨ªderes vaticanos no terminan de aceptar que la religi¨®n es un sentimiento personal y que la conciencia religiosa cada vez soporta menos intermediarios entre ella y el Absoluto. La Reforma protestante fue el primer cap¨ªtulo de este proceso de maduraci¨®n y despolitizaci¨®n del sentimiento religioso y hasta que el Vaticano no haga esa reforma su principal ocupaci¨®n y su m¨¢s fervorosa clientela tendr¨¢n objetivos pol¨ªticos de la mano del partido popular en Espa?a o del republicano en USA.
Alberto Moncada es presidente de Soci¨®logos sin fronteras.
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