L¨ªderes
Los dirigentes pol¨ªticos son responsables de sus ideas y de las actitudes con las que defienden sus ideas. Las ideas y las actitudes forman parte de la realidad, son acontecimientos que intervienen en los pasos de la historia cotidiana, en el significado de los destinos. M¨¢s all¨¢ de la validez de sus ideas y de las ideolog¨ªas que representan, los l¨ªderes tienen la capacidad de mejorar o de empeorar la condici¨®n humana de sus seguidores. Hay l¨ªderes que sacan los mejor de nosotros mismos y que nos hacen personas m¨¢s enteras, m¨¢s nobles. Dentro de las muchas perspectivas desde las que se pueden juzgar los a?os de la Transici¨®n, no carece de importancia el papel jugado por algunos pol¨ªticos de derechas que procuraron ofrecer a la Espa?a conservadora una moral apartada de la intransigencia, el dogmatismo y la irracionalidad. La pol¨ªtica actual est¨¢ definida por la din¨¢mica contraria. Los l¨ªderes de la derecha parecen trabajar para convertir a los ciudadanos en peores personas, dispuestos a indignarse sin pensar en lo que dicen y en lo que sienten. No se trata s¨®lo del valor de las ideas que defienden, sino de las actitudes que sacan a la calle. La santa indignaci¨®n crispada y permanente con la que los l¨ªderes de la derecha intentan ocultar su debilidad y la falta de un proyecto pol¨ªtico, provoca que sus seguidores sean cada vez m¨¢s vociferantes, menos caritativos, m¨¢s rabiosos en sus fr¨¢giles convicciones. Es el ruido cr¨®nico de la convivencia espa?ola, en la que est¨¢ calando, fuera de toda l¨®gica real, un veneno de degradaci¨®n y de insultos. No me refiero a que exista la amenaza de que la derecha llegue por ese camino a ganar unas elecciones, porque la radicalizaci¨®n s¨®lo consigue excitar a sectores fieles a costa de alejar a los votantes m¨¢s centrados. Pero la oposici¨®n pol¨ªtica ocupa un papel importante en el tejido social, en la construcci¨®n de los procesos sociales, y no me parece buena noticia el protagonismo de una derecha cada vez m¨¢s incapacitada para gobernar y m¨¢s enraizada en el furor. A todos nos convienen l¨ªderes de derechas y de izquierdas, cada uno en lo suyo, que nos hagan mejores personas.
Joaqu¨ªn Vidal, el Presidente de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo de Andaluc¨ªa, ha hecho esta semana algunas declaraciones marcadas por la prudencia. No est¨¢ dispuesto a que su dolor privado, su derecho a la solidaridad y la ilusi¨®n p¨²blica del proceso de paz que estamos viviendo, sean manipulados por los intereses electoralistas de ninguna formaci¨®n pol¨ªtica. Es decir, representa el papel contrario al de otras v¨ªctimas del terrorismo que han decidido olvidarse de su dolor y de su condici¨®n, para convertirse en agitadores sentimentales del programa de crispaci¨®n alentado por el PP. En nombre de las v¨ªctimas de ETA, militantes extremistas del PP son convocados para acusar al Gobierno de complicidad con el terrorismo, para negar la legitimidad de un proceso pol¨ªtico que facilite el final de ETA, y para denunciar a los polic¨ªas y a los jueces responsables de las investigaciones sobre el atentado de Atocha. Dicen unas cosas que le hielan a uno la sangre. Como los l¨ªderes del PP no est¨¢n dispuestos a asumir las responsabilidades pol¨ªticas del 11-M y del posterior falseamiento de las informaciones sobre el origen del atentado, conducen a extremos inconcebibles a las v¨ªctimas del terror de ETA. Es el ejemplo m¨¢s claro de la degradaci¨®n moral que las actitudes de algunos l¨ªderes llegan a provocar. Se puede comprender el rencor y el odio de una v¨ªctima, pero no el c¨¢lculo fr¨ªo del que pretende convertir la sangre de un hermano en trampol¨ªn para una carrera pol¨ªtica basada en el disparate. Por eso consuela que la respuesta no venga de un partido adversario, sino de personas como Joaqu¨ªn Vidal, v¨ªctima del terrorismo y ciudadano responsable, que se niega a aceptar la invitaci¨®n al veneno que le han cursado las canaller¨ªas armadas de ETA y la violencia verbal de los l¨ªderes del PP. Tambi¨¦n los ciudadanos son responsables de sus ideas y de las actitudes con las que defienden sus ideas.
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