Una perspectiva econ¨®mica
La controversia sobre la utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear de fisi¨®n para la generaci¨®n el¨¦ctrica no se limita, desde luego, al dominio econ¨®mico. Pero no cabe duda que la estimaci¨®n del coste de la generaci¨®n el¨¦ctrica con combustible nuclear comparado con el de sus alternativas (gas, carb¨®n, hidr¨®geno, renovables...) es un factor de decisi¨®n esencial no s¨®lo para las empresas, sino para los poderes p¨²blicos. De hecho, el frenazo que sufri¨® el programa nuclear en los pa¨ªses occidentales (excepto Francia) en los a?os ochenta y noventa del pasado siglo no estuvo ¨²nicamente ligado al rechazo de una parte significativa de las opiniones p¨²blicas de esos pa¨ªses sino que fue determinado, en gran medida, por factores econ¨®micos.
Los cambios en la econom¨ªa favorecen la energ¨ªa nuclear frente a sus alternativas
La generaci¨®n el¨¦ctrica nuclear tiene elevados costes de inversi¨®n pero bajos costes de operaci¨®n
La extrapolaci¨®n del escenario de precios bajos de los hidrocarburos en los ¨²ltimos quince a?os del pasado siglo (una media de precios del petr¨®leo del orden de los 20 d¨®lares el barril) y el desarrollo de las nuevas tecnolog¨ªas de las centrales de gas y carb¨®n llevaban a anticipar un coste medio de generaci¨®n el¨¦ctrica con estos combustibles inferior a 40 euros por megavatio/hora, lo que representaba pr¨¢cticamente la mitad del coste estimado de la ¨²ltima generaci¨®n de centrales nucleares construidas en un buen n¨²mero de pa¨ªses industrializados (con la excepci¨®n de Francia) cuyos costes fijos se hab¨ªan disparado a causa de los cambios normativos, el alargamiento de los plazos de construcci¨®n, el elevado valor de los intereses intercalarios, etc.
En los primeros a?os de este siglo, sin embargo, se est¨¢n registrando cambios en el entorno econ¨®mico internacional que tienden a favorecer la energ¨ªa nuclear frente a sus alternativas en la producci¨®n de electricidad. En primer lugar, la fuerte elevaci¨®n del precio de los hidrocarburos ha modificado al alza las expectativas de evoluci¨®n a medio y largo plazo del precio de este tipo de combustibles y, por tanto, el del coste de generaci¨®n de las centrales de ciclo combinado de gas. En segundo lugar, la entrada en vigor del Protocolo de Kioto ha introducido un factor de encarecimiento de las tecnolog¨ªas de generaci¨®n que utilizan combustibles f¨®siles (gas y, sobre todo, carb¨®n). En tercer lugar, e independientemente de las expectativas a corto plazo de alza de los tipos de inter¨¦s, la previsi¨®n de un escenario de mantenimiento a medio y largo plazo de tipos medios moderados reducen la penalizaci¨®n que los costes de capital elevados suponen para una tecnolog¨ªa intensiva en capital como la generaci¨®n nuclear. Esto significa que la discusi¨®n sobre la competitividad econ¨®mica (el coste relativo) de las diferentes alternativas de generaci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica (incluida la generaci¨®n nuclear) se ha abierto de nuevo.
La generaci¨®n el¨¦ctrica nuclear es una tecnolog¨ªa con elevados costes de inversi¨®n pero bajos costes de operaci¨®n (del orden de 15 euros por megavatio/hora en el caso de estos ¨²ltimos), lo que supone que el alargamiento de la vida operativa de las centrales nucleares m¨¢s modernas en funcionamiento sea, desde un punto de vista econ¨®mico, una alternativa superior a la construcci¨®n de una nueva central de gas o carb¨®n (incluso con un escenario de precios moderados de los combustibles f¨®siles).
El diferencial entre el coste medio de generaci¨®n con este tipo de centrales y el coste operativo (combustible, operaci¨®n y mantenimiento) de una central nuclear es tan elevado que dif¨ªcilmente podr¨ªa ser colmado por el coste de las inversiones incrementales requeridas, por razones t¨¦cnicas y de seguridad, para alargar la vida de la central nuclear.
La competitividad econ¨®mica de nuevas centrales nucleares depender¨¢, sin embargo, de una amplia gama de factores. En primer lugar, estar¨¢ condicionada estrechamente por la escala (n¨²mero de reactores similares construidos) y la estandarizaci¨®n del programa que se pretenda llevar a cabo. Un programa extenso y estandarizado (modelo franc¨¦s) permitir¨ªa alcanzar importantes reducciones de coste derivadas del efecto aprendizaje, la menor repercusi¨®n de los costes hundidos de ingenier¨ªa y el menor coste de capital (por reducci¨®n del riesgo inherente a la repetici¨®n del mismo tipo de reactor). Un estudio de la Universidad de Chicago estima que este conjunto de efectos puede reducir el coste medio a la mitad. En segundo lugar, la competitividad econ¨®mica de la energ¨ªa nuclear depender¨¢ del perfil a largo plazo de los precios de los hidrocarburos y de los derechos de emisi¨®n de CO2; cuanto m¨¢s elevados sean ¨¦stos, m¨¢s cara ser¨¢, obviamente, la electricidad producida por centrales con combustibles f¨®siles alternativas a las nucleares. El impacto del coste de las emisiones de CO2, sin embargo, se reducir¨¢ en la medida en que se reduzca el coste de la tecnolog¨ªa de captura y confinamiento de CO2. En tercer lugar, se ver¨¢ influida por la evoluci¨®n del coste de las tecnolog¨ªas del hidr¨®geno y renovables. Por ¨²ltimo, un determinante decisivo de la competitividad econ¨®mica de la alternativa nuclear en sectores el¨¦ctricos liberalizados ser¨¢ el criterio de distribuci¨®n del riesgo regulatorio entre empresas, consumidores y contribuyentes, ya que en el largo periodo de vida de una central nuclear la probabilidad de cambios regulatorios con efectos significativos en el coste es elevada; por ejemplo, en relaci¨®n a los criterios de internalizaci¨®n de costes de externalidades como la seguridad, o a las exigencias de innovaciones tecnol¨®gicas para reducir el riesgo de proliferaci¨®n o modificar el modelo de gesti¨®n de residuos.
Cualquier conclusi¨®n relativa al debate econ¨®mico sobre el mix ¨®ptimo de tecnolog¨ªas para la generaci¨®n el¨¦ctrica (y el peso dentro de ese mix de la energ¨ªa nuclear) debe, no obstante, ser considerada con extraordinaria cautela. Se est¨¢n comparando inversiones en centrales cuya vida operativa tiene un horizonte de medio siglo. En ese plazo, no s¨®lo puede cambiar el perfil de evoluci¨®n del precio de los combustibles o de los tipos de inter¨¦s; tambi¨¦n est¨¢n sujetos a cambios significativos par¨¢metros estructurales como la propia disponibilidad f¨ªsica de los recursos energ¨¦ticos primarios, los impactos medioambientales y las tecnolog¨ªas. De hecho, un cambio radical en las tecnolog¨ªas energ¨¦ticas (no s¨®lo para la generaci¨®n el¨¦ctrica, sino para el transporte) a lo largo del siglo actual no s¨®lo es previsible sino necesario para garantizar la sostenibilidad del crecimiento econ¨®mico.
Claudio Aranzadi es ingeniero industrial y economista.
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