Cahill salva a Australia
El media punta marca los dos primeros tantos de su pa¨ªs en un Mundial y derrota a Jap¨®n
Hay momentos que marcan una carrera. Tim Cahill vivi¨® el suyo: el media punta australiano marc¨® un par de goles en cinco minutos, logr¨® as¨ª los dos primeros tantos de su selecci¨®n en la historia de la Copa del Mundo y, de paso, consigui¨® que Australia usara los diez ¨²ltimos minutos de su partido para transformar su derrota ante Jap¨®n en una contundente victoria (3-1).
?se es el resumen del partido. Su desarrollo, sin embargo, fue de todo menos alentador para Australia. Para cuando Cahill sali¨® al campo, en la segunda parte, s¨®lo hab¨ªan pasado tres cosas y ninguna buena para sus intereses. Primera: Viduka llevaba casi una hora convertido en hombre ancla y bregando con una doble l¨ªnea de defensas japoneses, todos ellos peque?os, correosos y anchos de hombros. Segunda: Jap¨®n mandaba. Tercera: Takahara, el m¨¢s peque?o y ligero de los jugadores nipones, una pluma en medio de los gigantescos centrales australianos, se hab¨ªa lanzado como un kamikaze a por un centro y, en el camino, hab¨ªa logrado chocar con Schwarzer, el portero australiano.
Fue la primera foto del partido: un centro bombeado, flojo y sin peligro acab¨® convertido en gol. La segunda instant¨¢nea retrat¨® a Kawaguchi, el portero japon¨¦s, que regal¨® el empate con otra salida suicida e innecesaria. La r¨²brica del reportaje correspondi¨® a Cahill: suyo fue el empate, el segundo gol y el premio al mejor jugador de un partido dominado durante 80 minutos por Jap¨®n, serio atr¨¢s, duro en medio y desaparecido en la delantera.
Todos, desde los japoneses a sus compa?eros, esperaban a Cahill. Algunos, incluido Hiddink, el seleccionador australiano, lo hac¨ªan con ansiedad: nadie estaba seguro de si el jugador hab¨ªa superado la lesi¨®n de rodilla que se produjo en abril. Los m¨¦dicos de su equipo, el Everton ingl¨¦s, lo dudaban seriamente. El jugador no. Cahill, obsesionado con jugar, le recordaba a todo el mundo que estaba acostumbrado a superarse. Y usaba un argumento recuperado de su infancia: "Soy de una familia numerosa. Jugaba al f¨²tbol con zapatillas de tenis porque no nos llegaba el dinero y, cuando marcaba un hat-trick, mi madre me daba cachetes porque cre¨ªa que pod¨ªa haber marcado cinco".
A Jap¨®n, adem¨¢s de Cahill, le sobr¨® cumplir con los estereotipos. Se esperaba un grupo de esforzados trabajadores, con nervio en el centro del campo y gran seriedad t¨¢ctica. Y Jap¨®n lo fue. Lo malo es que tambi¨¦n cumpli¨® con su otra etiqueta, esta maldita, la que dice que le falta un matador, alguien que invente en los ¨²ltimos metros, un pu?al que distribuya juego o marque. Justo lo que ayer le sobr¨® a su rival: Australia ten¨ªa a Cahill.
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