Del bal¨®n de cuero al bal¨®n de oro
El delantero ucranio Shevchenko, que ya a los dos a?os ped¨ªa una pelota en vez de golosinas, es un ejemplo de obsesi¨®n por el f¨²tbol
Mal que le pese a Andrei Shevchenko, Dvirkyschyna sigue en el mapa. Al deportista m¨¢s admirado de Ucrania no le gusta que se hable de su pueblo, pero all¨ª naci¨® el 29 de septiembre de 1976 cumpliendo con el deseo de su familia. Tras varios a?os destinado en Berl¨ªn, Nikolay Shevchenko, militar del Ej¨¦rcito Rojo, acababa de regresar a la casa de sus padres junto a su mujer, embarazada de Andrei, y su hija Olena, de dos a?os.
Situada a 150 kil¨®metros al este de Kiev, la capital, nada distingue a Dvirkyschyna de los otros pueblos de la comarca, islotes de granjas dispersos en un paisaje perfectamente llano y verde, terreno de antiguos kolj¨®s -cooperativas agr¨ªcolas controladas por el Estado- en los tiempos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
"Era risue?o. Le recuerdo siempre sonriente. M¨¢s que ahora", dice su maestra Clara Zalka
El jugador del Chelsea suspendi¨® el acceso a una escuela de f¨²tbol por no saber regatear
Los ni?os de Dvirkyschyna, de unos 500 habitantes, presumen a gritos de su ilustre vecino, pero la mayor¨ªa admite en voz baja no haberle visto jam¨¢s. No as¨ª las ancianas que conocen de toda la vida a los Shevchenko. Si en m¨¢s de una ocasi¨®n el propio futbolista ha pasado por alto los seis primeros a?os de su vida en Dvirkyschyna, a¨²n quedan vecinas que recuerdan su infancia con todo detalle.
Seg¨²n la m¨¦dico del pueblo, Andrei fue capaz de andar e incluso correr mucho antes de lo habitual. "Antes de uno de mis viajes, todos los ni?os del pueblo me pidieron golosinas, salvo uno que me suplic¨® un bal¨®n de f¨²tbol. Se lo traje y no se separ¨® de ¨¦l. ?Y ten¨ªa dos a?os!", cuenta la doctora en el comedor del antiguo domicilio de los Shevchenko tras atender al abuelo de Andrei, el ¨²nico habitante de una casa tan sencilla ahora como hace 30 a?os. El granero, el corral, la despensa... todo se conserva igual, incluido el jard¨ªn. Desde que dio sus primeras patadas, Andrei tuvo mucho campo por delante, con el ¨²nico l¨ªmite de un port¨®n que convirti¨® en porter¨ªa.
Al otro lado de la verja, tres vecinas se apresuran a desvelar que el nieto "era un ni?o muy inquieto y obstinado, igual que su abuelo". Encogidas sobre largos bastones, las campesinas protegen sus canas del viento con vistosos pa?uelos y recuerdan, a carcajada limpia, c¨®mo Andrei practicaba con la pelota entre las piernas de su bisabuela o "jugaba con mi hijo a echarse tierra por la boca".
La memoria de las ancianas se corta en 1983. El Ej¨¦rcito Sovi¨¦tico destin¨® a Nikolay Shevchenko a Kiev y el resto de la familia le sigui¨® a la capital, al populoso barrio de Obolon.
All¨ª, el piso de los Shevchenko est¨¢ en la planta baja de un bloque de viviendas calcado a los dem¨¢s mazacotes del barrio. Si a la madre le pareci¨® una bendici¨®n tener un colegio frente al portal, al ni?o Andrei se le abri¨® el cielo cuando vio un campo de tierra con dos porter¨ªas de verdad que le aguardaba justo al lado de la escuela.
"Le sent¨¦ en la ¨²ltima fila para que no se me escapara. No soltaba su bal¨®n... siempre llegaba tarde y no serv¨ªa de nada rega?arle. Nunca se iba a casa. Cada tarde, su madre ten¨ªa que ir a por ¨¦l al campo de f¨²tbol", explica en tono suave Clara Zalka, apoyada en el pupitre de su alumno m¨¢s famoso, al que tuvo a su cargo tres a?os.
"Andrei era muy risue?o y cari?oso. Nunca permit¨ªa que pegaran a las chicas. Yo le recuerdo siempre sonriente. M¨¢s que ahora", desliza la maestra. Tras 53 a?os dando clases, Zalka est¨¢ angustiada porque le falta un mes para jubilarse y no lo ha asumido a¨²n. De entre sus recuerdos m¨¢s intensos surge el peque?o Andrei, pero no s¨®lo por ser quien es. En el verano de 1986, ella cuid¨® de los m¨¢s peque?os durante los tres meses que dur¨® la evacuaci¨®n de todos los escolares de Kiev a la costa del Mar Negro tras el desastre de Chernobyl. Shevchenko tambi¨¦n estuvo all¨ª.
"No hab¨ªa ni?os y la ciudad parec¨ªa muerta. S¨®lo de madrugada era distinto. Todos los hombres encend¨ªamos los televisores para ver los partidos del Mundial de M¨¦xico", relata V¨ªctor Enakiev, director del instituto de Obolon y responsable de aquella evacuaci¨®n.
El exilio no fue el ¨²nico golpe que se llev¨® Andrei Shevchenko en su infancia. Si muchos ni?os han renunciado a sus sue?os de f¨²tbol tras ser rechazados por sus carencias t¨¦cnicas, Shevchenko pudo haber sido un caso m¨¢s tras suspender las pruebas de acceso a una escuela de f¨²tbol por no saber regatear.
Para consuelo de Andrei, un ojeador del Dinamo de Kiev de nombre Oleksander Shpakov llevaba ya un tiempo merodeando por su barrio cada vez que se disputaba alg¨²n partido del torneo escolar de la zona, llamado El bal¨®n de cuero.
Lo que Shpakov detect¨® en aquel polvorilla de nueve a?os no fue un talento ins¨®lito, sino un notable caso de obsesi¨®n por dominar el juego. Pero al entrenador la apuesta le cost¨® lo suyo. La madre de Andrei no ve¨ªa bien que su hijo cruzara toda la ciudad para llegar a la escuela del Dinamo y el padre ni siquiera toleraba la idea de cargar con un futbolista en la familia.
"Shpakov tuvo que regresar a Obolon varias veces. Y s¨®lo convenci¨® a Nikolay Shevchenko cuando le prometi¨® para su hijo la misma disciplina que se da en una escuela militar", recuerda Alexander Lysenko, el hombre que sucedi¨® a Shpakov en la formaci¨®n del futbolista.
El campo de tierra donde se entrenaba Andrei cuando lleg¨® al Dinamo es ahora un solar separado de las modernas instalaciones del club, construidas con una parte de los 26 millones de euros que pag¨® Berlusconi por Shevchenko.
En una de las clases te¨®ricas que reciben los juveniles del Dinamo, un profesor reprende a sus alumnos porque no se han esforzado en practicar con las dos piernas y la pr¨®xima temporada puede ser la ¨²ltima. "Shevchenko se perfeccionaba continuamente. Llegaba el primero y se marchaba el ¨²ltimo. Siempre estaba dispuesto a aprender y lo hac¨ªa muy r¨¢pido", remarca Lysenko. "Con 14 a?os hab¨ªa otros mejores que ¨¦l, pero Shevchenko siempre se crec¨ªa contra los mayores", a?ade Wencheslaw Semionov, otro veterano t¨¦cnico del Dinamo.
A los 14 a?os Andrey Shevchenko comenz¨® a viajar al extranjero con el Dinamo. Parad¨®jicamente, su primer torneo fue en Italia y regres¨® fascinado por haber pisado San Siro en un partido del Milan. En 1991 logr¨® su primer gran ¨¦xito en Gales. Shevchenko fue el mejor jugador del campeonato y se llev¨® a cambio unas botas firmadas por Ian Rush.
"Pod¨ªa estar hasta tres meses sin venir a clase, pero luego no ped¨ªa favoritismos. Siempre me tra¨ªa regalos", apunta Nechay Nadiya, profesora de qu¨ªmica en Obolon. Todos alrededor de Shevchenko hab¨ªan asumido ya que su empecinamiento no ten¨ªa cura y en el segundo equipo del Dinamo, Andrey dio el gran estir¨®n. En este punto, sus entrenadores solapan los elogios: "Para los defensas era como la corriente de un r¨ªo entre las piedras", evoca Lysenko. "Nos empez¨® a recordar en todo a Oleg Blokhin", completa Semionov. Yoszef Szabo siempre podr¨¢ alardear de que ¨¦l hizo debutar a Shevchenko en el Dinamo de Kiev con 17 a?os -Sakhtar Donetsk 1-Dinamo 3 (28/10/1994)-, pero no es su estilo: "Seg¨²n los ex¨¢menes m¨¦dicos, ¨¦l ten¨ªa un f¨ªsico privilegiado. Aqu¨ª trabajaba en todo el campo. En el Milan es una prima donna y s¨®lo trabaja en los ¨²ltimos metros", afirma el t¨¦cnico, que prefiere atribuirse otro tipo de m¨¦ritos. "Al principio tuvo problemas t¨ªpicos de la edad. Le tuve que quitar las llaves de su Mercedes. Shevchenko no corr¨ªa. Volaba. Gracias a m¨ª seguramente habr¨¢ salvado la vida", remata Szabo. Y fiel a s¨ª mismo, Shevchenko sigui¨® creciendo. Muy r¨¢pido. A Szabo le supli¨® Valery Lobanovsky, "mi segundo padre", repite el jugador. Con ¨¦l gan¨® cinco Ligas, tres Copas y lleg¨® a las semifinales de la Liga de Campeones tras episodios asombrosos como el 1-4 en el Camp Nou (la temporada 1997/98) con tres goles de Shevchenko.
En 1999 fich¨® por el Milan y dio el gran salto a la conquista de la Liga de Campeones y el Bal¨®n de Oro. Y cuando parec¨ªa que el Mundial cerraba el c¨ªrculo de sus ambiciones, Shevchenko salt¨® deprisa al barco de su amigo Abramovich para abrir un nuevo cap¨ªtulo en una carrera vertiginosa, sin treguas ni tiempo para mirar atr¨¢s.
DISCIPLINA DE ESCUELA MILITAR
- A los 14 a?os viaj¨® al extranjero con el Dinamo de Kiev. Su primer torneo fue en Italia.
- No sorprend¨ªa por disponer de un talento ins¨®lito, sino por su obsesi¨®n por dominar el juego.
- Oleksander Shpakov, su primer t¨¦cnico, convenci¨® a su padre para que le dejara jugar al f¨²tbol, cuando le prometi¨® la misma disciplina que se da en una escuela militar.
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