El silencio de Messi
El jugador escapa a las jerarqu¨ªas impuestas en la selecci¨®n, donde su explotaci¨®n mercantil ha disparado las suspicacias entre sus compa?eros
![Diego Torres](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F905d2291-3bc7-4951-9b10-14c4000df79f.png?auth=71540af241da7b2d45e7ccd8aac79de09feb0b15263f9f39b72b24c67ae654b5&width=100&height=100&smart=true)
Lo primero que vieron Riquelme, Heinze, Sor¨ªn, Ayala y Scaloni al llegar a Roma fue una foto mural de Adidas con un Messi de tama?o colosal. Cuando la selecci¨®n argentina termin¨® su primera etapa de preparaci¨®n previa al Mundial, hace dos semanas, se traslad¨® a Salerno para jugar un partido amistoso. Entre los dos extremos de la bah¨ªa de N¨¢poles los veteranos siguieron comprobando que en el santuario de Maradona ellos no eran m¨¢s conocidos que el peque?o camarada silencioso que ten¨ªan al lado y que los examinaba desde sus penetrantes ojitos marrones. En el hotel, cuando repasaban los diarios, los jugadores encontraban el mismo mensaje que los despidi¨® de Buenos Aires: el mejor es Messi. El s¨ªmbolo de la selecci¨®n es ese chico raro que llega al torneo intentando recuperarse de una lesi¨®n.
En una concentraci¨®n para hacer grupo no abri¨® la boca ni para pedir las mollejas
Ven su mutismo como un acto revolucionario escondido tras el subterfugio de la timidez
Argentina, como Italia, es una selecci¨®n que ha hecho historia al borde de la autodestrucci¨®n. Lionel Messi est¨¢ en el foco de las grandes contradicciones hist¨®ricas del equipo. Los antecedentes no obran en su favor. Su car¨¢cter tampoco. Habla poco hasta cuando est¨¢ con su familia y tiene tendencia a refugiarse en su mundo interior. El seleccionador, Jos¨¦ P¨¦kerman, est¨¢ convencido de que se trata de su jugador m¨¢s fant¨¢stico. Pero intuy¨® que no serv¨ªa para pol¨ªtico cuando en la ¨²ltima Navidad no acudi¨® a las instalaciones de la AFA a visitarlo, como hicieron todos los integrantes de la selecci¨®n que pasaron sus vacaciones en Argentina. Al rev¨¦s que el resto, Messi no dio se?ales de vida. Hubo ocasiones en que los t¨¦cnicos de la AFA no pudieron ponerse en contacto con ¨¦l porque no cog¨ªa el tel¨¦fono.
En Argentina, Messi es el gran fen¨®meno publicitario. Ha grabado anuncios para Pepsi, Repsol YPF, yogures La Seren¨ªsima, zapatos Storkman y electrodom¨¦sticos Garbarino. Las multinacionales se mezclan con las firmas locales a ritmo fren¨¦tico. Ha compartido el set de rodaje con Maradona, y uno de los esl¨®ganes es: "Firmamos con los mejores". Adem¨¢s de inquietar al Barcelona, que pensaba que Messi acud¨ªa a Argentina exclusivamente para recuperarse de su lesi¨®n, la explotaci¨®n mercantil del futbolista ha disparado las suspicacias entre sus compa?eros de selecci¨®n. El gremio de los futbolistas es celoso hasta el paroxismo y se obstina en imponer jerarqu¨ªas de hierro. En este ¨¢mbito, Messi resulta exc¨¦ntrico.
En su primer entrenamiento con Argentina, en agosto del a?o pasado, en v¨ªsperas de un amistoso contra Hungr¨ªa, Messi hizo con naturalidad lo que ha hecho desde que conoci¨® la pelota. Agredi¨® a su oponente sin mirarle el DNI. En el documento se le¨ªa: 'Gabriel Heinze, 27 a?os, defensor argentino'. Lo que no se le¨ªa pero resultaba conveniente saber por razones pol¨ªticas era que Heinze era y sigue siendo uno de los edecanes de P¨¦kerman. Pues Messi no atendi¨® a estos detalles. Lo encar¨® una, dos, tres veces, y siempre se fue c¨®mo y por donde quiso. A los diez minutos Heinze se sinti¨® herido en la hombr¨ªa. Cuando un central argentino experimenta esta clase de sentimientos se convierte en una m¨¢quina de cortar ligamentos. Heinze pareci¨® obedecer a esta reacci¨®n instintiva cuando dirigi¨® sus tacos contra el peque?o atrevido. Al ver el peligro que corr¨ªan sus jugadores, uno de perder el honor, el otro de perder una rodilla, el seleccionador llam¨® a Messi y lo mand¨® a entrenarse a otra parte. Al d¨ªa siguiente Messi debut¨® y fue expulsado. Un mal comienzo.
En la concentraci¨®n argentina de N¨²remberg este episodio se ha repetido. Unas veces Milito, otras Coloccini, otras Scaloni, se han erigido en los vengadores de la integridad moral del defensa argentino. Tal vez lo hicieron con una sana intenci¨®n educativa, porque ven que Messi act¨²a sin atender a ciertos c¨®digos consuetudinarios. Tal vez sin imaginar que Messi es la ¨²nica posibilidad que tienen de jugar la final de Berl¨ªn y de ganarla.
Durante la convivencia de la selecci¨®n en Madrid, por la noche los jugadores comieron un asado. El asado no es una barbacoa. Es la ceremonia pagana en la que los gauchos sellan su pacto de amistad. En aquella velada, auspiciada por P¨¦kerman para "hacer grupo", Messi dio se?ales alarmantes. Simplemente no abri¨® la boca ni para pedir que le pasaran las mollejas. Muchos compa?eros perciben este silencio como una amenaza. Un acto revolucionario escondido tras el subterfugio de la timidez. La prueba palpable de que el chico de Rosario es una fiera peligrosa capaz de comerse una vaca sin pedir permiso.
![Riquelme se entrena con la pelota mientras Messi hace ejercicios f¨ªsicos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SIM3IXGZEMZOSAYMP5ZXNFQEFA.jpg?auth=fc8d5c7b6d356c6fefad6cbc1ff8177c5bb4905dd2f9505469304e50cd116cec&width=414)
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