El detective y los demonios
Puede pensarse en la magn¨ªfica El ¨¢ngel ca¨ªdo de William Hjortsberg (de 1978, llevada al cine por Alan Parker como la mediocre El coraz¨®n del ¨¢ngel, con Mickey Rourke y Robert De Niro) como en el hito m¨¢s o menos fundante de un subg¨¦nero a denominar policial-sat¨¢nico. Es decir: la figura del cl¨¢sico detective duro y noir s¨²bitamente transplantado a comarcas donde el Diablo mete la cola. M¨¢s de un cuarto de siglo m¨¢s tarde, all¨ª est¨¢n Michael Gruber (con su detective, Jimmy Paz de Miami, de visita en ceremonias vud¨² y bizarros ritos cat¨®licos), Daniel Hecht (creador del investigador parapsic¨®logo Cree Black) y, sobre todo, aqu¨ª est¨¢ John Connolly.
Cuando Connolly (Dubl¨ªn, 1968) public¨® en 1999 la formidable Todo lo que muere presentando al atormentado polic¨ªa neoyorquino Charlie Bird Parker no s¨®lo ofreci¨® un thriller con suficientes vueltas de tuerca y subtramas como para alimentar varias novelas sino que, de paso, comenz¨® a insinuar lo que no demorar¨ªa en llegar. All¨ª -sobreponi¨¦ndose al asesinato de su mujer y de su hija- Parker no se conformaba con ser apenas otro tipo torturado persiguiendo asesinos seriales. En Todo lo que muere ya se percib¨ªan toques extra?os, Parker recib¨ªa sin pedir el don de "ver muertos" y "sintonizar" instrucciones desde el Otro Lado. Algo de eso volvi¨® a sentirse en la un tanto deficiente El poder de las tinieblas (2000) y, sobre todo, a partir de Perfil asesino (2001). El camino blanco (2002) -una de sus mejores entregas hasta la fecha- no s¨®lo cierra la historia que hab¨ªa quedado abierta en la novela anterior -las monstruosas proezas del Reverendo Faulkner, uno de los villanos m¨¢s logrados desde Hannibal Lecter- sino que, tambi¨¦n, propone un intenso drama racial y lanza gui?os c¨®mplices a los policiales "con gente poderosa" de Ross Macdonald. Y, definitivamente, impulsa a Parker hacia territorios sobrenaturales consagrando a Connolly como una notable mezcla de Raymond Chandler y Stephen King. Alguien con un m¨¢s que atendible talento para delinear a su at¨ªpico h¨¦roe y a quienes lo acompa?an caso tras caso (a destacar esa gran pareja de implacables ayudantes todoterreno que son los gay Angel y Louis) con una prosa muscular y funcional que no se priva de momentos cerebrales y l¨ªricos.
Luego de El camino blanco,
Connolly public¨® una novela de horror puro y duro (Bad Men, 2003), incluy¨® una nouvelle protagonizada por Parker en su colecci¨®n de relatos de terror Nocturnes (2004, con el ex polic¨ªa explorando una casa embrujada) y, el a?o pasado, sucedi¨® lo que se esperaba y lo que el lector en castellano disfrutar¨¢ en 2007. En El ¨¢ngel negro -donde al cocktail de serie negra y al azufre del mal¨¦fico Brightwell se le a?ade una rodaja de novela hist¨®rico-religiosa y cacer¨ªas por Europa- Parker confirma lo que ¨¦l sospechaba y lo que, seguro, deseaban sus fans: saberse parte de maquinaciones fuera de este mundo en el que siempre -y quiz¨¢ desde siempre- fue una suerte de avatar debati¨¦ndose entre lo angelical y lo demoniaco. Y comprender que ha llegado el momento de, por los siglos de los siglos, elegir.
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