En se?al de victoria
Los dedos se estremecen. Son demasiados poemas
salvajes a su modo, como un accidente conduciendo en sentido contrario
del que sales ileso y rodeado de heridos y ambulancias,
el coraz¨®n palpitando en la palma de la mano.
Demasiados poemas en silla de ruedas o en la silla el¨¦ctrica,
poemas con piel de oso, poemas-horca, poemas-inyecci¨®n letal.
A veces un verso se retuerce y finge haber sido abatido
frente al pelot¨®n de fusilamiento. Espera paciente,
aplastado por otros versos que se funden como resina
de un ¨¢rbol reci¨¦n cortado. Y al caer la noche comienza a reptar,
sudando tinta, tragando saliva, llorando sobre un folio
en el que aparecen palabras ocultas que se alimentan de sal
y de sonoras arcadas bajo los puentes de la memoria. Es el resultado
de cocinar con ingredientes precarios, pasados de fecha
o a punto de caducar, y a¨²n as¨ª conseguir saciar una boca
improvisando sobre una receta escrita con una jerga incomprensible.
A fuego lento cada verso pierde un sabor para adquirir otro
del que formas parte para siempre. Eres t¨², otro estado de la materia,
el m¨¢s solemne detritus inventado por el hombre
cuando todo alimento sabe a la sangre de cuando te muerdes la lengua.
Es la necrol¨®gica de un recuerdo que se resiste a morir,
notas escritas cuando el joven poeta era un reci¨¦n nacido
que sue?a con el ¨²tero materno en una incubadora,
evitando la luz pero tambi¨¦n la oscuridad.
A veces el poema acude al lugar del crimen para comprobar
que jam¨¢s fue dado por muerto o desaparecido en combate.
Ahora los dedos se estremecen de nuevo. Parece que una estrella
volviera a brillar tras haberse convertido en supernova
y cayera en mis manos, en mis dedos, en este folio, como un destello
de huellas dactilares que nos recuerdan que quien doblega las palabras
tiene el poder de transformar el invierno en verano y el futuro
en una m¨¢quina del tiempo; y es entonces cuando me siento
como el primer poeta que reinventa la rueda, las estaciones,
las leyes de la f¨ªsica o un alfabeto nuevo.
Jes¨²s Llorente (C¨¢diz, 1972) es autor del libro de poemas Verano muerto (Renacimiento).
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