Decodificando a Da Vinci
Con el Museo Guggenheim el paisito entr¨® de lleno en el mundo de la gesti¨®n de derechos de imagen y del uso regulado de las marcas. En alg¨²n momento descubrimos, con sorpresa, que nuestro c¨¦lebre icono cultural se halla blindado a esos efectos, y que la marca Guggenheim cuenta con estrictas condiciones para el uso comercial de su imagen corporativa. De hecho, la p¨¢gina web contiene un aviso legal tan riguroso que lleva a preguntarnos si no estaremos delinquiendo por escribir su nombre sin haber pagado un canon previamente.
Y es que la propiedad que sostiene el capitalismo contempor¨¢neo no es material, como en el siglo XIX, ni financiera, como en el siglo XX. La propiedad clave del siglo XXI reside en los derechos de imagen y en su custodia, gesti¨®n y explotaci¨®n. Los mundiales de f¨²tbol de Alemania ya han generado 2.000 millones de euros en derechos de difusi¨®n y en contratos de publicidad. Otro ejemplo es el nuevo estadio muniqu¨¦s, denominado Allianz Arena por la importante financiaci¨®n que al mismo ha aportado una compa?¨ªa de seguros. Todo indica hasta qu¨¦ punto la globalizaci¨®n se vincula con la gesti¨®n comercial de las marcas y con su rentabilidad. El colmo de la avaricia la protagoniz¨® una de esas viudas negras de la literatura, que lleg¨® a registrar el nombre de su marido muerto para hacer de ¨¦l una marca: Rafael Alberti.
Pero el capitalismo medi¨¢tico-publicitario mantiene una injustificable salvedad, que ahora apunto para reflexi¨®n de los expertos. Siempre asoma alg¨²n sujeto, mejor o peor intencionado, que acabar¨ªa con el hambre en ?frica vendiendo el Vaticano, desde las estatuas de Miguel ?ngel hasta el ¨²ltimo anillo cardenalicio. Hoy s¨®lo un analfabeto podr¨ªa suponer que porque esas cosas acabaran en manos de millonarios neoyorquinos o compa?¨ªas japonesas cambiar¨ªa algo en el mundo. No obstante, puestos a jugar a demagogos, habr¨ªa un modo mucho m¨¢s efectivo para extraer fondos eclesi¨¢sticos: la integraci¨®n del cristianismo en el mercado de la identidad corporativa.
La ficci¨®n novelesca explota hasta la n¨¢usea el imaginario cristiano, ofreciendo al populacho caballeros templarios y hospitalarios, herejes c¨¢taros y arrianos, griales y s¨¢banas, inquisidores y cardenales, jud¨ªos y criptojud¨ªos, masones y francmasones, baptistas y anabaptistas, concilios y aquelarres, evangelios ap¨®crifos y biblias extrapoladas. Pues no estar¨ªa mal que el Vaticano, con celo recaudatorio digno de Ronaldinho o David Beckham, comenzara a rentabilizar su identidad corporativa, esa que todo el mundo manosea con una impunidad que los tribunales jam¨¢s tolerar¨ªan con la silueta del Guggenheim, el logotipo de McDonald's o los bajos de la carrocer¨ªa de Fernando Alonso.
Dado que un ej¨¦rcito de novelistas se forra elucubrando sobre Mar¨ªa Magdalena, el papa Bernardino XXXVI, el antipapa Ludovico XIV, la horca de Judas Iscariote o las sandalias de San Genaro de Antioqu¨ªa, convendr¨ªa aplicarles el canon correspondiente por el uso del patrimonio intelectual de una entidad ajena. Aplicando la l¨®gica del capitalismo globalizado, el cristianismo generar¨ªa unos r¨¦ditos que r¨ªanse de la cinta para el pelo de Rafa Nadal. Presiento, detr¨¢s de este vasto proyecto, un universo paradis¨ªaco: miles de intelectuales presumiendo de su coraje trasgresor por zaherir constantemente al cristianismo; la Iglesia Cat¨®lica financi¨¢ndose a s¨ª misma, tras llegar a acuerdos comerciales con esos detractores que necesitan nombrarla a cada paso para sentirse vivos (como podr¨ªa asegurar cualquier psicoanalista) o al menos para inspirar sus folletines, y todas las ONG del mundo ampliando oficinas, sueldos y plantillas, a cuenta del inagotable aluvi¨®n de recursos solidarios alumbrados por este extraordinario negocio.
?Una utop¨ªa? Pues est¨¢ al alcance de la mano. Ratzinger podr¨ªa generar tantos recursos como Fernando Alonso. Lo que pasa es que Ratzinger a¨²n no cobra, como el otro, por respirar. Al Vaticano le hace falta un buen agente y Dan Brown no merece censores ni inquisidores, sino la visita de un bufete de abogados especializado en propiedad intelectual.
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