Heroico Estados Unidos
El equipo de Arena, con nueve jugadores, iguala a Italia, con diez, pero la supera en determinaci¨®n y juego
Estados Unidos no es que resistiese con nueve jugadores frente a una de las mayores potencias tradicionales del Viejo Continente, Italia, con diez, sino que mereci¨® ganar. En un partido intens¨ªsimo, en el que hubo tres expulsiones, un gol anulado a los norteamericanos, protagonismo de los palos y litros de adrenalina drenada por el c¨¦sped, el grupo de Bruce Arena descubri¨® su talento para la agon¨ªa. Y, de paso, las limitaciones de su rival.
Vivir para ver. Italia, que sali¨® con una alineaci¨®n ins¨®litamente ofensiva, qued¨® confinada en los primeros 20 minutos gracias al empuje de EE UU a su propia ¨¢rea. Y esta vez no era por voluntad propia. Era incapaz de dar dos pases seguidos. Los norteamericanos bailaban a su ritmo, intenso y voluntarioso, y s¨®lo se frenaban por su tradicional falta de pegada. Que es casi infinita.
Tres expulsados, un gol anulado a Beasley, protagonismo de los palos y litros de adrenalina
Vivir para ver. Qui¨¦n marc¨®, claro, fue Italia. En su primera oportunidad. Una falta que remat¨® Gilardino aprovechando que los chicos de Arena no se terminan de manejar muy bien cerca de los porteros. Ni del propio, ni del ajeno. Hasta ese momento no hab¨ªan pasado del centro del campo. Y eso que Marcello Lippi hab¨ªa abrazado la fe atacante, el gusto por las costuras del bal¨®n, con el entusiasmo de los conversos.
Vivir para ver. El equipo estadounidense fue capaz de empatar a los cinco minutos, exactamente a los cinco minutos, de recibir en fr¨ªo el gol. Adem¨¢s, dada su incapacidad para meter la pelota en el lugar adecuado, o sea, en la red adversaria, recibi¨® la inestimable ayuda de Zaccardo, que se meti¨® ¨¦l solito el bal¨®n en su porter¨ªa. La jugada supuso una parodia de la fortaleza defensiva que se le presupone al conjunto transalpino. Un desprop¨®sito bastante c¨®mico, aunque tr¨¢gico para quienes presumen de no fallar nunca en los peque?os detalles. Como batir al propio guardameta, por ejemplo.
Vivir para ver. Un ¨¢rbitro fue capaz de ver uno de esos codazos premeditados que lanzan de vez en cuando los italianos, como si temieran amanerarse y olvidar una arraigada costumbre. De Rossi dej¨® la nariz de McBride convertida en un pastelillo alem¨¢n de carne sangriento -un flashback al rostro de Luis Enrique en 1994- y dej¨® a su equipo con uno menos. Naturalmente, cuando vio la tarjeta puso, alternativamente, cara de ni?o en la primera comuni¨®n y de profunda sorpresa.
El reloj s¨®lo marcaba la media hora de partido. Poco despu¨¦s, la convicci¨®n de Marcello Lippi sobre la conveniencia de acunar el bal¨®n se vino abajo con la coartada de la inferioridad num¨¦rica. Sustituy¨® a Totti e introdujo a Gattuso, el paradigma del hombre de batalla que tanto gusta en algunos sectores. Despu¨¦s, el colegiado tuvo un rapto de voluntad de equilibrio cuando ech¨® a Mastroeni, de ascendente argentino, por una entrada al tobillo que pod¨ªa merecer la tarjeta roja o no. ?l ¨¢rbitro, en vista de c¨®mo iba el encuentro decidi¨® que s¨ª. As¨ª todo volv¨ªa a empezar. Ante todo, el fiel de la balanza, que poco despu¨¦s traicionar¨ªa expulsando tambi¨¦n a Pope, el de la falta que origin¨® el gol de Gilardino.
A lo suyo, Reyna abr¨ªa all¨¢ a Cherundulo, o al otro extremo, a Bocanegra, y ¨¦stos colgaban el bal¨®n en el ¨¢rea. Sorprendentemente, apenas se vio el individualismo feroz de los hombres de ataque estadounidenses. Despu¨¦s de la derrota contra la Rep¨²blica Checa, los gritos de Arena a jugadores como Donovan o Johnson, incapaces de soltar la pelota a tiempo, se debieron de o¨ªr hasta en Toledo, Ohio.
Nada m¨¢s comenzar el segundo periodo fue Pope el que se march¨® al vesturio -?por qu¨¦ siempre pasan tantas y tan variadas cosas en los partidos de Italia?- y definitivamente el juego qued¨® en un segundo plano. Prueba de ello, es que la pelota, principalmente, estaba siempre en los pies de Gattuso. O de Zambrotta que es bueno, pero no deja de ser un lateral izquierdo.
Italia, con uno m¨¢s, se decidi¨® definitivamente a llevarse el partido. Estados Unidos, m¨¢s por una cuesti¨®n psicol¨®gica, acept¨® su inferioridad. En efectivos y en talento. Aunque sigui¨® teniendo algunas ocasiones al contragolpe, como una de Donovan, que, solo, mand¨® el bal¨®n alto. Tambi¨¦n le anularon un gol de Beasley por no se sabe muy bien qu¨¦ fuera de juego o falta previa.
Vivir para ver.
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