Gallard¨®n productions presenta...
Mira t¨² por d¨®nde nos ha salido un plan de lujo para el fin de semana. And¨¢bamos en casa un poco atiborrados de mundiales y del soniquete un tanto mareante y listillo de algunos comentaristas deportivos cuando vi que el Ayuntamiento de Madrid hab¨ªa decidido distribuir 998.000 copias de un pelicul¨®n sobre la M-30. Mejor manera de probar mi nuevo home cinema no se me pasaba por la cabeza, as¨ª que me hice con una copia sin dudarlo.
Compramos unas palomitas, enfriamos unos refrescos y nos sentamos dispuestos a evadirnos con la ¨²ltima entrega de Gallard¨®n Productions, que se ha metido de lleno en la era Matrix con el t¨ªtulo ?Quiere ver c¨®mo va a quedar la nueva M-30? Muy almodovariano, por otra parte, un homenaje claro a ?Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto?, que mira t¨² por donde, tambi¨¦n habr¨ªa servido para el caso.
La peli va de una ciudad llamada Madrid en plena era apocal¨ªptica, con atascos, accidentes, contaminaci¨®n, ciudadanos atrapados en muchos nudos... No est¨¢ muy claro qui¨¦n ha contribuido a que las cosas vayan as¨ª. Se pasa por alto. La m¨²sica, un tanto repetitiva. Acci¨®n trepidante. Y el gui¨®n, una clara apuesta por un mundo mejor. Fascinante si se ve en versi¨®n original pero, claro, con subt¨ªtulos que expliquen el significado de lo que hablan sus habitantes que emplean t¨¦rminos como: trenzados en tr¨¦bol, by pass norte, by pass sur, soterramiento, conectividad...
Est¨¢ bien que se hayan decidido los del equipo de Gallard¨®n a entrar en la cosa audiovisual. Algunos compis suyos del PP ya hab¨ªan explorado el realismo comprometido a lo Fernando Le¨®n de Aranoa con aquellas campa?as de Zaplana en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en las que se gastaron 29 millones de euros en 2004. Con ese dinero pod¨ªan haber arreglado otros saraos, pero es que se preocupan tanto por mantenernos bien informados que la cosa enternece. Lo de Zaplana, que despu¨¦s de sus incursiones en el g¨¦nero de aventuras con Terra M¨ªtica quiso buscar historias m¨¢s intimistas, se titulaba Lo nuestro son las personas. Tuvo segunda parte: Un a?o m¨¢s, cumplimos, sobre un pa¨ªs repleto de pensionistas riqu¨ªsimos. Lo que se lloraba con aquello.
Tambi¨¦n Esperanza Aguirre busc¨® su glamour en ese campo con una serie del g¨¦nero hospitales, a caballo entre el Clooney de Urgencias y la mala baba del doctor House. Lo hizo para certificar que hab¨ªa cumplido su objetivo de cargarse las listas de espera. Estamos impacientes por ver la segunda entrega, en la que cuente el caso del doctor Montes. Bien podr¨ªa titularse El monstruo de Legan¨¦s. Es una propuesta, eso s¨ª, hay que aclarar antes qui¨¦n es el malo de la pel¨ªcula.
Pero el alcalde ten¨ªa que ir m¨¢s all¨¢. Por eso ha elegido la ciencia ficci¨®n para retratar su Madrid en esta obra llena de t¨²neles subterr¨¢neos, gr¨²as que ya quisiera George Lucas para sus batallitas de La guerra de las galaxias, tecnolog¨ªa avanzada y virtual. Menos mal que ha luchado porque sea una coproducci¨®n entre el Ayuntamiento y las 12 empresas implicadas en el asunto.
Aunque los efectos especiales son lo de menos. Lo que importa es el mensaje. La promesa de un Madrid sin atascos, sin accidentes, sin humos, sin polvo, con muchos ¨¢rboles -254.000 cuentan en la pel¨ªcula, al loro, Tita-; un Madrid lleno de ciclistas y corredores por los parques, con un r¨ªo en el que se pesquen peces y los patos, quiz¨¢, alg¨²n d¨ªa, se conviertan en cisnes.
Acab¨® la sesi¨®n y, confiado, cog¨ª el coche. "?Qu¨¦ suerte vivir a un paso de la M-30!", pens¨¦. Llov¨ªa, pero no me inquiet¨¦: "Ya ning¨²n madrile?o volver¨¢ a pronunciar la palabra colapso", me dije. Reflexion¨¦ un momento sobre los malos momentos pero enseguida llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que todo esfuerzo tiene su recompensa. No m¨¢s polvo entrando por las ventanas, nunca m¨¢s un atasco, se acabaron las talas de ¨¢rboles, a partir de ahora plantar¨¢n para nosotros multitud de nuevas ra¨ªces con las especies m¨¢s bonitas que jam¨¢s se nos habr¨ªa ocurrido so?ar...
Me llam¨® la atenci¨®n un tranv¨ªa de los que van a pasar por los parques que se har¨¢n encima de las carreteras. Cuando se cruz¨® conmigo, observ¨¦ que iba repleto de pensionistas con camisetas que llevaban la cara de Zaplana. Tambi¨¦n me saludaban unos m¨¦dicos sonrientes que sal¨ªan de operar en hospitales de lujo y que aprovechaban el tiempo libre que les hab¨ªa dejado la supresi¨®n de las listas de espera.
?Vaya por Dios! ?Qu¨¦ mala pata! Una taladradora de la calle me despert¨®. Se me olvidaba comentar que el ritmo de la pel¨ªcula deja bastante que desear, a los cinco minutos me qued¨¦ frito. De los 25 que dura le sobran 20, por ser generosos.
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