"Los vascos no tienen que cambiar ni aprender nada"
El d¨ªa en que el violonchelista Andrzej Bak perdi¨® la esperanza de ser libre en su pa¨ªs, pidi¨® permiso al Gobierno polaco para salir de Cracovia, visit¨® a sus padres y se despidi¨® de ellos para siempre. Corr¨ªa 1981 y el coronel Wojciech Jaruzelski acababa de decretar la ley marcial ante el avance de las libertades impulsado por el sindicato Solidaridad. "La vida se hizo imposible; para ir de una ciudad a otra hab¨ªa que pedir visados, los tanques ten¨ªan tomadas las calles,... Polonia era una c¨¢rcel". Bak, entonces m¨²sico de la Filarm¨®nica de Cracovia y hoy de la Sinf¨®nica de Euskadi (OSE), sali¨® de su pa¨ªs en 1982 para actuar en el Festival Bergen de Noruega. Ni ¨¦l ni su esposa, trompa en la misma orquesta, regresaron con el resto de m¨²sicos.
"Trato de no meterme demasiado en pol¨ªtica porque es una cuesti¨®n de sentimientos", dice el violonchelista
Poco le cost¨® al violonchelista reorganizar su vida en Occidente. Reci¨¦n aterrizado, gan¨® la plaza de solista en la Orquesta de Noruega y con ella un medio de vida, pero ese pa¨ªs, "aunque es fant¨¢stico", le parec¨ªa duro para vivir, "entre otras cosas, por el clima". En ¨¦sas estaba cuando ley¨® en una revista especializada que la OSE buscaba violonchelistas. Se present¨® a las pruebas y logr¨® la plaza en 1983, el mismo a?o en que naci¨® su primer hijo, de nombre Sebasti¨¢n, por la ciudad que acababa de acogerles. "Nos encant¨® y pensamos que aqu¨ª podr¨ªamos sentirnos como en casa por el paisaje, el estilo de vida y las relaciones familiares, muy parecidas a las de mi pa¨ªs. Hoy puedo decirle que somos felices", destaca.
A diferencia de otros inmigrantes, Bak entr¨® en Euskadi por la puerta principal. Sin embargo, durante sus primeros a?os tuvo escaso margen de movimiento por su precipitada salida de Polonia. Lleg¨® con documentos noruegos, pero cuando expiraron al cabo de un a?o estuvo otros cuatro sin papeles oficiales. "Necesitaba el pasaporte polaco para conseguirlos y eso era imposible en aquel momento", cuenta. Entonces apenas hab¨ªa inmigraci¨®n en Euskadi y por ello, recuerda, la polic¨ªa no se mostraba nada exigente. "Me dieron una tarjeta de identidad provisional con la que pude comprar mi casa en Oiartzun, pero hasta que consegu¨ª los papeles en 1987 [con el asentamiento de la democracia en Polonia] me sent¨ª muy inseguro".
?se fue uno de los ¨²nicos quebraderos de cabeza del m¨²sico durante sus primeros a?os en Euskadi, donde se sinti¨® "en casa desde el principio". Encaj¨® en la OSE, hizo suyo el estilo de vida "alegre y callejero" de los vascos y no le cost¨® en exceso aprender el idioma para comunicarse. "En casa hablamos polaco. A veces mis hijos pasan al castellano y, si quieren que no les entendamos, al euskera. Ellos son vascos". Claudia, su hija, tambi¨¦n es m¨²sico y colabora con la Sinf¨®nica.
De labios de Bak, profesor adem¨¢s de Repertorio Orquestal en Musikene, no sale una cr¨ªtica hacia la tierra que le ha acogido. Siente que su gente es "honrada y trabajadora", le sigue sorprendiendo la "seguridad de sus calles", le gusta su gastronom¨ªa y la cultura aut¨®ctona que conoci¨® al poco de llegar. Durante sus primeros a?os trabaj¨® y grab¨® discos con Xabier Lete, Imanol y Antton Valverde. "Mi pena es que me pierdo las letras".
Ni siquiera ha acabado aburrido de tanta diatriba pol¨ªtica. "Es un problema lo suficientemente serio para no aburrir", responde. "En todo caso, trato de no meterme demasiado, porque se trata de una cuesti¨®n de sentimientos y, juzg¨¢ndolo objetivamente, lo ves diferente a la persona que ha nacido aqu¨ª. Mi ¨²nico deseo es que se arregle de una vez el asunto". ?Cambiar¨ªa algo, los vascos tendr¨ªan que aprender algo de los polacos? "No ten¨¦is que cambiar ni aprender nada; simplemente deb¨¦is tratar de no perder las cosas bonitas que ten¨¦is".
La familia Bak nunca ha tenido la tentaci¨®n de regresar a Polonia para quedarse. "La nostalgia no se cura y me da pena haberme perdido las bodas de mis sobrinos y algunos entierros de seres queridos, pero nuestra vida est¨¢ aqu¨ª", explica. ?l se mueve entre el c¨ªrculo de m¨²sicos polacos de la orquesta y sus amigos de Oiartzun. "Y ahora no es como antes, las fronteras est¨¢n abiertas, puedo ir cuando quiera a ver a los m¨ªos. De hecho, he vuelto una decena de veces y me he quedado sorprendido con la evoluci¨®n del pa¨ªs: aunque hay m¨¢s delincuencia, cuando llegas all¨ª tienes la sensaci¨®n de estar en un pa¨ªs libre", narra.
En realidad, cuando se despidi¨® de sus padres en 1981 no lo hizo por ¨²ltima vez.
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