Vigencia de Freud
Nunca antes fue tan cierto el t¨ªtulo del libro Vigencia de Sigmund Freud que J. B. Pontalis escribiera a prop¨®sito de su centenario. Si son muchas las voces que se alzan en estos d¨ªas para defenestrar a Freud, tambi¨¦n somos muchos los psicoanalistas que ejercemos nuestra pr¨¢ctica cotidiana siguiendo sus ense?anzas. En su aniversario, deseamos reivindicarlo aunque su teor¨ªa est¨¦ ah¨ª, bast¨¢ndose a s¨ª misma para quien quiera y pueda estudiarla. El psicoan¨¢lisis es un discurso cient¨ªfico cuyo acceso es complejo y m¨¢s a¨²n su transmisi¨®n. Esto ha hecho que en ocasiones se lo critique como un saber para "iniciados". Y hay algo de cierto en ello, su lectura es dif¨ªcil, Freud fue descubriendo y reformulando los conceptos en toda la extensi¨®n de una obra que abarc¨® casi medio siglo. Su recorrido de creaci¨®n y revisi¨®n constante no permite una aproximaci¨®n ingenua, se abre a m¨¢s de una significaci¨®n. Como todo discurso te¨®rico deber¨¢ ser interpretado para encontrar su sentido, habr¨¢ que descubrirlo, reordenarlo, integrarlo; para el psicoanalista implica un estudio continuado y sistem¨¢tico, un compromiso subjetivo que tambi¨¦n exige haber pasado por la experiencia personal de un an¨¢lisis y por el ejercicio de la pr¨¢ctica cl¨ªnica.
La teor¨ªa freudiana no responde a los postulados de las ciencias positivas, no se ocupa de objetos materiales mensurables, en ella las ausencias est¨¢n conceptualizadas: el inconsciente, la represi¨®n, la castraci¨®n, los olvidos.
La discusi¨®n sobre la vigencia del psicoan¨¢lisis est¨¢ en auge; se valora la figura del genio intelectual de Freud pero se cuestionan los fundamentos te¨®ricos, proclamando la superaci¨®n del m¨¦todo de cura, declarando obsoleta la t¨¦cnica. No restamos legitimidad a las cr¨ªticas si proceden del conocimiento riguroso de sus conceptos.
El psicoan¨¢lisis es un pensamiento cr¨ªtico, siempre abierto a nuevos desarrollos. Para cuestionarlo, sus detractores se apoyan en modelos procedentes de otros campos del conocimiento: el cognitivo de las neurociencias; el psiqui¨¢trico con terapias qu¨ªmicas y conductistas, etc¨¦tera. Pero todo campo de saber tiene una epistemolog¨ªa propia, determinadas leyes lo constituyen. Hay que conocer c¨®mo funcionan en su tierra natal y en su lenguaje original.
Los temas de Freud fueron los mismos que inspiraron a poetas y pensadores de todos los tiempos, comunes al discurso del arte, de la literatura, de las religiones, de los mitos. Sin embargo, cre¨® un nuevo saber. La sistem¨¢tica hostilidad de la ciencia establecida lo condujo, afortunadamente, a contar con la opini¨®n de los profanos, transformando en conferencia alguno de sus escritos. Sus ideas se sostuvieron por la convicci¨®n inquebrantable que lo caracterizaba, una vida dedicada a la investigaci¨®n y a la cl¨ªnica; este creador -conquistador, como le gustaba definirse en castellano- logr¨® que su obra consiguiera la repercusi¨®n y fuerza de verdad que mantuvieron vivo su sentido hasta hoy.
Constituy¨® una amenaza para el saber m¨¦dico que proclamaba la simulaci¨®n hist¨¦rica, la causalidad som¨¢tica, anat¨®mica o qu¨ªmica de los s¨ªntomas; tambaleaban sus certezas por unas "delirantes" teor¨ªas sobre la etiolog¨ªa sexual de la histeria. Los fil¨®sofos, seguros hasta entonces de que la vida ps¨ªquica coincid¨ªa exactamente con lo consciente, no le dieron su aquiescencia, su saber hab¨ªa sido destronado por una teor¨ªa que postulaba la causalidad inconsciente de los fen¨®menos ps¨ªquicos. Aparece el sujeto del inconsciente, del desconocimiento, que reconoce sus deseos pero desconoce el origen y la determinaci¨®n de su propio deseo; que padece los s¨ªntomas pero ignora sus motivos.
El inconsciente freudiano explica una escisi¨®n en el psiquismo y permite comprender ciertos procesos irracionales, tan frecuentes como cotidianos, que ata?en a la existencia de todos los humanos. Expuestos a la irrupci¨®n de su inconsciente, tanto quien se escuda en la salud como quien intenta liberarse en la traves¨ªa de un an¨¢lisis. Al descubrir el deseo inconsciente Freud hizo posible esta aventura que emprendemos con nuestros pacientes en el div¨¢n. No se trata de venerar su legado, pero sabemos que su pensamiento desencadena un rechazo siempre activo que busca escamotear su originalidad y darlo por muerto. Aunque goce de buena salud.
La hip¨®tesis del inconsciente surgi¨® en el marco del tratamiento de los s¨ªntomas neur¨®ticos. Descubri¨® que la represi¨®n de ciertas representaciones permite mantener ignorado su contenido sexual intolerable y angustioso.Freud tambi¨¦n lleg¨® al concepto de inconsciente por la v¨ªa del lenguaje. Se detuvo en aquello que irrumpe como algo sin sentido en la continuidad l¨®gica del pensamiento o de los actos de la vida cotidiana: el tropiezo de un acto fallido, los retazos de un sue?o o el blanco de un olvido, donde el deseo insiste y se repite. El inconsciente no constituye una verdad dada de antemano, adquiere existencia en la escucha del analista. Bajo el influjo de sus interpretaciones en la din¨¢mica transferencial, surgir¨¢ esa dimensi¨®n hasta ahora ignorada.
Freud explic¨® la temporalidad y causalidad ps¨ªquica cuestionando radicalmente la concepci¨®n lineal del tiempo emp¨ªrico. Postul¨® un tiempo hist¨®rico en el que los sucesos vividos y a¨²n fantaseados sufren continuos reordenamientos l¨®gicos; que la historia de un sujeto se constituye a posteriori del ineludible pasaje por el complejo de Edipo.
Desde perspectivas diferentes, tanto Freud como Nietzsche nos introducen en la era de la sospecha; el inter¨¦s por las oscuras motivaciones del esp¨ªritu descubre a un hombre capaz de equivocarse acerca de s¨ª mismo.
El psicoan¨¢lisis no est¨¢ superado, es actual porque es un instrumento para comprender el mundo en el que hoy vivimos, para interrogarnos sobre una subjetividad en crisis, porque sigue siendo una apertura a la dimensi¨®n del ser. Aunque Freud no se propusiera una "Weltanschauung", su investigaci¨®n tuvo el efecto de una nueva concepci¨®n del universo; ¨¦sta es la raz¨®n de su vigencia, a¨²n permite hacer una cr¨ªtica de nuestra sociedad.
En esta era del "todo vale" hemos conquistado una libertad sexual cuya desbordada permisividad no nos ha liberado del malestar. Rige la b¨²squeda de una realizaci¨®n absoluta del deseo, el disfrute como imperativo categ¨®rico "legaliza" toda forma de transgresi¨®n. Fracasa la funci¨®n paterna, reina el vac¨ªo de autoridad simb¨®lica. ?Tiene el psicoan¨¢lisis algo que decir? Como cultura de la palabra marca un l¨ªmite que no es la prohibici¨®n de "gozar de la vida"; su ley impone un renunciamiento que nos libera del imperioso mandato social de la compulsi¨®n a la desmesura. La funci¨®n psicoanal¨ªtica fundamental consiste en asumir cierta tolerancia al dolor de existir, aceptar la imposibilidad del pleno colmamiento del deseo para poder preservar nuestra condici¨®n humana. Aqu¨ª reside la vigencia y actualidad de Freud.
Norma Tortosa es miembro titular y didacta de la Asociaci¨®n Psicoanal¨ªtica de Madrid.
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