Los comerciantes abandonan la plaza al perder negocio

Primero fue el quiosquero de la plaza de Soledad Torres Acosta. Hace dos a?os, ech¨® el cierre a su puesto en el centro de la plaza porque apenas vend¨ªa peri¨®dicos. Ahora, cuenta Libertad, una vecina del barrio, "el quiosco sirve de guarida" de algunos de los habituales de la plaza, mendigos, alcoh¨®licos y toxic¨®manos. "Que se abra otra vez o que lo quiten de ah¨ª", propon¨ªa ayer la mujer.

El quiosco no es el ¨²nico comercio que ha cerrado, seg¨²n denuncia la Asociaci¨®n Vecinal Barrio Universidad, que afirma que la marcha de los peque?os empresarios provoca degradaci¨®n, pero tambi¨¦n ayuda a acentuarla. En la esquina de la plaza se observa en pleno d¨ªa la cancela echada de la que fue la librer¨ªa Atl¨¢ntica, donde no queda nada.

La puntilla la puso el cierre, el pasado 30 de julio, de los cines Luna, una de las escasas salas de versi¨®n original de la capital. "Nadie ven¨ªa ya a los cines, porque a la gente le da miedo andar por aqu¨ª", explica Isabel Rodr¨ªguez, presidenta de la asociaci¨®n vecinal.

Los vecinos sospechan que los actuales propietarios quieren abrir una discoteca. Pero el concejal de Centro, Luis As¨²a, niega que haya recibido la petici¨®n de una licencia para esta actividad. "Ser¨ªa terrible para la zona. Una discoteca tiene que ir a Gran V¨ªa", coment¨®.

Tambi¨¦n est¨¢n a punto de irse los due?os de El consumible inform¨¢tico, que en la puerta de la tienda han colgado un cartel de "Traslado en septiembre". "El negocio ha ido a menos", explica Javier del R¨ªo, que abri¨® el establecimiento hace cuatro a?os. "Nos vamos a un local peor, pagando el triple, pero aqu¨ª ya no queremos quedarnos", cuenta. Su c¨¢lculo es que ha tenido un 30% de p¨¦rdidas anuales. "En un negocio en auge donde lo normal es que las ventas crezcan un 20% cada a?o", apunta. Cuenta que ha tenido indigentes durmiendo en colchones frente a su puerta durante tres o cuatro d¨ªas seguidos. "As¨ª no podemos trabajar, porque nadie quiere entrar a la tienda", explica.

Tambi¨¦n alerta de la situaci¨®n Pablo Largu¨ªa, cuya empresa gestiona desde hace un a?o el Teatro Lara, en la Corredera baja de San Pablo. Junto a la sala abri¨® un restaurante, con la idea de que los espectadores pudieran quedarse a cenar tras la funci¨®n.

"Una idea ilusoria, porque la gente que viene al teatro se quiere ir corriendo", afirm¨®. "Hay personas que compran la entrada y despu¨¦s nos dicen; 'Devu¨¦lvame el dinero por favor, que a mi mujer no le gusta venir aqu¨ª de noche".