Territorio 'paparazzi'
La prensa sensacionalista toma Baden-Baden, el pueblo en el que est¨¢ concentrada la selecci¨®n inglesa
Los paparazzi, un peque?o ej¨¦rcito que acampa en Baden-Baden, viven pendientes del tel¨¦fono. Han sembrado de papelitos con su n¨²mero todos los lugares p¨²blicos del amodorrado y burgu¨¦s pueblecito balneario. Junto a la notita, un billete o unas monedas para asegurar la buena memoria del contacto. Todos los camareros est¨¢n sobornados. Todos los aparcacoches. Los conserjes, los tenderos, las limpiadoras de los hoteles...
Todos los d¨ªas se publica en dos diarios brit¨¢nicos una relaci¨®n completamente detallada de la bebida y la comida consumida por los jugadores de la selecci¨®n inglesa y sus esposas o amigas. Las botellas, de champa?a, muchas; las pintas de cerveza en el pub Garibaldi... Los bailes de Lampard sobre una mesa. Todos los d¨ªas, una lista pormenorizada con todos los movimientos de sus tarjetas bancarias. "?Han visto a Walcott con su novia en un caf¨¦ de la plaza!". Y se pone en marcha la pesada maquinaria de los paparazzi. C¨¢maras, cables, micr¨®fonos y objetivos acaban formando una comitiva inestable que avanza, como los cangrejos, hacia atr¨¢s. Cuando llegan, est¨¢ Walcott. Pero ya no est¨¢ su novia. No interesa.
Todos est¨¢n sobornados: camareros, aparcacoches, conserjes, tenderos, limpiadoras de hoteles...
"Con Victoria hay que ser r¨¢pidos", dicen. "?Por qu¨¦?", replica un ingenuo. La mujer de Beckham abandona el hotel, da cuatro pasos por la calle rodeada por cinco guardaespaldas de talla king size y se mete en un coche oscuro. Han sonado cientos de disparos. De c¨¢mara, claro. Comienza la persecuci¨®n. El autom¨®vil se detiene en el centro. Los fot¨®grafos ya no pierden el tiempo. "Conocemos el truco", comenta uno. El truco consiste en pegarse a los cristales del escaparate. La ex spice girl no puede escapar. Victoria se gast¨® cerca de 6.000 euros en diez minutos. Eso publicaron al d¨ªa siguiente los tabloides.
Hace tres d¨ªas, el hotel donde pernoctan las mujeres amaneci¨® con un elemento nuevo. Un muro de pl¨¢stico de dos metros de altura que intenta cercar la piscina. Hasta ese momento, los paparazzi no pod¨ªan cre¨¦rselo. Era demasiada felicidad. Ellos, la mayor¨ªa, est¨¢n alojados en el mismo hotel. Sencillamente, se sub¨ªan a la azotea y escog¨ªan el ba?ador o el bikini que m¨¢s les apetec¨ªa fotografiar. "Un sue?o", comenta uno con una larga coleta. Ahora, adem¨¢s de la pared artificial, no les dejan subir al altillo. Al d¨ªa siguiente del encuentro contra Suecia, en compensaci¨®n, les organizaron una especie de zona mixta con los familiares de los jugadores. Un evento organizado con toda seriedad por los jefes de prensa de la federaci¨®n.
Los paparazzi son tipos extra?os. No les gusta que se metan en su intimidad. Lo que no deja de ser una curiosa paradoja. No dicen su nombre, no cuentan cu¨¢nto dinero pueden ganar por una buena foto. Y, lo m¨¢s curioso, no se dejan grabar. "Es una contradicci¨®n, de acuerdo", concede uno.
"Lo que m¨¢s me preocupa que nos pueda desestabilizar es el diario Bild", coment¨® Sven-Goran Eriksson, el seleccionador ingl¨¦s. Y es que no s¨®lo hay informadores brit¨¢nicos. Los hay de casi todas las nacionalidades, incluidos espa?oles. Algunos tienen una doble tarea: seguir el devenir deportivo de la selecci¨®n y recopilar los cotilleos. Pero, en general, cada periodista se ocupa de un asunto.
El pueblo termal de Baden-Baden tiene un peque?o centro peatonal rodeado de un exuberante bosque. En los d¨ªas libres es frecuente ver a los futbolistas pasear. Por las noches van al Casino o al pub Garibaldi. No se esconden.
El alcalde de la localidad ha prohibido la entrada a quienes no acrediten que tienen un hotel para pasar la noche all¨ª. Ferdinand y Ashley Cole se toman un caf¨¦ al sol. Les han descubierto. Comienza el espect¨¢culo. Ellos, siguen hablando y se r¨ªen. Est¨¢n acostumbrados. De hecho, en sus ruedas de prensa no tendr¨ªan inconveniente en hablar de su vida privada, pero su portavoz les rega?a y les corta el micr¨®fono cuando se extienden en sus intimidades.
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