La guerra santa del C¨¢ucaso
La lucha contra el terrorismo islamista que se extiende desde Chechenia es la raz¨®n y el pretexto de la violencia y de las violaciones de derechos humanos en rep¨²blicas rusas
Rusia tiene su tel¨®n de Aquiles en el C¨¢ucaso. Desde hace casi quince a?os, el conflicto de Chechenia envenena la atm¨®sfera y hace m¨¢s densos los problemas de esta regi¨®n fronteriza y multicultural, que el imperio zarista conquist¨® a persas y otomanos en los siglos XVIII y XIX. En su lucha contra el terrorismo, las autoridades rusas vigilan especialmente a los musulmanes. En el C¨¢ucaso agudizan sus suspicacias y ven extremistas potenciales en cualquier practicante fervoroso del islam. La realidad es m¨¢s compleja.
Los coletazos de las dos guerras chechenas (la primera, entre 1994-1996, y la segunda, iniciada en 1999 y diluida sin acabar del todo hasta hoy) irradian inestabilidad en una zona con graves dificultades econ¨®micas y sociales. En Chechenia no existe un frente b¨¦lico propiamente dicho, pero tampoco una paz estable. De vez en cuando, los brotes de violencia, como el asalto a la escuela de Besl¨¢n, en Osetia del Norte, en septiembre de 2004, o la incursi¨®n en la ciudad de N¨¢lchik en octubre de 2005, por citar dos episodios sangrientos de los ¨²ltimos a?os, recuerdan que el problema sigue latente.
Tras el reguero de sangre se atisban actos de venganza y matones de uniforme al servicio de una ¨¦lite corrupta
Al im¨¢n no se le pudo acusar de azuzar el odio entre etnias, pero ahora ser¨¢ juzgado por posesi¨®n de narc¨®ticos
La decisi¨®n de empu?ar las armas fue el resultado de una intensa discusi¨®n en la mezquita de Volni A¨²l
"El Estado tortura y abusa, y parte de los que sufren los abusos toma las armas", dice un diputado de Daguest¨¢n
En sus or¨ªgenes, los independentistas chechenos actuaban con criterios laicos, pero con el tiempo, se asociaron al islam y se transformaron de "nacionalistas ¨¦tnicos seculares" en "terroristas isl¨¢micos cauc¨¢sicos", seg¨²n Sergu¨¦i Marked¨®nov, del Instituto de An¨¢lisis Pol¨ªticos y Militares de Mosc¨². A resultas de la identificaci¨®n entre "terrorismo" e "islamismo radical", la comunidad musulmana del C¨¢ucaso, a la que pertenece la mayor¨ªa de los pueblos locales, ha quedado atrapada entre los partidarios de la guerra santa y los ¨®rganos policiales y de seguridad que persiguen a los islamistas.
Las instancias oficiales emplean a la ligera el t¨¦rmino "wahab¨ª" para designar a quienes consideran irreconciliables. La etiqueta les sirve para adjudicarse ¨¦xitos contra el terrorismo, descalificar a competidores y eliminar a inc¨®modos testigos de la arbitrariedad. Contra los wahab¨ªes luchan tambi¨¦n los imanes del islam tradicional, tutelados por el Estado y temerosos de perder posiciones ante el "islam limpio" o el "nuevo islam", que entronca con las tradiciones iniciadas por Muhammad Bin Abd al Wahhab en el siglo XVIII.
A falta de partidos pol¨ªticos alternativos y de una sociedad civil desarrollada, el "islam limpio" es el crisol de la protesta contra los abusos de las autoridades locales y la sordera de Mosc¨². Ayudar a los pobres, vivir honradamente y renunciar a las bodas y funerales ostentosos que obligan a endeudarse son ideas que atraen a quienes ven agigantarse las diferencias entre ellos y los due?os de las lujosas mansiones que se alzan en N¨¢lchik, Majashkal¨¢ o Nazr¨¢n.
El islam del C¨¢ucaso, mayoritariamente sun¨ª, var¨ªa de una zona a otra por sus caracter¨ªsticas, arraigo y antig¨¹edad. La ense?anza del profeta lleg¨® primero a Daguest¨¢n poco despu¨¦s de la muerte de Mahoma. En esta rep¨²blica, donde conviven 30 pueblos diferentes, son especialmente fuertes las cofrad¨ªas suf¨ªes. Sin embargo, el islam oficial, acomodaticio heredero de las tradiciones sovi¨¦ticas, no satisface los anhelos de justicia. La relaci¨®n entre el islam oficial y el "islam limpio" recuerda la del catolicismo con la reforma protestante.
Rusia ha mantenido una l¨®gica colonial en el C¨¢ucaso, al permitir que ¨¦lites locales corruptas abusen de los ciudadanos a cambio de su fidelidad pol¨ªtica. Ramz¨¢n Kad¨ªrov, jefe de Gobierno de Chechenia, es el ejemplo m¨¢s flagrante. Hijo del asesinado l¨ªder prorruso Ajmad Kad¨ªrov, Ramz¨¢n controla unidades armadas implicadas en secuestros, asesinatos y extorsiones. Mosc¨² le deja hacer, porque el checheno se presenta como un instrumento imprescindible para luchar contra los guerrilleros ocultos en las monta?as y porque, de llevarle la contraria, podr¨ªa convertirlo en un enemigo. A lo sumo, el Kremlin apoya t¨ªmidamente a Al¨² Alj¨¢nov, un antiguo polic¨ªa al que Kad¨ªrov pretende desbancar como presidente de Chechenia en el futuro. La fidelidad del r¨¦gimen local al Kremlin depende mucho de las cuantiosas transferencias financieras, que llegan mermadas a la poblaci¨®n civil v¨ªctima de la guerra.
Kad¨ªrov es un mal ejemplo para sus vecinos, que no gozan del mismo grado de tolerancia y que son involucrados en los conflictos de ¨¦ste por las operaciones de los chechenos a la caza de supuestos wahab¨ªes fuera de su propio territorio. En Daguest¨¢n e Ingushetia ya no est¨¢n los campos con miles de refugiados que exist¨ªan en el apogeo de la guerra, pero el ¨¦xodo sigue. Cerca de la localidad daguestana de Kizliar, en tiendas de campa?a, viven 50 familias que en junio de 2005 huyeron del pueblo checheno de Borozd¨ªnovskaya, tras una operaci¨®n de limpieza de las tropas del batall¨®n checheno Vostok (Este), que se sald¨® con dos muertos, 11 desaparecidos y varias casas quemadas. Del suceso se culp¨® a un oficial que ha sido condenado a tres a?os de libertad condicional por "excederse en sus competencias". De los desaparecidos no hay rastro.
En Jasavyurt, ciudad daguestana fronteriza con Chechenia, el alcalde, Saigidpash¨¢ Umaj¨¢nov, cree que la tolerancia hacia los chechenos debe tener un l¨ªmite, "porque si dura, esas gentes que se arman y fortalecen volver¨¢n a luchar contra Rusia". Jasavyurt, de 125.000 habitantes, acogi¨® a numerosos refugiados durante la guerra y hoy prospera convertida en una ciudad-mercado que abastece al interior de Daguest¨¢n y Chechenia.
La violencia que estall¨® en Chechenia se ha extendido por el C¨¢ucaso. D¨ªa tras d¨ªa, los portavoces oficiales en Ingushetia y Daguest¨¢n informan de "atentados terroristas" que cuestan la vida a polic¨ªas, soldados y altos cargos locales, y de operaciones en las que son exterminados guerrilleros wahab¨ªes. Tras el reguero de sangre se atisban venganzas personales y actuaciones de desaprensivos de uniforme al servicio de una ¨¦lite corrupta. Los guerrilleros no siempre son tales ni perecen en las circunstancias descritas en los despachos oficiales.
Junto al mercado de Jasavyurt, esta corresponsal vio un edificio en ruinas. Eran el resultado de una operaci¨®n policial contra un supuesto guerrillero que, adem¨¢s, dej¨® a 12 familias sin hogar, explic¨® el vicealcalde Shamsud¨ªn Jal¨ªtov, que se quejaba de la falta de profesionalidad de los ¨®rganos policiales, incapaces de actuar con menos destrucci¨®n. Antes, el nuevo presidente de Daguest¨¢n, Muj¨² Al¨ªyev, hab¨ªa formulado la misma queja a m¨¢s alto nivel.
Los federales han matado a Abduljalim Saidul¨¢yev, el sucesor del l¨ªder checheno Asl¨¢n Masj¨¢dov. Sin embargo, la medida de la resistencia la da Sham¨ªl Bas¨¢yev, que es la imagen de marca de los m¨¢s sofisticados actos terroristas perpetrados en Rusia. Bas¨¢yev, que se pas¨® al islamismo radical, es el Bin Laden del C¨¢ucaso y el s¨ªmbolo de la independencia de Chechenia-Ichkeria.
Muchos se preguntan si los rusos no han podido o no han querido hasta ahora atraparlo, ya que el conflicto de Chechenia tiene muchas ambig¨¹edades y l¨ªneas difusas. La periodista F¨¢tima Tlisova, de Kabardino-Balkaria, cree que entre guerrilleros y fuerzas federales se producen complicidades, como m¨ªnimo en asuntos puntuales, y el analista checheno Zaindi Cholt¨¢yev opina que s¨®lo un entendimiento entre los chechenos prorrusos, los guerrilleros y los federales permite explicar por qu¨¦ el suministro de petr¨®leo checheno fuera de la rep¨²blica funciona sin contratiempos (ahora m¨¢s de un mill¨®n de toneladas anuales).
Los guerrilleros deambulan por las monta?as sin respetar las jurisdicciones administrativas. Seg¨²n el presidente Al¨ªyev, los incorregibles "son pocos, pero est¨¢n bien organizados, bien armados y son ayudados desde el extranjero". Adem¨¢s de estos "grupos dispersos" que "no tienen un centro ¨²nico", hay un contingente m¨¢s numeroso de j¨®venes que "no pueden realizarse en esta sociedad". En estos casos, afirma, las autoridades hablan con sus parientes para "ayudarles a encontrar su lugar en la vida", es decir, trabajo y sueldo. Poco pueden ofrecer. En Daguest¨¢n, el desempleo es del 27% y de m¨¢s del 50% entre los j¨®venes, seg¨²n Abdulajabir Ak¨ªlov, jefe de la oficina de control financiero de la presidencia. "El paro", se?ala, "es una fuente del terrorismo".
No s¨®lo el paro. "El Estado act¨²a de forma delictiva, tortura y abusa, y parte de los que sufren estos abusos toma las armas. Otros no tienen armas, pero apoyan", dice el diputado daguestano Sulaim¨¢n Ulad¨ªev. "Los que est¨¢n en el bosque y en Chechenia se cuentan por centenares o a lo sumo llegan a mil", pero "los insatisfechos e irritados son miles y miles", se?ala.
Guiados por motivos dispares, desde la Guerra Santa al dinero, j¨®venes de Daguest¨¢n, Kabardino-Balkaria o Ingushetia apoyaron a los chechenos contra los rusos durante la primera contienda. En Daguest¨¢n, las simpat¨ªas se transformaron en rechazo en 1999, cuando los chechenos trataron de llevar la yihad a Karabaj¨ª y otros pueblos, donde hab¨ªa arraigado una excluyente comunidad radical isl¨¢mica. La incursi¨®n chechena, perpetrada por Bas¨¢yev, consolid¨® a los daguestanos en contra de sus vecinos y los vacun¨® contra el independentismo.
Pese a que el control de la religi¨®n se extrem¨® en 1999, el pluralismo de tendencias existe y se refleja en los sermones de las mezquitas e incluso en las peleas de los imanes, divididos entre seguidores del islam sun¨ª tradicional, del sufismo y partidarios de un "islam limpio".
Las tropas federales y los ¨®rganos de orden locales provocan a los musulmanes. En diciembre pasado, la polic¨ªa de Daguest¨¢n irrumpi¨® por sorpresa en Guimr¨ª, pueblo natal del legendario Shamil, el im¨¢n decimon¨®nico que mantuvo en jaque a los rusos. La v¨ªspera, un polic¨ªa hab¨ªa sido asesinado cerca del pueblo y los agentes respondieron con una redada, en la que acribillaron a un joven indefenso, presentado despu¨¦s como un wahab¨ª en la televisi¨®n, cuenta el im¨¢n local, Gazimagomed Abak¨¢rov. Los ¨¢nimos se excitaron y la jamaat de Guimr¨ª sali¨® a la calle. El pueblo ha sido objeto de varias incursiones y registros y Abak¨¢rov dice haber estado con el alma en vilo durante meses. El nombramiento de Al¨ªyev como presidente le tranquiliza, ya que es contrario a estos despliegues y, gracias a ¨¦l, se?ala Abak¨¢rov, la polic¨ªa ha eliminado de su "lista de b¨²squeda y captura" a los chicos del pueblo que figuraban en ella, "excepto a uno". Guimr¨ª, un lugar remoto de 3.000 habitantes, tiene antenas parab¨®licas en las casas y Abak¨¢rov curs¨® estudios isl¨¢micos en Siria.
La incursi¨®n guerrillera en N¨¢lchik, capital de Kabardino-Balkaria, da algunas claves sobre la pluridimensionalidad de los procesos en el C¨¢ucaso. El 13 de octubre de 2005, varios comandos atacaron las sedes de la polic¨ªa, los ¨®rganos de seguridad y el centro antiterrorista. Fueron rechazados por tropas especiales. Murieron 95 asaltantes, 33 polic¨ªas y 12 ciudadanos casuales.
La identificaci¨®n de los asaltantes aturdi¨® a los ciudadanos de Kabardino-Balkaria. La mayor¨ªa, muchachos de clase media; algunos, hijos de personajes conocidos, musulmanes fervorosos y con inquietudes sociales. Una parte hab¨ªa experimentado personalmente las incursiones policiales en las mezquitas de N¨¢lchik antes de que ¨¦stas (con excepci¨®n de la central) fueran cerradas tras el secuestro de Besl¨¢n.
La incursi¨®n del 13 de octubre fue, en parte, una reacci¨®n ante las arbitrariedades policiales, entre ellas, vejaciones tales como afeitar cruces en los cr¨¢neos de los islamistas. Entre 1999 y 2005, los musulmanes ofendidos enviaron por lo menos 720 quejas documentadas de estos abusos a Mosc¨² y nunca recibieron respuesta, afirma Tlisova. Mientras Mosc¨² callaba, la comunidad isl¨¢mica de Kabardino-Balkaria debat¨ªa sobre la conveniencia de la lucha armada para defender unos derechos que eran ignorados tanto por el poder civil como por los dignatarios isl¨¢micos oficiales. La decisi¨®n de empu?ar las armas no fue, pues, una tr¨¢gica alucinaci¨®n colectiva, sino el resultado de una intensa discusi¨®n en la mezquita de Volni A¨²l, popular centro del "islam limpio" en las cercan¨ªas de N¨¢lchik.
Musa Muk¨®zhev era el "emir" de esa mezquita y, de hecho, el l¨ªder espiritual paralelo de Kabardino-Balkaria. Hab¨ªa sido elegido por la jamaat y sus sermones eran famosos. "La autoridad de Muk¨®zhev no gustaba ni a la polic¨ªa ni a la direcci¨®n isl¨¢mica oficial. No porque fuera musulm¨¢n, sino porque era la oposici¨®n", dice la abogada Larisa D¨®rogova, convertida al islam hace seis a?os. Muk¨®zhev y su adjunto, Anzor Astem¨ªrov, est¨¢n hoy en la clandestinidad o en el exilio, y la polic¨ªa rusa les busca por supuestas implicaciones terroristas.
Bas¨¢yev fue visto cerca de N¨¢lchik el 13 de octubre. El guerrillero explic¨® despu¨¦s que los servicios de inteligencia rusos hab¨ªan frustrado sus planes. El Bin Laden cauc¨¢sico abandon¨® a sus inexpertos c¨®mplices locales, que ni siquiera sab¨ªan manejar las armas, y, en lugar de reforzarles con guerrilleros curtidos para la toma de N¨¢lchik, desapareci¨® en las monta?as.
En Kabardino-Balkaria, los musulmanes tienen miedo y las demostraciones de fe han pasado al ¨¢mbito privado o la clandestinidad. Un foco de tensi¨®n es el destino de los cuerpos de los asaltantes, que de acuerdo con la legislaci¨®n antiterrorista vigente, no pueden ser entregados a su familia para recibir sepultura, como exigen las tradiciones. Los parientes de los fallecidos reclaman los cad¨¢veres ante la fiscal¨ªa de N¨¢lchik. Con ellos se solidarizan las madres de Rusl¨¢n Odizhev y Rasul Kul¨¢yev, los dos oriundos de Kabardino-Balkaria que los norteamericanos tuvieron presos en Guant¨¢namo. De vuelta en Rusia, ambos han sido tratados como sospechosos de graves cr¨ªmenes. El primero se ha dado a la fuga y es buscado por la polic¨ªa, y el segundo est¨¢ detenido como presunto instigador de los sucesos del 13 de octubre. La madre de Kul¨¢yev se ha dirigido al tribunal de Estrasburgo.
En el asalto participaron distintas jamaat de Kabardino-Balkaria, seg¨²n la periodista Tlisova. Las jamaat -agrupaciones musulmanas- se han multiplicado en el C¨¢ucaso en los ¨²ltimos a?os y pueden llegar a tener gran poder. El Alex¨¦i Malashenko, especialista en el islam del C¨¢ucaso, afirma que nadie sabe exactamente su n¨²mero, aunque "pueden ser miles". Suponen una estructura paralela de solidaridad entre "fieles de distintas etnias, unidos entre s¨ª por una comprensi¨®n radical de la religi¨®n". En Guimr¨ª, las mujeres de la jamaat local obligan a las escolares a llevar la cabeza cubierta. Todas obedecen y es dif¨ªcil imaginar que las chicas, tapadas de la cabeza a los pies, puedan vestirse de otro modo y permanecer en el pueblo. Eso sucede mientras las muchachas de Majashkal¨¢, la capital daguestana, van a la europea y ense?ando el ombligo.
En las mezquitas del C¨¢ucaso se palpa hoy la intranquilidad. En Maikop, el muft¨ª de Adigueia, Njurb¨ª Emizh, la m¨¢xima autoridad religiosa local, quita importancia a las palizas que la polic¨ªa ha propinado a uno de sus adjuntos, el im¨¢n Rusl¨¢n Jak¨ªrov, e indica que la publicidad sobre este hecho no le beneficia. "Hemos escrito una carta al ministro pidi¨¦ndole que nos registren, que no tenemos ni escopetas, ni ametralladoras, y nos han registrado y han visto que no hay nada", afirma. Su lenguaje contrasta con el de Nadzhemed¨ªn Abazi, im¨¢n de otra mezquita de Adigueia: "He preguntado a los representantes del Consejo de Europa a quien debe dirigirse una persona inocente, cuando la polic¨ªa le pone narc¨®ticos en su casa para acusarla". Abaz¨ª fue apartado de su mezquita de forma irregular y al margen de la autoridad isl¨¢mica de Adigueia, y no ha podido recuperar su cargo, aunque dice tener el apoyo de la jerarqu¨ªa isl¨¢mica de Rusia. El im¨¢n, contra el que no prosper¨® un intento de acusarle de agitaci¨®n de los odios inter¨¦tnicos, espera ahora a que le juzguen por "posesi¨®n de narc¨®ticos". Abaz¨ª es un adigueio de la di¨¢spora que, tras criarse en Kosovo, decidi¨® volver a la patria que sus mayores abandonaron en el siglo XIX. Dice no tener miedo y estar dispuesto a demostrar su inocencia. La verdadera causa de los problemas de Abaz¨ª es que ¨¦ste se hab¨ªa convertido en una molestia para el alcalde de su pueblo "por predicar contra la corrupci¨®n", opina Timur Kalakutok. Kalakutok sabe de lo que habla por ser el mismo alcalde de una localidad adigueia. Con sus campa?as contra los islamistas, y sus registros, el Ministerio del Interior, el Servicio de Seguridad y la Fiscal¨ªa hacen m¨¦ritos para obtener recursos contra el terrorismo, pero "est¨¢n provocando en Adigueia lo mismo que pas¨® en N¨¢lchik", dice este pol¨ªtico, que se considera un musulm¨¢n fervoroso y un patriota del Estado ruso, y por eso ha decidido que su gesti¨®n municipal sea transparente hasta el ¨²ltimo rublo.
Ser absuelto de una acusaci¨®n de terrorismo en el C¨¢ucaso puede ser peligroso, sobre todo si el inocente ha sido torturado antes por la polic¨ªa. ?ste es el caso de un joven que entreg¨® una copia de su sentencia judicial a esta corresponsal y que no quiere ver citado su nombre. Acusado de complicidad en terrorismo, pas¨® 11 meses en la c¨¢rcel y fue torturado. Ahora podr¨ªa demandar a sus torturadores, pero en cambio vive angustiado porque teme que sus verdugos decidan liquidarlo para evitar la denuncia o la venganza. Tambi¨¦n teme ser asesinado en Daguest¨¢n y aparecer despu¨¦s como cad¨¢ver en Chechenia, para ser contabilizado como un wahab¨ª exterminado en una heroica operaci¨®n policial. Sus familiares no le dejan solo ni un momento, pero su vida es una continua angustia y el joven dice pensar s¨®lo en "emigrar a un pa¨ªs occidental".
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