Putin busca un pa¨ªs unido
El presidente ruso, alertado por la desintegraci¨®n de la URSS, trata de homogeneizar las peque?as comunidades nacionales del C¨¢ucaso para evitar la aparici¨®n del independentismo
El conflicto entre globalizaci¨®n e identidad se plantea en el C¨¢ucaso quiz¨¢ de manera m¨¢s clara que en otros puntos de Rusia, y afecta sobre todo a las peque?as comunidades nacionales, que en esta regi¨®n se calculan en m¨¢s de un centenar. ?Qu¨¦ quiere decir ser lezgu¨ªn, laks o tabasar¨¢n en un mundo que apenas sabe de la existencia de pueblos como ¨¦stos? Compartir una cultura con centenares de miles de personas equivale a figurar en el censo de las especies en extinci¨®n. ?Qu¨¦ decir pues de otros pueblos m¨¢s minoritarios como los hebreos de las monta?as o los tati de Daguest¨¢n?
Los territorios del C¨¢ucaso definidos en funci¨®n de diversas nacionalidades son siete rep¨²blicas, que en conjunto suman una extensi¨®n de 111.800 kil¨®metros cuadrados (menos que una cuarta parte de Espa?a), y algo m¨¢s de 6,6 millones de habitantes, seg¨²n el censo de 2002. De este a oeste, desde el Caspio, se suceden Daguest¨¢n, la mayor por territorio y poblaci¨®n; Chechenia, Ingushetia, Osetia del Norte, Kabardino-Balkaria, Karach¨¢yevo-Cherkesia y Adigueia. Con excepci¨®n de Adigueia, enclave monta?oso en el interior del territorio ruso de Krasnodar, estas rep¨²blicas son fronterizas con Azerbaiy¨¢n (Daguest¨¢n) o con Georgia. Por su homogeneidad cultural, en un extremo est¨¢ Osetia del Norte, poblada por osetios, mayoritariamente cristianos leales a Rusia, y en el otro Daguest¨¢n, habitado por una treintena de etnias de lenguas distintas. En todos ellos, las comunidades aut¨®ctonas est¨¢n diluidas en proporci¨®n variable con los rusos. En los noventa, ¨¦stos se vieron obligados a emigrar masivamente de Chechenia e Ingushetia, donde ahora forman el 3,68% y el 1,19%, respectivamente, los porcentajes m¨¢s bajos de la zona.
El objetivo principal del Kremlin es el de combatir cualquier brote de nacionalismo diferente al ruso
La ley de autogesti¨®n municipal, que entrar¨¢ en vigor en el a?o 2009, es de dif¨ªcil aplicaci¨®n
La corrupci¨®n ha creado cultura. M¨¢s que un flujo de dinero es una forma de abordar el mundo
Los proyectos radicales, algunos de los cuales niegan la identidad chechena, pueden imponerse
Con Vlad¨ªmir Putin en el poder, el C¨¢ucaso ha quedado englobado en uno de los siete nuevos distritos federales de Rusia, el del Sur, con capital en Rostov. Despu¨¦s de la tragedia de Besl¨¢n en septiembre de 2004, Putin coloc¨® al frente de ¨¦ste a Dmitri K¨®zak, un jurista de San Petersburgo m¨¢s te¨®rico que pr¨¢ctico, bienintencionado, pero sin la astucia y voluntad f¨¦rrea que el gobierno de estas regiones necesita. K¨®zak quiere que la Administraci¨®n central cree nuevos mecanismos para controlar los gastos de las administraciones locales que gestionan mal sus finanzas o parasitan demasiado. Todas las rep¨²blicas del C¨¢ucaso est¨¢n subvencionadas en mayor o menor medida. En primer lugar se sit¨²a Chechenia, que recibe m¨¢s de un 83% de su presupuesto del Estado, por delante de Ingushetia, con m¨¢s del 75%, y de Daguest¨¢n, con m¨¢s del 70%. Estas cifras, sin embargo, no tienen en cuenta la existencia de una importante econom¨ªa sumergida.
El Kremlin ha sacado conclusiones de los conflictos nacionales que dej¨® la desintegraci¨®n de la URSS y tambi¨¦n de la guerra de Chechenia. Mosc¨² trata de homogeneizar y reducir los territorios por la v¨ªa administrativa. Esa pol¨ªtica tiene una dimensi¨®n preventiva, a saber, la de evitar que una conciencia nacionalista exacerbada, distinta a la rusa, pueda convertirse en elemento disgregador o, peor, vertebrador de un proyecto separatista. Bajo Putin, cinco unidades administrativas habitadas por comunidades nacionales aut¨®ctonas han sido juntadas a provincias rusas. Estas fusiones, en la zona de Siberia y los Urales, se han legitimado con referendos aparentemente democr¨¢ticos, que han ido precedidos de una masiva propaganda para convencer a pueblos como los komi, los evenkos y los nenets de las ventajas econ¨®micas de subordinarse al territorio ruso. Todo ha ido sobre ruedas para el Kremlin hasta que pretendi¨® aplicar esta pol¨ªtica en el C¨¢ucaso y unir Adigueia, origen de los adigos (cherkesos occidentales), a Krasnodar, poblado eminentemente por rusos. En Adigueia, los adigos constituyen el 24,18% de la poblaci¨®n y los rusos, el 64,48 %, pero la ¨¦lite gobernante est¨¢ integrada sobre todo por adigos. Adigo es el presidente Jazret Sovm¨¦n, de 59 a?os, que antes de ser elegido en 2002 con el 68,9% de los votos, se hizo rico explotando minas de oro en el Lejano Oriente y Siberia. Sovm¨¦n es contrario a la fusi¨®n, una idea que se atribuye a Alexandr Tkachov, el gobernador de Krasnodar.
El debate sobre la fusi¨®n de Adigueia con su entorno ha hecho aflorar problemas de fondo de la estructura del Estado ruso como heredero del sovi¨¦tico. Para ganarse a las minor¨ªas nacionales que se opon¨ªan al imperio zarista, los bolcheviques proclamaron en 1917 la igualdad y soberan¨ªa de los pueblos de Rusia, el derecho a la autodeterminaci¨®n y el desarrollo de las minor¨ªas y grupos ¨¦tnicos. Surgi¨® as¨ª un sistema contradictorio, que formalmente estimulaba las identidades culturales diversificadas y al mismo tiempo intentaba fundir estas identidades en un proyecto com¨²n. A gran escala, el desmoronamiento de la URSS sell¨® el fracaso de aquella pol¨ªtica. A escala rusa, el independentismo checheno evidenci¨® las consecuencias de la frivolidad de Bor¨ªs Yeltsin, quien, en su lucha contra el presidente sovi¨¦tico Mija¨ªl Gorbachov, exort¨® a los territorios a que tomaran toda la soberan¨ªa que pudieran abarcar. En general, las ¨¦lites del C¨¢ucaso aprovecharon esta invitaci¨®n para consolidar sus posiciones y no la democracia. Se dotaron tambi¨¦n de estatutos locales, que establec¨ªan representaciones pol¨ªticas en funci¨®n de contingentes ¨¦tnicos y otros derechos inexistentes en la Constituci¨®n, que fueron suprimidos despu¨¦s paulatinamente.
Adigueia, poblada por menos de 500.000 personas, fue uno de los territorios que ascendieron de nivel en 1991: de autonom¨ªa subordinada a Krasnodar, pas¨® a convertirse en rep¨²blica aut¨®noma dependiente directamente de Mosc¨². Durante 15 a?os, rusos y adigueios han coexistido mal que bien, pero en 2006 el intento de celebrar un refer¨¦ndum para integrar a Adigueia en Krasnodar recrudeci¨® viejas tensiones y gener¨® una alianza entre la ¨¦lite funcionarial y burocr¨¢tica que dirige la rep¨²blica y los sectores nacionalistas adigueios, que han apelado a otros pueblos cauc¨¢sicos y al Consejo de Europa. El presidente Sovm¨¦n acus¨® a K¨®zak de "blandir el sable" y exigir la uni¨®n con Krasnodar.
El Congreso Cherkeso, una organizaci¨®n registrada en 2004, convoc¨® una multitudinaria reuni¨®n de adigos contra la fusi¨®n el pasado mayo en Maikop. Para su l¨ªder, Murat Berz¨¦gov, la relaci¨®n entre Rusia y Adigueia sigue siendo la de una potencia imperial con su colonia. Para el Congreso Cherkeso, los adigos (como uno de los restos dispersos del gran pueblo cherkeso en el C¨¢ucaso) son la naci¨®n aut¨®ctona de Adigueia. Si se suprimiera la configuraci¨®n administrativa actual, se quedar¨ªan sin la posibilidad de realizar su identidad cultural en su "patria hist¨®rica". Esto concierne no s¨®lo a los residentes locales, sino a la "di¨¢spora", es decir, los 3,5 millones de personas dispersas por el mundo que son consideradas descendientes de aquellos cherkesos barridos del litoral del mar Negro tras el sangriento fin de las guerras cauc¨¢sicas con el Imperio Ruso en 1864.
En Maikop hay un museo nacional de Adigueia, pero su lamentable estado habla por s¨ª mismo. La ¨¦lite local no ha dado gran importancia a su cultura, aunque para defender su estatus se al¨ªe con los nacionalistas, como lo hicieron en el pasado algunas rep¨²blicas de la URSS para declararse independientes. Los adigos no aspiran hoy a la independencia, sino a salvar su rep¨²blica de la desaparici¨®n. Estas aprensiones tienen fundamento, ya que las autoridades de Krasnodar han demostrado ser sumamente intolerantes con comunidades musulmanas como los turcos mesjetinos.
Krasnodar, sin embargo, es una regi¨®n rica que posee el litoral ruso del mar Negro, mientras que la econom¨ªa de Adigueia est¨¢ en ruinas. Los argumentos econ¨®micos son la principal carta de los partidarios de la unificaci¨®n, entre los que no s¨®lo hay rusos, sino tambi¨¦n adigos como el alcalde de Yablonovski, Timur Kalak¨²tov. Yablonovski pertenece a Adigueia, aunque s¨®lo el r¨ªo Kub¨¢n la separa de la ciudad de Krasnodar, la capital del territorio de este nombre. Gracias a la ley de autogobierno municipal, Kalak¨²tov goza de gran independencia frente a las autoridades de Adigueia. Este antiguo polic¨ªa cree que su pueblo saldr¨ªa ganando si se une a Krasnodar, y para ¨¦l, la ense?anza de la lengua adigueia no es responsabilidad de la Administraci¨®n, sino un asunto privado. El alcalde habla el idioma de sus mayores, pero no lo escribe, porque no lo aprendi¨® en la escuela.
De momento, Mosc¨² no fuerza la unificaci¨®n de territorios en el C¨¢ucaso, pero muchos creen que el Kremlin volver¨¢ a la carga m¨¢s adelante y Kalak¨²tov opina que en el futuro acabar¨¢n imponi¨¦ndose proyectos m¨¢s radicales, como los que propone el demagogo Vlad¨ªmir Zhirinovski, a saber, dividir el C¨¢ucaso en tres grandes unidades administrativas y reducir Chechenia a la condici¨®n de parte de una de ellas, para borrar su identidad.
El alcalde Kalak¨²tov habla de "nacionalismo sano" dirigido a la prosperidad econ¨®mica com¨²n, mientras los nacionalistas recuerdan la historia y protestan porque en la costa del mar Negro, que habitaron sus antepasados, se ha inaugurado un monumento a un despiadado general ruso que "entregaba las cabezas cercenadas de los cherkesos para estudios cient¨ªficos". Aquello ocurri¨® en el siglo XIX, pero a¨²n hoy los bellos parajes de Kr¨¢snaya Poliana, donde est¨¢n las pistas de esqu¨ª favoritas de Putin en las cercan¨ªas de Sochi (Krasnodar), tienen distintos significados para unos y otros. Para los rusos, son un importante proyecto de desarrollo tur¨ªstico y deportivo que ofrecen como sede de los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno de 2014. Para los cherkesos, el escenario sangriento de las ¨²ltimas batallas de la guerra cauc¨¢sica en 1864. Los nacionalistas adigueios han iniciado una campa?a para que el mundo reconozca que aquella contienda fue un genocidio.
Rusia ha suprimido el apartado dedicado a la "nacionalidad" (como pertenencia cultural y ¨¦tnica) que figuraba en el documento de identidad sovi¨¦tico, pero los ciudadanos pueden indicar su identificaci¨®n nacional si lo desean. En ¨¦poca de Putin, los dirigentes de las siete rep¨²blicas del C¨¢ucaso han sido relevados. La supresi¨®n de las elecciones de los l¨ªderes locales no significa que Mosc¨² pueda ignorar los equilibrios entre clanes locales, donde el consenso nacional sigue siendo clave. En Daguest¨¢n, por ejemplo, los tres puestos de mayor importancia han sido repartidos tradicionalmente entre las tres principales nacionalidades (avar, darguinos y kumikos). Lo mismo sucede con la distribuci¨®n de cargos en Kabardino-Balkaria, entre los kabardos, mayoritarios, y los balkares. Los recientes cambios al frente de ambas rep¨²blicas no afectan a los equilibrios nacionales, aunque en el caso de Daguest¨¢n, se ha producido una redistribuci¨®n ¨¦tnica de los puestos.
El presidente Muj¨² Al¨ªyev, en Daguest¨¢n, y el presidente Ars¨¦n Kan¨®kov, en Kabardino-Balkaria, representan para muchos de sus paisanos la esperanza de una gesti¨®n menos corrupta, m¨¢s transparente y m¨¢s al servicio del ciudadano que la de sus predecesores. Sus biograf¨ªas no pueden ser m¨¢s dispares. Al¨ªyev, un avar de 65 a?os, fue el ¨²ltimo dirigente del partido comunista de Daguest¨¢n antes de que se desintegrara la URSS y Kan¨®kov, de 49 a?os, es un empresario multimillonario. Al¨ªyev vive en un modesto piso de Majachkal¨¢ y Kan¨®kov, que ha pasado casi tres d¨¦cadas en Mosc¨², reside provisionalmente en un hotel de su propiedad en N¨¢lchik.
Al¨ªyev es considerado una persona ¨ªntegra, pese a haber formado parte, como jefe del Parlamento, de la ¨¦lite dirigente aposentada durante el mandato de su predecesor, Magomedal¨ª Magom¨¦dov, un dargu¨ªn. El hijo de este ¨²ltimo, el economista Magomedsalam Magom¨¦dov, encabeza ahora el Parlamento y, seg¨²n los analistas locales, es uno de los hombres m¨¢s ricos de la rep¨²blica, en la que florecen distintos clanes, ya sea gracias a la pesca, el petr¨®leo o el puerto de Majachkal¨¢.
La realidad de la econom¨ªa daguestana es un misterio. El jefe de la direcci¨®n de control de finanzas de la presidencia, Abdulajabir Ak¨ªlov, duda de las cifras de extracci¨®n de petr¨®leo -300.000 toneladas al a?o-, y de toda la estad¨ªstica. La corrupci¨®n, m¨¢s que un flujo de dinero, es una forma de abordar el mundo. Me contaba Ak¨ªlov que los participantes en un concurso p¨²blico le ofrec¨ªan sobornos porque no pod¨ªan creer que el puesto de especialista en liza fuera a adjudicarse por m¨¦ritos. "Solo uno entre 12 respond¨ªa al perfil del cargo y ten¨ªa los conocimientos necesarios", se?alaba.
El presidente de Kabardino-Balkaria da prioridad a la econom¨ªa y aplica a la rep¨²blica los mismos principios que a sus empresas. Defiende una gesti¨®n "anticrisis", para la cual invit¨® a trabajar en el C¨¢ucaso a un equipo de economistas especializados en modelos de desarrollo territorial. Tambi¨¦n pidi¨® consejo a los suizos, porque quiere impulsar el turismo de alta monta?a en el Elbr¨²s, el mayor pico de Europa. ?l y Al¨ªyev admiten que sus rep¨²blicas son "poco atractivas" para las inversiones debido a la influencia de Chechenia.
En N¨¢lchik, Kan¨®kov financia el equipo de f¨²tbol local, el T¨¦rek, como proyecto nacional para crear un ambiente de optimismo, y se ve a s¨ª mismo como "un psicoterapeuta que trata de sacar al paciente de su depresi¨®n para que aparezca un sentido de la vida". "Si encontramos varias ideas que unan a la gente, podremos sacarla de la apat¨ªa", dice.
Pero Al¨ªyev y Kan¨®kov tienen sus limitaciones: los otros dirigentes locales, que han forjado v¨ªnculos a lo largo de muchos a?os y que adem¨¢s tienen sus propios padrinos en Mosc¨². Uno de los primeros problemas que ambos tuvieron que afrontar ha sido la insatisfacci¨®n de los ciudadanos ante las arbitrarias actuaciones de los ¨®rganos de orden p¨²blico, que lo mismo tonsuran cruces en el cogote de los musulmanes fervorosos que asaltan a bombazos edificios, sin preocuparse de sus habitantes, para liquidar a un supuesto terrorista.
Kan¨®kov ha reconocido que la incursi¨®n guerrillera de N¨¢lchik en octubre de 2005 se debi¨® en parte a la arbitrariedad de los ¨®rganos policiales y, antes de renovar al Gobierno en pleno de la rep¨²blica, sustituy¨® al ministro del Interior, Jachim Shogu¨¦nov, y a tres viceministros del departamento. Tambi¨¦n quiere cambiar a los dirigentes isl¨¢micos y fomentar la libertad de culto, para diluir el islam entre otras confesiones. Al¨ªyev no ha considerado necesario el relevo del ministro del Interior local, aunque haya criticado la ineficacia y despilfarro de recursos en las operaciones policiales contra el terrorismo.
No todos los cr¨ªmenes y atentados son imputables a los islamistas. Los asesinatos m¨¢s sonados, como el del muft¨ª de Daguest¨¢n, Saidmujammad Abubak¨¢rov, el 21 de agosto de 1998, y el de dos ministros de nacionalidades de aquella rep¨²blica, han eliminado a personajes brillantes que supon¨ªan un desaf¨ªo para el poder, se?ala el diputado Suleim¨¢n Uvlad¨ªev.
Un caso extremo de la lucha entre clanes fue el asesinato de siete importantes accionistas de una f¨¢brica de cemento de Karach¨¢yevo-Cherkesia, ametrallados por los guardaespaldas del yerno del presidente local. Las familias de los muertos tuvieron que amotinarse y pedir ayuda a K¨®zak para conseguir que el crimen fuera reconocido, y el yerno, procesado. El presidente, Mustaf¨¢ Batd¨ªyev, sigue en su puesto, tras considerar que el divorcio de su hija es suficiente distanciamiento del sospechoso.
La divisi¨®n administrativa que los bolcheviques organizaron en los a?os veinte y treinta ten¨ªa en cuenta las divisiones ¨¦tnicas y culturales del C¨¢ucaso, pero no necesariamente coincid¨ªa con ellas y han sufrido diversas alteraciones. Los osetios, una cultura mayoritariamente cristiana y prorrusa, tienen su patria chica en Osetia del Norte y Osetia del Sur (que es parte de Georgia), pero otros pueblos comparten rep¨²blica, como vecinos que compartieran una misma casa. ?sta es la situaci¨®n de kabardinos y balkares, musulmanes ambos, pero de lenguas distintas, que se agrupan en Kabardino-Balkaria, o los karachayevos y cherkesos, que se agrupan en de Karach¨¢yevo-Cherkesia. Tambi¨¦n compart¨ªan casa o rep¨²blica los chechenos y los ingushes, hasta que se constituy¨® una rep¨²blica separada para los segundos con el fin de evitar que fueran arrastrados al proyecto independentista del general Dzhojar Dud¨¢iev. Hasta hoy, la frontera administrativa entre Chechenia e Ingushetia no ha sido trazada.
Las comunidades obligadas a vivir en la misma administraci¨®n territorial nunca han olvidado su identidad. Las tensiones surgen cuando una de ellas se siente discriminada por la otra. La tierra es a menudo fuente de conflictos, ya que no es contemplada s¨®lo como una mercanc¨ªa, sino como parte del bagaje hist¨®rico de quienes la habitan o habitaron. El valor cultural e hist¨®rico de la tierra impide el pleno funcionamiento de la legislaci¨®n de compraventa.
Los proyectos nacionales que no pueden plasmarse en una rep¨²blica aut¨®noma buscan formas de realizarse en los municipios que se est¨¢n creando en Rusia con grandes dificultades, de acuerdo con la ley de autogesti¨®n municipal, llamada tambi¨¦n Ley K¨®zak. El plazo para poner en pr¨¢ctica la ley fue ampliado hasta 2009 por los problemas, entre otras razones, para aplicarla en el C¨¢ucaso del Norte, entre ellos, la delimitaci¨®n de los municipios en territorios que son percibidos como patrimonio de una u otra comunidad. Un colaborador de K¨®zak gusta de emplear la palabra "civilizar", pero tal divisa, en un entorno como el C¨¢ucaso, no puede ser una transferencia mec¨¢nica de modelos. "La globalizaci¨®n est¨¢ bien para la t¨¦cnica, pero para la cultura es peligrosa. Cada cultura es ¨²nica y hay que preservarla. Por eso, muchos est¨¢n en contra del globalismo", explica Muj¨² Al¨ªyev.
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