Profetas o gestores

La ejecutiva del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) propuso ayer a su primer secretario, Jos¨¦ Montilla, como candidato a la presidencia de la Generalitat. La candidatura est¨¢ pendiente de ratificaci¨®n, en 15 d¨ªas, por el Consejo Nacional. Es improbable que se vote entre dos candidatos alternativos, como sugiri¨® Pasqual Maragall, que sin embargo dio su apoyo a Montilla.

El todav¨ªa ministro de Industria no es un candidato para ser conseller en cap de un posible Govern presidido por Artur Mas. Si se tratase de eso, el candidato ser¨ªa otro. No es un candidato para medias tintas, sino para vencer o para dirigir la oposici¨®n. Pero las elecciones est¨¢n a la vuelta de la esquina y los sondeos se?alan una cuesta dif¨ªcil de subir. Montilla es menos popular que Maragall, Artur Mas o Duran Lleida. A diferencia de las legislativas, en unas elecciones auton¨®micas pesa la persona y su car¨¢cter tanto como la lista, y a diferencia de las locales, tambi¨¦n personalizadas, el grado de proximidad es inferior. El candidato a suceder a Maragall, un rostro de rasgos personales muy acusados, deber¨¢ realizar un sobreesfuerzo respecto de sus rivales en la fabricaci¨®n de una imagen presidencial y en la demostraci¨®n de voluntad integradora de los sectores sociales que han confiado en sus siglas, desde clases trabajadoras a ¨¦lites culturales, desde los catalanistas hasta quienes se sienten m¨¢s alejados de las emociones nacionalistas.

Tras la renuncia de Maragall, termina en Catalu?a la era de los l¨ªderes con vocaci¨®n de dejar huella hist¨®rica. Se avecina la de los gestores, a los que hay que juzgar por sus resultados: son ellos quienes deber¨¢n negociar el despliegue del nuevo Estatuto. En esta campa?a, las reflexiones sobre la relaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a bajar¨¢n de grado. Las cifras y las propuestas concretas se impondr¨¢n a las utop¨ªas y los sentimientos. Montilla, como sus rivales, de forma destacada el convergente Artur Mas, deber¨¢ convencer sobre su eficacia m¨¢s que sobre sus enso?aciones. Con todo, este duelo empieza a oscurecerse por una insidia de resonancias etnicistas: ?puede ser presidente de la Generalitat una persona nacida fuera de Catalu?a?

Claro que puede. Incluso Jordi Pujol, rectificando antiguos escritos, acab¨® proclamando que "es catal¨¢n quien vive y trabaja en Catalu?a". CiU no ha hecho bandera contra ese azar de los or¨ªgenes cordobeses de Montilla, y ERC, por boca de Josep Llu¨ªs Carod Rovira, ha defendido con acierto que su candidatura representa, por ello mismo, la "normalizaci¨®n" de Catalu?a; otra cosa es que recabe los apoyos suficientes. Ojal¨¢ todos respeten esa tesis evidente y nadie caiga en la ominosa tentaci¨®n de sembrar ciza?a, aunque sea con c¨ªnica sordina. Equivaldr¨ªa a atentar contra el bien m¨¢s preciado, esa cohesi¨®n social de la que todos los pol¨ªticos catalanes se sienten, pese a las turbulencias de la coyuntura, leg¨ªtimamente orgullosos.