Vacaci¨®n y custodia compartida

Por fin est¨¢n aqu¨ª las vacaciones. Largas y envidiables, porque soy profesor, y especialmente esperadas, porque soy padre separado. Por fin voy a poder estar en compa?¨ªa de mi hija por un tiempo suficiente, pues los cuatro d¨ªas al mes que me "concedi¨®" en su d¨ªa un juez, con el argumento de que "me daba lo m¨¢ximo" (su m¨¢ximo, se entiende), pasan durante el a?o como un suspiro. Cuando empieza el verano siempre me pregunto lo mismo: ?por qu¨¦ un juez me niega la custodia compartida durante el a?o y sin embargo me permite pasar con mi hija la mitad del verano?, ?por qu¨¦ mi hija puede cambiar de casa quincenalmente en la ¨¦poca estival y no puede hacerlo durante el invierno?, ?es que los ni?os quieren y necesitan por igual a su padre y su madre durante el verano y, en cambio, necesitan s¨®lo a la madre durante el resto del a?o? Parece una cuesti¨®n balad¨ª pero no lo es en absoluto. Todo esto comporta un gran sufrimiento a quienes nos han robado de un zarpazo el contacto con el ser m¨¢s amado. Pero no acaban ah¨ª mis preguntas, ni mi inquietud. Como profesor, no deja de sorprenderme otra contradicci¨®n que me ata?e personalmente en este absurdo sistema: si no soy apto para educar a mi propia hija, yo que se supone que estoy formado para ello, si el Estado decide que debo abstenerme de educar al ni?o que yo m¨¢s quiero, ?por qu¨¦ me conf¨ªa la educaci¨®n de los hijos ajenos? ?Es tal vez porque la relaci¨®n de los varones con los ni?os s¨®lo es concebible con los par¨¢metros de un "trabajo" y nunca con los de la afectividad y los sentimientos, que seg¨²n parece, por orden del Estado, siguen siendo "cosas de mujeres".