Multitud de voces
En 1972, Javier Mar¨ªas publicaba Traves¨ªa del horizonte. La novela tra¨ªa consigo una peque?a operaci¨®n literaria en medio de las comprensibles exigencias sociales de la ¨¦poca, adem¨¢s de ofrecernos un relato de aventuras. La importancia de ese libro, ahora visto en perspectiva, era la de introducir en la frase de ficci¨®n espa?ola aires anglosajones. Pere Gimferrer habl¨® entonces de un pastiche. Y eso era. Pero adem¨¢s tambi¨¦n importaba la inclusi¨®n de Henry James y Joseph Conrad en un texto que jugaba con la intriga y que a la vez, como haciendo honor a los homenajeados, nos propon¨ªa un secreto indemostrable. Secreto es una palabra clave en la novel¨ªstica de Mar¨ªas. La menci¨®n de James y Conrad indica tambi¨¦n algo m¨¢s preciso en relaci¨®n a su literatura. En su narrativa cuentan primordialmente dos componentes: la digresi¨®n y la construcci¨®n de las voces narrativas. El escritor madrile?o no necesita inventar historias. No necesita inventar intrigas. Las lleva adosadas en el cruce de voz y digresi¨®n. Aqu¨ª se generan la ambig¨¹edad y esa atm¨®sfera de indagaci¨®n, las grietas morales y la voracidad de conocimiento. Resulta curioso que en novelas posteriores, desde Coraz¨®n tan blanco hasta Negra espalda del tiempo, llegando incluso a las m¨¢s recientes como Tu rostro ma?ana 1: Fiebre y lanza y Tu rostro ma?ana 2: Baile y sue?o, el autor mantiene intactas obsesiones literarias, motivos recurrentes (en el sentido en que Borges repite s¨ªmbolos, met¨¢foras, ideas).
Otra cuesti¨®n que ha llamado la atenci¨®n en la obra de Mar¨ªas es la funci¨®n del autor dentro de la ficci¨®n. Negra espalda del tiempo recibi¨® severas llamadas de atenci¨®n. El gremio desperdici¨® demasiadas energ¨ªas en descubrir claves, adem¨¢s de reprocharle falta de unidad novelesca. Yo creo que se trataba, como suced¨ªa en ese espl¨¦ndido compendio de autores que se llama Vidas escritas, de un ejercicio riguroso de verdad literaria, por encima de otras verdades o mentiras irrelevantes. En Vidas escritas, Mar¨ªas trata a sus autores como personajes de ficci¨®n ("con afecto y guasa", declaraba), un m¨¦todo harto eficaz a favor de la ficci¨®n, como no lo fue menos su Literatura y fantasma, otro c¨²mulo de reflexiones y argumentaciones en defensa del arte de la invenci¨®n.
La tarea de traducci¨®n de Javier Mar¨ªas no es tangencial. Forma parte de su concepci¨®n de la literatura. Lo que traduce tiene que enriquecer el acervo imaginativo de la literatura a la que pertenece. Para el autor madrile?o, la traducci¨®n no es ajena a una meditaci¨®n (palabra benetiana) sobre el propio estatuto de la representaci¨®n. La traducci¨®n como fingimiento y representaci¨®n es un art¨ªculo que deber¨ªa estar en todas las escuelas de traductores. Lo mismo podr¨ªa decirse de su funci¨®n como editor. En la tradici¨®n de los grandes editores espa?oles, como fue el caso de Carlos Barral: publican lo que conocen, admiran y aman. No quiero terminar esta nota sin incluir al Mar¨ªas columnista. Es decir, el Mar¨ªas que piensa y emite una incorrecci¨®n o una ira sin cors¨¦ en el momento m¨¢s oportuno. A veces es dif¨ªcil no ver en sus columnas, como se puede constatar en la edici¨®n de ellas, Har¨¢n de m¨ª un criminal, una cierta familiaridad con esas voces escondidas en las largas digresiones de sus novelas. Mar¨ªas es uno de los pocos columnistas con el que da gusto disentir. Las inteligencias bien engrasadas, hasta cuando hieren la banalidad, el mal gusto o la hipocres¨ªa dejan una huella est¨¦tica con la cual disfrutar.
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