El hombre del tiempo
P¨¦kerman, seleccionador argentino, sabe esperar el momento oportuno en la cancha y fuera de ella
Con la espalda apoyada en el borde del banquillo del estadio de Leipzig y los brazos cruzados, el hombre miraba el partido con la misma calma que transmite al hablar, como si sobre el c¨¦sped no hubiera nada importante en juego. En las gradas, la hinchada (y la prensa) argentina ped¨ªa, exig¨ªa, suplicaba cambios urgentes. M¨¦xico era mejor, controlaba el juego y, si bien no amenazaba en exceso la porter¨ªa de Abbondanzieri y el resultado era 1-1, la sombra de la eliminaci¨®n aceleraba el pulso de los corazones y las agujas de los relojes.
Pero el hombre de chaqueta y corbata tiene sus tiempos y los respeta sin alterarse. Aquello que desde las alturas del estadio podr¨ªa parecer un gesto de indecisi¨®n o un ataque de par¨¢lisis no es m¨¢s que una norma existencial. Para Jos¨¦ Pekerman, el tiempo representa un hilo de seda por el que la vida discurre suave, una dama de compa?¨ªa a la que conviene no alterar ni distraer con histerias improductivas, ni mucho menos contradecir con actitudes fuera de hora. Lo demuestra a cada paso.
Ha administrado sin ansiedad su carrera, la elecci¨®n de jugadores y las ¨®rdenes en el campo
Quiz¨¢s fue cuando una lesi¨®n de rodilla detuvo el reloj de su carrera como futbolista cuando el actual seleccionador argentino se hizo amigo definitivo del tiempo. Ten¨ªa claro que quer¨ªa ser entrenador, pero no se apur¨®. En lugar de correr en la b¨²squeda de un banquillo se puso al volante de un taxi con el que recorr¨ªa las calles de Buenos Aires: "Me di cuenta de que las horas de trabajo me daban una buena oportunidad de pensar, de imaginar y dise?ar un proyecto para trabajar con los chicos de las divisiones menores. Sab¨ªa que en alg¨²n momento podr¨ªa ponerlo en pr¨¢ctica" coment¨® meses atr¨¢s. Por primera vez, su postura paciente le dar¨ªa resultado dos a?os despu¨¦s, cuando le ofrecieron la posibilidad de desarrollar su idea en las categor¨ªas menores de Argentinos Juniors.
Con mucha m¨¢s trascendencia medi¨¢tica, la escena se repiti¨® casi dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, en 1998. Por entonces, el hombre de la vida y el verbo pausados ya hab¨ªa logrado dos campeonatos mundiales Sub-20 como entrenador y Julio Grondona, presidente de la federaci¨®n argentina, le ofreci¨® hacerse cargo de la absoluta tras la marcha de Daniel Passarella. Siempre atento al tic, tac de su reloj interno, contest¨®: "No es mi tiempo", recomend¨® a Marcelo Bielsa y se ubic¨® en segundo plano, como manager general de selecciones.
La espera volvi¨® a tener premio: la ocasi¨®n se le present¨® otra vez en 2004, cuando sorpresivamente Bielsa renunci¨® a su cargo. Desde entonces, Jos¨¦ Pekerman marca y establece sus tiempos con la fiabilidad de un cron¨®grafo suizo. Lejos de todo tipo de ansiedades, demor¨® hasta el ¨²ltimo minuto del ¨²ltimo d¨ªa para designar a los 23 jugadores que acudir¨ªan a Alemania. Ya en el Mundial, y ajeno a la presi¨®n de la prensa (argentina e internacional), ha dosificado a su joya, Messi, como el alquimista que mide cada gota de su poci¨®n m¨¢gica. El s¨¢bado pasado, apoyado sobre el banquillo de Leipzig y en tanto su equipo sufr¨ªa el buen juego mexicano, exprimi¨® los segundos hasta el cuarto de hora final para mover sus piezas: Aimar, T¨¦vez y Messi, otra vez con id¨¦ntico y exitoso resultado.
La prensa argentina sostiene que "jug¨® con fuego". Es posible, pero en este mundo de histerias desbordadas, J¨¹rgen Klinsmann, el joven y el¨¦ctrico entrenador de Alemania, deber¨¢ andarse con cuidado. Hoy en Berl¨ªn, recostado sobre el banquillo de al lado habr¨¢ un hombre de chaqueta y corbata que conoce los secretos del f¨²tbol, pero sobre todo, que sabe manejar el tiempo. Y eso es, sin duda, much¨ªsimo m¨¢s peligroso.
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