La rumba de Ornette
La rumba de Ornette no se parece a ninguna otra. La rumba de Ornette, o lo que fuera que toc¨® en su concierto en Galapajazz, son¨® a lo que suena su m¨²sica y es algo inexplicable, porque no hay todav¨ªa quien haya podido explicarlo. Hay quien opina que Ornette toca jotas y quien cont¨® que, en realidad, la rumba era un calipso, y acaso lo fuera. Otros lo llaman "vanguardia", "free jazz" o "tomadura de pelo"; la octava maravilla o un puro disparate sin orden ni concierto musical; el caos. A Ornette se le goza o se le detesta, que de una cosa a la otra hay un paso.
Hasta Galapagar, a Ornette, en este pa¨ªs, se le ha detestado m¨¢s que amado: el recordman mundial en vaciar teatros y pabellones deportivos. Pero lleg¨® el jazzista con sus bien llevados 75 a?os a la hermosa villa de la serran¨ªa madrile?a y ocurri¨® lo nunca visto: el p¨²blico -lleno absoluto- aguant¨® el concierto de un tir¨®n y sin apenas deserciones. ?Qu¨¦ valent¨ªa, la de las gentes de Galapagar! Le aclamaron puestos en pie, le llamaron "torero" y le pidieron m¨¢s madera, circunstancia no prevista por el m¨²sico que hubo de recurrir al fondo de su repertorio. Y, al final, una larga cola de fans disco en mano a la espera de la oportuna dedicatoria.
Ornette Coleman Quartet Ornette
Coleman, saxo alto, trompeta, viol¨ªn; Tony Falanga, contrabajo; Al MacDowell, bajo el¨¦ctrico; Denardo Coleman, bater¨ªa. 29 de junio; teatro Jacinto Benavente. Galapagar (Madrid).
L¨ªrico pero sin brillo
?Qu¨¦ ha pasado para llegar a este punto? El cronista confiesa su estupor y desconcierto. Porque tampoco es que fuera el mejor Ornette que hemos escuchado nunca. Inspirado, l¨ªrico, pero sin el brillo de anta?o, manteni¨¦ndolo todo atado y bien atado, acaso demasiado. Quiz¨¢ fuera la novedad de su grupo actual, un remedo del Ornette Coleman Trio de los sesenta, donde el papel de David Izenzon lo cumplen dos int¨¦rpretes, el estupendo Tony Falanga, al contrabajo; y el algo menos estupendo Al MacDowell, al bajo el¨¦ctrico; y el del baterista Charles Moffett, el simplote Denardo Coleman, antiguo "delincuente musical" (sic), a quien su progenitor mantuvo encerrado tras unas mamparas transparentes, pensando que de ese modo no se le escuchar¨ªa demasiado. Tres que funcionaron como uno, tejiendo una especie de bajo continuo del que se sirvi¨® el anciano transgresor para posicionarse del modo y en la manera tan particulares que en ¨¦l son habituales; a contrapelo, podr¨ªa decirse.
A partir de la extra?a pero inapelable l¨®gica interna que predomina en sus creaciones, Ornette apel¨® a unos valores claramente reconocibles: en Ornette, una balada es una balada; un blues, un blues y un calipso acaso sea una rumba. Todo es lo mismo y, sin embargo, todo es distinto. Cambia el modo de llegar a ello. Lo que antes llamaban "vanguardia".
Babelia
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