Las llaves de Los ?ngeles
No faltar¨¢ quien piense que el alcalde de Los ?ngeles ha corrido un riesgo mayor ofreci¨¦ndole las llaves de la ciudad a un ciudadano de M¨¦xico. No debe preocuparse. Usar¨¦ estas maravillosas llaves con prudencia. Pero las usar¨¦. Abrir¨¦ con ellas las puertas de esta gran metr¨®polis -Nuestra Se?ora de los ?ngeles de la Porci¨²ncula- con generosidad y confianza.
Con generosidad por todo lo que Los ?ngeles significa. ?sta es una ciudad global, sostenida por indios, afro y angloamericanos. Es el lugar de encuentro del Oriente y las Am¨¦ricas del Norte y del Sur. Es una ciudad recreada cotidianamente por su entorno multicultural.
Y con confianza porque Los ?ngeles no es la slide area, el ¨¢rea resbaladiza al mar, sino la ciudad que se solidariza con todos sus constituyentes raciales y culturales. La ciudad junto al mar adonde llegan todos los pueblos del mundo a fin de reconocer y compartir sus valores.
La ciudad de Los ?ngeles tambi¨¦n es la ciudad de sus ciudadanos; seguros de s¨ª mismos, generosos, fraternales en su convicci¨®n de que todos podemos y debemos vivir juntos. Latinos y asi¨¢ticos, anglo y afroamericanos, unidos por los valores del trabajo y el respeto mutuo.
Porque el trabajo y el respeto van unidos. Los trabajadores mexicanos en California merecen respeto. Son trabajadores, no son criminales. Contribuyen, no roban. Son necesitados en el campo, los restoranes, los hospitales, los hogares, los jardines, las f¨¢bricas, la construcci¨®n.
Son necesarios. Sin ellos, la econom¨ªa no funcionar¨ªa. Son necesitados: no son criminales. Debemos encontrar 1a manera de que entren a los Estados Unidos en paz, con derechos reconocidos y obligaciones aceptadas. La migraci¨®n es una realidad. Merece una legalidad que satisfaga a todos, a quienes llegan y a quienes los reciben.
Sin embargo, hay dos protagonistas en este asunto. Uno es el pa¨ªs que recibe. El otro, el pa¨ªs que env¨ªa. M¨¦xico, el pa¨ªs de donde se emigra, tiene obligaciones tanto o m¨¢s grandes que las del pa¨ªs adonde se emigra, los Estados Unidos.
Los mexicanos debemos crear una demanda much¨ªsimo mayor para nuestros propios trabajadores en nuestro propio pa¨ªs. M¨¦xico posee una fuerza de trabajo joven, inteligente y empe?osa. M¨¦xico necesita a sus propios trabajadores en tareas de construcci¨®n, infraestructura, salud, educaci¨®n, agricultura, industria. Constructores de escuelas, caminos, represas, hospitales. Renovadores de nuestras ciudades.
Los mexicanos no podemos sentirnos satisfechos con una econom¨ªa que s¨®lo sirve a la mitad de la poblaci¨®n y deja a la otra mitad fuera. No podemos sentirnos contentos con un desempleo innecesario y a muy bajos salarios. No podemos aceptar una distribuci¨®n tan injusta de la riqueza.
M¨¦xico debe moverse hacia delante. No podemos seguir siendo el socio menor del Tratado de Libre Comercio. Debemos llevar a cabo un esfuerzo nacional hacia una paridad mayor con los Estados Unidos y Canad¨¢.
Tenemos los recursos. Tenemos la poblaci¨®n. Tenemos una cultura que se remonta a m¨¢s de tres mil a?os.
Lo que necesitamos ahora es un nuevo trato que se proponga la tarea de construir a M¨¦xico de abajo arriba. Las inversiones desde arriba son necesarias y deseadas. El ¨¢rea de nuestra sociedad civil debe ser expandida y respetada.
Pero es la acci¨®n desde abajo, el ascenso del trabajo y las condiciones de vida de la poblaci¨®n lo que realmente nos permitir¨¢ refundar la Rep¨²blica Mexicana.
La llave que abre todas las oportunidades es la educaci¨®n. Felicito al alcalde de Los ?geles por su extraordinario esfuerzo para convertir a la educaci¨®n en la pieza central de su Administraci¨®n. Est¨¢ dando un ejemplo que va m¨¢s all¨¢ de esa ciudad, aun m¨¢s all¨¢ del Estado de California, para convertirse en un mensaje al mundo.
El derecho a la educaci¨®n, ha escrito Nadine Gordimer, es tan elemental como el derecho a respirar. La exclusi¨®n del sistema educativo es la raz¨®n primaria de la pobreza y la desigualdad. La educaci¨®n es la avenida m¨¢s pragm¨¢tica hacia la prosperidad.
Carlos Fuentes es escritor mexicano. (*) Este texto es una versi¨®n del discurso pronunciado por el autor al recibir las llaves de la ciudad de Los ?ngeles.
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